Pocos nombres chilenos son tan relevantes para la historia del rock como Alain Johannes. Esto no es una exageración, porque Johannes ha estado metido en la generación con parte de los discos más relevantes y/o influyentes de los últimos 20 años del rock, y ningún otro nombre nacido en Chile tiene pergaminos como los de Alain. Pero también es cierto que gran parte de este trabajo ha sido tras bambalinas, entonces, pese a una carrera impecable, mucha gente no le ha tomado el peso a esta historia, por ello es que aquí trataremos de explicar rápidamente todas las aristas de Johannes y por qué es tan importante cada show que da en Chile.
Johannes partió como muchos, con bandas de adolescente, pero incluso en aquellos momentos el nacido en Chile y crecido en Estados Unidos conoció gente especial. En What Is This? compartió escenario con Michael Balzary, quien luego se haría conocido como Flea, bajista de Red Hot Chili Peppers, pero sería con Natasha Shneider con quien tendría la alianza más potente. La cantante y multiinstrumentista rusa no sólo era una buena compañera en lo musical –con quien lanzó en 1987 un álbum como dúo, “Walk The Moon”-, sino que también se convertiría en su esposa, y también en la voz con la que compartiría en su proyecto más desarrollado y conocido: Eleven.
Eleven se formó en 1990 y tuvo como baterista a Jack Irons, otro miembro de What Is This? que también fue parte de RHCP, pero que luego se uniría a Johannes y Shneider en esta banda que tuvo una historia con cinco álbumes de estudio, donde no se colgaron del sonido de la época, el grunge, sino que buscaron incluir al rock alternativo y el hard rock, consiguiendo una propuesta llena de matices que incluso hoy se advierte fresca y urgente, con tracks como “Reach Out”, “Why” u “All Falls Away” como excelentes cartas de presentación. Además, Natasha y Alain colaboraron con la creación del debut solista de Chris Cornell “Euphoria Morning” (1999), y con Josh Homme y otros artistas en “The Desert Sessions, Volumes 7 & 8”, además de participar en varios discos de Queens Of The Stone Age como “Songs For The Deaf” (2002).
Pero Natasha murió en 2008 tras batallar contra el cáncer, dejando atrás una sociedad artística y de vida con Alain, y ahí las cosas cambiaron para Alain Johannes, quien se concentró en el trabajo lejos del escenario por un tiempo, siendo ingeniero en “Humbug” (2009) de Arctic Monkeys o grabando y participando de Them Crooked Vultures, banda donde Josh Homme compartía con Dave Grohl y John Paul Jones de Led Zeppelin, pero luego Alain daría un nuevo paso creativo.
“Spark” (2010) es el disco más “diferente” de su historia, y también el más íntimo y sencillo. En este, su primer intento como solista, Alain Johannes no recoge las guitarras y dinámicas rockeras de toda su historia, sino que se concentra en las melodías y las historias que la cigarbox y su característico sonido puede entregar. Una dulzura lúgubre recorre los diez tracks en este homenaje de Alain a Natasha, y por ello se siente lo ceremonioso de este tributo, tan bello como triste, tan luminoso como sombrío, donde no existen penas o dolores a la vista, sino que agradecimiento por lo bueno y amor por lo disfrutado en conjunto.
Es con este material que pudimos conocer el trabajo de Alain Johannes, quien desde “Spark” pudo venir a Chile, y que redescubrió su vínculo con nuestro país, recibiendo también el cariño de la gente que lo ha conocido poco a poco porque, claro, Eleven fue un grupo influyente en la escena alternativa norteamericana, pero en Chile no pasaba de ser una banda de culto, con un dato de trivia como tener entre sus miembros al sobrino de Peter Rock. Pero con “Spark” muchos reconocieron en Johannes a un artista completo, y otros simplemente se encontraron con canciones de alto nivel de belleza en escenarios como el festival Maquinaria en 2011, por ejemplo.
Johannes siguió en lo suyo, siendo el apoyo de músicos como Mark Lanegan, a quien le produjo “Blues Funeral” en 2012, o Brody Dalle, a quien le produjo su debut solista “Diploid Love” el año pasado, pero Alain le había agarrado el gustito nuevamente al escenario y preparó su segundo álbum como solista, “Fragments And Wholes Vol. 1”, que salió en noviembre del año pasado y que devolvió a Johannes al rock en gran forma, con canciones que le hacen justicia a su historia y que se mueven desde lo melodioso de “Spark”, hasta la crudeza del más stoner de los temas de Eleven, cobrando en vivo mayor textura con la ayuda de una banda llena de nombres nacionales como Felo y Cote Foncea, Roberto Trujillo y Diego Ili, que ya ha tenido grandes jornadas, como cuando abrieron el show de Queens Of The Stone Age, y que demuestra que la potencia de Johannes sigue ahí, en constante evolución, sin perder su esencia.
Este resumen puede ser muy sucinto, pero a través de unos cuantos párrafos se hace evidente cuánto peso tiene Alain Johannes en el rock, y se hace muy necesario considerarlo como parte de la historia grande de la música chilena, pese a que su carrera se haya desarrollado a miles de kilómetros. Lo mejor de todo es que, en los últimos años, por fin existe un reconocimiento en territorio chileno a Alain Johannes, pero este sigue siendo exiguo en números y estrecho en alcance, sin embargo, para un artista que ha hecho su carrera mezclando el escenario con el estudio y el trabajo detrás de escena, quizás sea más importante la calidad que la cantidad, total, a estas alturas no tiene que demostrarle nada a nadie.
Pocas artistas transitan con seguridad entre lo ajeno y lo propio de manera tan clara como Cat Power. Sin temor a hacer covers, la cantautora ha encontrado reconocimiento por versionar en grande las canciones de otros, pero también por las suyas, en una carrera anómala dada la forma en la que ella flota y entrega carácter a lo que sea que haga. Su voz y su intensidad son lo que la distingue, con versatilidad y una marca propia que ha cruzado décadas.
El último lanzamiento de la cantante fue “Covers” este año, una colección donde recorre desde Nico hasta Lana Del Rey, desde Iggy Pop hasta Frank Ocean, y donde, cómo siempre, incluso se da tiempo de releer un tema propio, “Hate” del disco “The Greatest” (2006), que ahora versa como “Unhate”. Esta capacidad reflexiva viene de su admiración por Bob Dylan y su vocación por retrabajar sus canciones durante las giras y los ensayos, a veces cambiándolas por completo.
Es que, aunque en paralelo Cat Power tiene discos fuertes de composiciones propias, como “Wanderer” (2018) y “Sun” (2012), incluso su gira 2022 lleva el nombre de “Covers”, y en sus primeras paradas no sólo se concentra en el disco de este año, sino también en “Jukebox” (2008) y “The Covers Record” (2000), los otros álbumes de reversiones hechas por la artista, así que incluso Frank Sinatra o The Rolling Stones se pueden inmiscuir en sus conciertos. Esto podría sentirse como una estrategia de Marshall para mostrar un repertorio más cercano a públicos masivos, pero que tenga tres discos de covers y que se sienta bien incluso haciendo sus propias relecturas, tiene más que ver con arranques artísticos que con tácticas frías. La misma Cat Power explicaba en una entrevista que el cover a “Bad Religion” de Frank Ocean vino desde la forma de evitar sentir ira al cantar “In Your Face”, a la que le cambió la letra para sentirse bien al interpretar tal melodía.
Pero no sólo son voces las que cambian al generar nuevas formas, sino también la estructura completa. Cat Power puede deshacer la estructura reconocida y reconocible de una canción para dotarla de una vida nueva. Pasó con “(I Can’t Get No) Satisfaction” en 2000, y pasa con “The Endless Sea” de Iggy Pop en 2022. Cuando se escuchan reversiones de Cat Power no sólo se tiene a disposición una canción ya conocida para escucharla a ella a través de ese medio, sino que también está la chance de escuchar cómo ella percibe y oye el mundo, y cómo lo ve. Es ese acto de transparencia el que irrumpe al poner un poco más de atención en estas acciones de la artista, quien no pocas veces ha desnudado el alma respecto a hechos de su vida personal, desde desventuras amorosas hasta enfermedades que casi la hacen retirarse de la música.
Cuando en “I Had A Dream Joe” canta “I opened my eyes”, en medio del momento más estridente del disco, habiendo convertido el swag de Nick Cave en un pulso intoxicante más parecido a la última era de Scott Walker, queda claro que al escucharla cantar a otros en verdad es una forma de cantarse a sí misma, algo que ha cruzado su carrera, siendo puntal de lo que hace. Aunque ha creado grandes canciones por su cuenta, lo que nos atrae de Cat Power no sólo es su creatividad o su interpretación, sino también cómo ella nos quiere contar el mundo, ya sea a través de temas propios o ajenos, y mientras suene su voz, esto siempre será un privilegio artístico como pocos en el mundo hoy.
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