El año 2014 marcó para siempre la carrera del dúo electro pop oriundo de Ontario, Crystal Castles. Formado en ese momento por Ethan Kath y la ya icónica Alice Glass, la pareja de músicos se encontraba en la cresta de la ola en cuanto a popularidad se refiere, siendo un número recurrente en los carteles de los festivales más importantes de la orbe, congregando a un numeroso séquito de fanáticos, en su mayoría jóvenes y adolescentes, quienes encontraron en los beats del dueto y sobre todo en la agresiva performance de Glass en vivo, una catarsis rebelde que se manifestaba en baile y melodías electrónicas, las cuales se debaten entre el pop, el punk e incluso el noise.
Por acá los tuvimos en tres oportunidades, siendo la última en el marco del glorioso Lollapalooza del año 2013, la más masiva y exitosa de sus presentaciones en el país, con un Movistar Arena que tuvo que cerrar sus accesos porque ya no cabía más gente en su interior. En esa oportunidad pudimos ser testigos de una agrupación que, promocionando su tercer larga duración, bautizado simplemente como “III” (2012), se encontraba en pleno control de sus capacidades, habiendo pulido cada uno de sus lastres y listos para dar el último paso hacia el olimpo, pero un quiebre al interior del dueto, que se hizo público por parte de la vocalista en octubre de 2014, dejó a Crystal Castles sin voz y, peor aún, sin el rostro que inspiró durante años a legiones de seguidores alrededor del mundo.
La incertidumbre se instaló entre los fanáticos del conjunto. Muchos de ellos incluso dieron por muerto al dueto, por lo que Kath tuvo que salir a dar declaraciones y señalar que, efectivamente, Alice Glass ya no era parte de la banda, pero Crystal Castles seguía con vida. Acusando falta de reconocimiento de su trabajo en el proyecto del que formó parte por ocho años, la frontwoman dio inicio a su carrera solista lanzando el sencillo “Stillbirth”, en un estilo bien industrial, y como un llamado a acabar con la violencia de género. De hecho, todo lo recaudado con la venta del single fue a parar a una fundación que lucha por los derechos de la mujer. Mientras seguimos esperando el larga duración que lance definitivamente la carrera solista de Alice Glass, Ethan Kath se puso manos a la obra para sacar del naufragio a su banda.
Es así como un 16 de abril del año pasado el hombre de los sintetizadores presentó “Frail”, como la primera canción de Crystal Castles post salida de Alice Glass. Acreditada como nueva vocalista, una chica anónima llamada simplemente Edith, vino a despertar una vez más la incertidumbre entre los aficionados al grupo. Sin fotos oficiales de la nueva alineación –a excepción de unas borrosas instantáneas que sólo aumentaban el misterio–, se comenzó a especular sobre la identidad de la nueva cantante. Se llegó a pensar que era el mismísimo Kath quien se puso al micrófono y que, con la magia de las perillas, había distorsionado su voz para hacerla parecer femenina. Otros pensaron que todo lo del quiebre había sido sólo un montaje y que, tarde o temprano, Glass y Kath reaparecerían juntos en el escenario como si nada. Pero el tiempo pasó y finalmente Edith Frances hizo oficial su existencia y puesto en la agrupación, en un concierto realizado el 27 de noviembre de 2015 en Johannesburgo, Sudáfrica. De ahí en adelante, el reformado dúo ha seguido presentándose en diferentes países del mundo, logrando muy buenos comentarios y anunciando su cuarta placa de estudio, a pesar de que la sombra de Alice Glass sigue –y seguirá por muchos años– penando en las arcas de Crystal Castles.
Y esa es la gran incógnita que dilucidaremos el próximo sábado 28 de mayo en el Teatro La Cúpula del Parque O’Higgins, donde la banda realizará su quinto show en escenarios nacionales, junto al sirio Omar Souleyman como número de apertura, fecha en la que podremos encontrarnos frente a frente con esta cantante desconocida, con el nuevo material y sentir la vibra de esta versión de Crystal Castles que está dando sus primeros pasos. La cita ya está pactada y sólo nos queda descubrir si, independiente de los cambios, la esencia rebelde del dueto sigue intacta.
Si de otorgar créditos se trata, no es exagerado decir que Pixies es una influencia ineludible a la hora de moldear el rock durante los últimos años del siglo XX. Incluso puede sonar ingenuo, pero antes del cuarteto de Boston nadie pudo combinar de manera tan sencilla y magistral la estridencia con la melodía. El contrapunto sonoro de versos suaves y coros intensos, que les concedió la adoración de figuras como Kurt Cobain o David Bowie, fue una fórmula imitada hasta el hastío durante los noventa, como si se tratase del descubrimiento de la pólvora.
Catalogados como punta de lanza del rock alternativo o cuna del indie, lo cierto es que Pixies toca una fibra tan elemental en la música popular, que su sonido no deja de ser relevante hasta la actualidad. Sólo bastaron tres años para que la banda se apoderara de la industria, paradójicamente, desde un sello independiente. De aquel memorable trío, que incluye el EP “Come On Pilgrim” (1987) y sus dos álbumes, “Surfer Rosa” (1988) y “Doolittle” (1989), se recoge lo más selecto de su repertorio, con una inédita mixtura de surf, punk y noise pop, entre otras sonoridades.
Pese a sus casi cuatro décadas de carrera, no son muchas las ocasiones en que Pixies se ha citado con su público de Chile. Recordado es aquel primer encuentro del año 2010 durante Maquinaria Festival: con la fortuna de contar con su formación original, la banda saldó las deudas pendientes con una fanaticada que los esperó por décadas, coreando cada uno de sus clásicos, y que además incluyó una pasada memorable por La Cúpula del Parque O’Higgins. Luego, para la edición 2014 de Lollapalooza, la agrupación volvió junto a la bajista argentina Paz Lenchantin, rearticulando al cuarteto que actualmente cuenta con una activa agenda de conciertos.
Ante tal trayectoria, no es de extrañar que sean parte de los nombres elegidos para encabezar Road To Primavera este 16 de octubre en la Explanada de Ciudad Empresarial, antesala auspiciosa para la primera versión de Primavera Sound Santiago, que traerá nostalgia y algunas novedades. En medio de una gira que los llevará por Europa, Estados Unidos, Japón, Oceanía y, por supuesto, Sudamérica, la banda anota su tercera visita a grandes festivales en Chile, esta vez con nuevo material bajo el brazo. Se trata de su octavo larga duración, “Doggerel”, cuya fecha de lanzamiento está estipulada para este 30 de septiembre, concediendo la oportunidad perfecta para disfrutar de un repertorio fresco, a pocos días después de su publicación.
Con razones de sobra para formar parte de la primera edición de Primavera Sound Santiago, Pixies es un nombre anchamente consolidado. Fundamentales al momento de entender las raíces de la música alternativa, cada visita es una ocasión más que necesaria para reencontrarse con una banda que no aparece con frecuencia en estas latitudes. Con clásicos de su primera etapa como “Here Comes Your Man”, “Monkey Gone To Heaven”, “Velouria”, o el famosísimo “Where’s My Mind?”, los precursores del college rock cuentan con un amplio repertorio que no se ha quedado en el pasado, muy por el contrario, vienen con la atractiva promesa de presentar material nuevo de esta longeva, pero vigente agrupación. Una ocasión imperdible por donde se le mire.
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