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The Black Keys: Blues a la vena
Publicado
Hace 8 añosen
Durante la espera de largos e interminables meses antes de Lollapalooza 2013, la pregunta que más se repetía era: ¿Y desde cuándo estos tipos, The Black Keys, son tan famosos? A eso, se sumaba la opinión de que el dúo de Ohio no estaría a la altura para cerrar un festival de tal importancia como Lollapalooza. Bueno, antes de comenzar con la revisión de lo que fue la noche, hay que destacar que The Black Keys no es una banda de principiantes que de la noche a la mañana le dieron el palo al gato con su música. The Black Keys ha venido sembrando rigurosamente su música desde el año 2001, y ha editado siete discos a la fecha. Y su fama ha venido desde esa época en ascenso, ya sea como la banda fetiche de los sectores más under de Estados Unidos, por la crítica especializada de producción musical, y ahora por el mainstream.
No es casualidad que The Black Keys haya venido a cerrar Lollapalooza Chile 2013, siendo que vienen de ser plato fuerte en numerosos festivales alrededor del mundo. Pero claro, aquí, por más que tengamos Internet, aún así estamos algo aislados. Y para un auditor normal de radios, The Black Keys es el grupo de moda con un par de hits bailables, pero esto dista mucho de la realidad.
A eso de las 21:30 horas, y precedidos por Deadmau5, saldrían a escena Patrick Carney y Dan Auerbach, acompañados en gran parte de la noche por Gus Seyffert en el bajo y John Wood en teclados, sintetizadores y segundas voces, para dar las primeras notas de “ Howlin’ For You”, la cual ha sido la responsable de abrir todos los shows del último año de The Black Keys. Desde un comienzo, la gente se mostró bastante animada, sin llegar a la locura de la tarde con Franz Ferdinand, pero si con ganas de escuchar lo que el dúo tenía para entregar. Y basándose inicialmente en “Brothers” (2010), se comenzó a ver el desarrollo de una muy pulcra presentación con “Next Girl”.
Dan Auerbach maneja la guitarra a su antojo; la digitación de la técnica del blues la combina a la perfección con los riffs más rockeros. Por su parte, Patrick Carney, parece impenetrable dentro de su estado de concentración en la batería, la cual, muy por el contrario de las bandas más estándar, está ubicada a la misma altura y disposición que Auerbach, y que con una simpleza en estructura logra sacarle partido en extremos a todas sus piezas. Y mientras el público se va encendiendo de a poco, llegaría el momento para comenzar a repasar su premiado último disco, “El Camino” (2011), junto a “Run Right Back” y lo mejor del rock blues, para dar paso a una de las pocas canciones del “Attack & Release” de 2008, con “Same Old Thing”.
En “Dead And Gone” se hace entendible, eso sí, la primera de las verdades del show del dúo: la necesidad de músicos de apoyo. Es bastante relevante adherir una base melódica más allá de la rítmica de la batería. Y como The Black Keys pasó de la austeridad del garage a su etapa actual, es casi de vital importancia Seyffert y Wood, como también lo demostraron en la coreada “Gold On The Ceiling” y el monstruoso solo de guitarra de Auerbach (uno de los tantos que nos regaló). Con “Thickfreakness” llegó el momento en que el dúo quedaría solo en el escenario, acompañado por la simples pero potentes luces amarillas. Con estas abrieron la sección más purista del sonido de The Black Keys. Y si la gente ha osado en compararlos con The White Stripes, aquí se ve que sus caminos, en caso de toparse alguna vez, son absolutamente inversos. The White Stripes llegó haciendo rock con ciertas influencias bluseras que fueron abriendo a medida que evolucionaron, caso contrario con Carney y Auerbach, que demuestran en vivo desde qué lugar viene su sonido. Blues casi en su estado más puro, totalmente a la vena. Y en “”Your Touch y “Girl Is On My Mind” (con una larga intro), se pueden repasar instantes ya más avanzados dentro del garage rock, pero que en vivo suenan mucho menos garage, casi al filo del folk blues. Auerbach demuestra con su fraseo no sólo su escuela musical, sino que se le salen por los poros sus raíces norteñas, lo que hace más creíble esa parada casi de redneck neo liberal, por muy contradictoria que suena la frase.
Saffert y Wood volverían para uno de los momentos más intensos de la noche, con el canto melancólico de Auerbach y “Little Black Submarine”, que separó ambas partes de la canción para el respiro de la audiencia y el estallido de los aplausos. Y la potencia volvería con “Money Maker” y con la re encendida de la guitarra de Auerbach con otra del “Attack And Realease”, “Strange Times”. Y desde ahí en adelante, casi todo sería una repartida entre los últimos discos de la agrupación. “Sinister Kid” y una de las más aplaudidas, “Nova Baby” acercarían el show al final.
Auerbach se tomó algunos instantes para saludar a la audiencia y hacer notar lo feliz que estaba de estar por primera vez tocando para los chilenos, mientras Patrick Carney, siempre concentrado, se mantendría como una parte adherida más de su batería, para entregar un juego de golpes incansables de toms para “Ten Cent Pistols”, en una de las canciones donde Auerbach revisita su melancolía vocal. Y en “She’s Long Gone” se devuelve por la senda de esos monstruosos solos de guitarra. Para cerrar, llegarían las más conocidas, con “Tighten Up”, el cual fuera el primer single realmente conocido por estas tierras, lo que desencadenó tener al público cantando a la par con el rubio vocalista. Y si eso ya era harto, el caos que se originó con la canción de 2012, “Lonely Boy”, fue inmensurable. Por primera vez en toda la noche, el público se atrevería a saltar indiscriminadamente y gritar, casi como si fuera un one hit wonder.
Para el final, dos sorpresas. Auerbach demostrando su poderío vocal, que ya había quedado en evidencia varias canciones antes, pero que en el momento de “Everlasting Light” ensalzó todo con un perfecto falsete que sacó aplausos generalizados. Y para el final, la elegida fue la explosiva “I Got Mine”, donde guitarra y batería se fusionaron como una sola pieza, que hizo explotar los arreglos de parlantes. Todo premeditadamente adornado con un juego de luces impresionante, que terminaría por mostrar el nombre de la banda en letras luminosas gigantes moviéndose al ritmo de Carney. Explosión, Auerbach rasguñando con ira las seis cuerdas, y ambos saliendo rápidamente del escenario. Finalmente entraron los fuegos artificiales y con pomposidad llegó el fin de Lollapalooza 2013.
Siendo sinceros, sabíamos de antes que, por más que The Black Keys fuera de las bandas más tocadas en 2012, difícilmente se puede crear la histeria colectiva que surge por cada invento juvenil que se hace. Más allá de crear un par de pegajosos singles, The Black Keys son potencia, prolijidad y un estilo que vienen puliendo desde hace doce años. Y a pesar que el público no reaccionó como sí lo hizo con la historia y la importancia de Pearl Jam, eso no le quita méritos al dúo estadounidense. Fueron simplemente un número acorde a la calidad del cierre de un festival de esta envergadura. Y ya basta con compararlos una y otra vez con The White Stripes, The Black Keys tiene una historia propia, una historia que debíamos conocer.
Setlist
- Howlin’ For You
- Next Girl
- Run Right Back
- Same Old Thing
- Dead And Gone
- Gold On The Ceiling
- Thickreakness
- Girl Is On My Mind
- Your Touch
- Little Black Submarine
- Money Maker
- Strange Times
- Sinister Kid
- Nova Baby
- Ten Cent Pistol
- She’s Long Gone
- Tighten Up
- Lonely Boy
- Everlasting Light
- I Got Mine
Por Pamela Cortés
Fotos por Julio Ortúzar
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The Offspring, Eterna Inocencia y BBS Paranoicos: Final de fiesta
Publicado
Hace 1 añoen
15-Mar-2020
Es imposible no pensar en el contexto antes de plantearse cómo hablar de un show realizado en medio del avance del SARS-CoV-2, coronavirus que deriva en la enfermedad COVID-19, hoy una pandemia global. Es difícil no pensar en la ineptitud de las autoridades que, pese a la tardanza del virus en llegar a Chile, aún no toman las decisiones que podrían evitar un contagio a niveles terribles. Así, no es extraño que el show de The Offspring en nuestro país sí pudiera realizarse, aunque en la previa hubo múltiples cuestionamientos. La industria del entretenimiento está sufriendo en todo el mundo y, al final, este fue el último concierto quizás hasta cuánto tiempo más. Y eso está bien, y es lo correcto, por culpa de un virus que no ataca con fuerza a quienes van a eventos así, sino a los adultos mayores.
Sin embargo, este cierre de fiestas, pese a tener tanto en contra y tanto que analizar fuera del escenario, en el lugar donde la gente pone sus oídos, ojos, cuerpos y corazones, lo cierto es que presentó tres bandas que exploraron los lados más brillantes del punk, de todo lo que significa, ya sea el compromiso social –como hizo Eterna Inocencia–, con la rabia del pleno acto de vivir como hace BBS Paranoicos, o desde el lado de disfrutar el sonido como The Offspring. En una extraña burbuja con forma de cúpula como es el Movistar Arena, pudimos ver una comunidad unida, sin temores a una pandemia mundial. Y es que la fiesta fue completa para quienes asistieron, pese a la postal de personas con mascarillas (que se supone no sirven para enfrentar un posible contagio) o también las noticias que llegaban de la suspensión de múltiples eventos y actividades productivas del país, anticipándose a las autoridades, las grandes perdedoras de cualquier jornada en los últimos meses.
BBS Paranoicos abrió con puntualidad los sonidos a las 17:45 hrs., y lo hizo con “Sin Salida”, “Mis Demonios” y “La Rabia”, una triada que en poco más de cinco minutos dejó en claro el espíritu que inundaría la siguiente hora de música, que de forma exacta iba hilvanando canciones de furia, desesperanza o reafirmación del ser, como “Sanatorio”, “Mentira” o el hit “Ruidos”. En medio de eso, la gente saltaba al son de “el que no salta es paco” o de los gritos de “Piñera conchetumare, asesino, igual que Pinochet”. La banda respondía diciendo que era clave ir a votar, mientras lucían sus poleras negras con la leyenda “#APRUEBO” por delante, dejando su tradicional logo por la espalda.
Aunque el micrófono de Omar Acosta no tenía mucha claridad –algo que hacía que se perdieran parte de las letras–, la interpretación en todo sentido funcionaba perfecto. “Como Una Sombra” o “Calla y Espera” retumbaban mientras ya se pasaba de un millar a varios miles de personas en Movistar Arena. La parte de adelante fue siempre la más entusiasta y, aprovechando el espacio, incluso hubo un circle pit que probablemente contravino cualquier recomendación de distanciamiento social por el coronavirus, pero que a quienes estuvieron ahí no les importó. Igualmente, se hacía rara esa sensación de ver un show con tal nivel de compromiso social y, a la vez, notar que las ganas de formar parte del momento podían ser contraproducentes respecto a la salud pública. De todas formas, una hora después, tras el doblete entre “Irreparable” y “No Lo Veo Como Tú”, se cerró no sólo un show tremendo de BBS Paranoicos, sino también el inicio de esta extraña, pero potente jornada de punk.
La continuación no iba a ser menos fuerte con Eterna Inocencia. La banda argentina, que hace de la consigna social parte de las historias que cuentan, se atrasó cinco minutos de lo que supuestamente debía ser el inicio del show, aunque eso no mermó en la vibra de la gente o de los músicos. Nuevamente sería el micrófono del vocalista principal el que generaría problemas, esta vez dejando en un nivel más bajo del necesario a Guillermo Mármol, cuya labia es importantísima en cada track que se despachó, desde “Viejas Esperanzas” o desde “A Los Que Se Han Apagado…”. Lo más impactante de lo que hace el quinteto es cómo logran el sonido que tienen, que los acerca más a Bad Religion en la pulcritud que a conjuntos más desprolijos que ven en lo instrumental algo secundario. Sí, las letras y las convicciones de Eterna Inocencia son algo que los acerca al público y a una sociedad completa, con “La Risa De Los Necios” –dedicada al “cura obrero”, Mariano Puga– o “El Guardián” como ejemplos de ello. Pero también hay espacios como el instrumental después de “Le Pertenezco A Tus Ojos…” que dejan en claro cómo EI es muchísimo más en vivo que en estudio.
Episodio aparte fue el freno que la banda le dio al show por más de cinco minutos con el fin de que la gente amontonada dejara espacio para que atendieran a un chico que estaba con problemas de salud en la multitud. Cerrando con “Weichafe Catrileo”, canción inequívocamente destinada a la lucha en la que, pese al desvío lamentable que presenta la pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, sin duda que continúa, y que tras más de una hora de fuerza escénica también se pudo compartir con las grandes letras e interpretación de una banda de punk que es mucho más que eso a estas alturas para sus fans en nuestro país.
Cuando el reloj marcaba las 21:00 horas en punto, el recinto bajaba sus luces y las trompetas características de “Pretty Fly (Reprise)” –canción que cierra el icónico “Americana” (1998)– daban inicio al número estelar de la jornada. Y es que, luego de la enérgica rendición de los clásicos “Americana”, “All I Want” y “Come Out And Play”, no cabía duda de que los fanáticos de The Offspring ansiaban un baño de nostalgia tras casi cuatro años de espera y del reagendamiento dado por la contingencia en el territorio nacional. El triplete, ovacionado y disfrutado por los presentes hasta con bengala incluida, dejó en evidencia el excelente estado de la banda gracias a una perfecta ecualización que reverberó sin problemas en el globo. Tras dicho inicio, Dexter bromeó que este sería “probablemente el último concierto en el hemisferio occidental” y que, a pesar de todo, no podían cancelar tan especial reencuentro. El vocalista finalizó su humorística intervención no sin antes recomendar evitar el contacto físico para prevenir cualquier contagio relacionado a la pandemia que acecha al mundo por estos días.
Pausando el repertorio típico por algunos momentos, el cuarteto estadounidense presentó “It Won’t Get Better”, una de sus más recientes creaciones, ante una respetuosa audiencia que apoyó con palmas cuando la canción y los músicos lo requirieron. Luego, volvieron al ruedo con “Want You Bad”, “Session”, “Original Prankster” y “Staring At The Sun”, hitazos que encendieron al público y lo llevaron a iniciar diversos –y poco recomendados– mosh pits a lo largo de la sección. La voz de Dexter merece mención aparte, pues, a pesar de los años, llega a los tonos requeridos por la selección y es capaz de interpretar con la fuerza que una agrupación de este estilo demanda. Al finalizar un diálogo que sólo The Offspring puede llevar a cabo a la perfección, haciendo chistes sobre cómo Dexter, aparte de ser el liricista principal de la banda, también tenía un doctorado en virología, llegando a la hora de los covers. Y es que, tal y como lo reconocieron en el escenario, no habría grupo sin Ramones o sin la influencia de los hermanos Young.
Una vez terminado el homenaje, los norteamericanos versionaron sus tradicionales “Bad Habit”, “Gotta Get Away” y una emotiva “Gone Away” en piano, la que demostró el correcto estado vocal de Holland y constituyó una mezcla perfecta entre aterciopelados tonos de sensibilidad y el estruendo característico de la banda hacia el ocaso del tema. Luego, los éxitos insignes de la banda “Why Don’t You Get A Job?”, que incluyó unas pelotas plásticas de colores para interactuar con los fans, “(Can’t Get My) Head Around You”, “Pretty Fly” y “The Kids Aren’t Alright” sentaron precedente de que la potencia del grupo sigue incólume tras 34 años de carrera. Hacia el epitafio del periplo, y a modo de encore luego de un par de minutos de reposo, retornaron al escenario para finalizar con dos clásicos y un inesperado tributo a Pennywise, quienes tuvieron que restarse del evento a última hora dada la alerta de salud mundial. Cerrando con “You’re Gonna Go Far, Kid”, “Bro Hymn” y “Self Esteem”, The Offspring le puso broche de oro a una icónica noche en Movistar Arena, lugar que marca un hito de masividad en la historia del grupo en cuanto a conciertos en nuestro país.
Tomando las palabras de Holland en los últimos minutos del show, es menester mencionar que este fue, probablemente, el bastión final en un largo tiempo de eventos masivos en la industria de la música en Chile y en occidente. Sin embargo, eso no fue impedimento para el disfrute de miles de asistentes que llegaron y lo dieron todo en un espectáculo que logró llevarse a cabo de manera perfecta, pese a todos los contratiempos y dificultades que surgieron. Ciertamente, resulta muy importante tomar las recomendaciones del vocalista antes de despedirse: “Cuídense, por favor. Hasta la próxima”. Un incierto cierre temporal para el showbiz musical que promete un “hasta luego”, pero que desconoce qué tan pronto se reactivará el flujo normal y necesario de adrenalina y fervor que solamente las melodías pueden proveer a los habitantes de esta tierra.
Setlist BBS Paranoicos
- Sin Salida
- Mis Demonios
- La Rabia
- No Siento Culpa
- Eterno Retorno
- Sanatorio
- Mentira
- Ruidos
- Corazón Al barro
- Tanto Insistir
- Daño Permanente
- Recuerdos
- Como Una Sombra
- Cristales
- Calla y Espera
- El Regreso
- Ausencia
- Irreparable
- No Lo Veo Como Tú
Setlist Eterna Inocencia
- Viejas Esperanzas
- Encuentro Mi Descanso Aquí, En Este Estuario
- A Los Que Se Han Apagado…
- Trizas De Vos
- Abrazo
- A Elsa y Juan
- La Risa De Los Necios
- El Guardián
- La Mentira Sin Fin
- Cuando Pasan Las Madrugadas…
- Hazlo Tú Mismo
- Cartago
- Sin Quererlo (Mi Alma Se Desangra)
- Cassiopeia
- Le Pertenezco A Tus Ojos…
- Puente De Piedra
- Nuestras Fronteras
- Weichafe Catrileo
Setlist The Offspring
- Americana
- All I Want
- Come Out and Play
- It Won’t Get Better
- Want You Bad
- Session
- Original Prankster
- Staring At The Sun
- Blitzkrieg Bop (original de The Ramones)
- Whole Lotta Rosie (original de AC/DC)
- Bad Habit
- Gotta Get Away
- Gone Away
- Why Don’t Get You Get A Job?
- (Can’t Get My) Head Around You
- Pretty Fly
- The Kids Aren’t Alright
- You’re Gonna Go Far, Kid
- Bro Hymn (original de Pennywise)
- Self Esteem
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