Mucho se ha hablado durante el último tiempo acerca del “Simulation Theory World Tour”, gira internacional de Muse que, en promoción de su último trabajo de estudio, realiza un show basado en la parafernalia, con diversos elementos que le entregan un sentido del espectáculo muy diferente a lo que la banda ha hecho desde sus inicios. Ya con una extensa carrera a cuestas, el conjunto liderado por Matt Bellamy salió en lo que es su gira más ambiciosa y producida, repasando un catálogo digno de cualquier gigante del rock con los mismos cánones y precedentes que requiere un acto de esa talla. Muse se siente más grande, más confiado y consciente del estatus que poseen como banda a estas alturas, y demostrar eso frente a un público tan efervescente como el sudamericano parecía una tarea titánica, pero el trío no sabe de imposibles.
Desde muy temprano el ambiente comenzó a encenderse en la Pista Atlética del Estadio Nacional, hasta donde miles de fanáticos llegaron para conocer esta nueva faceta del conjunto. Antes del show, eso sí, un invitado muy especial haría acto de presencia, con Kaiser Chiefs ejecutando un breve pero intenso set, que sirvió para entregar sus clásicos de siempre, además de interpretar los no más de dos cortes destacables que tiene “Duck” (2019), su último trabajo de estudio.
La agrupación pasó por composiciones conocidas, como “Everyday I Love You Less And Less”, “Ruby” o “I Predict A Riot”, con un show entretenido, pero un poco ignorado por la audiencia durante los cincuenta minutos que la banda estuvo en el escenario. Ricky Wilson y los suyos suelen robarse la película en cada escenario al que van, ya lo habían demostrado en ocasiones como Lollapalooza Chile 2013 o cuando acompañaron a Foo Fighters en el mismo recinto que Muse, pero en 2015. Esta vez, lamentablemente, parece que el artista principal pesaba mucho más que cualquier hit que los británicos trajeran bajo la manga.
Mientras diversos cortes de la banda sonora de “Stranger Things” sonaban por los parlantes, el público entusiasta comenzaba a ponerse en onda con lo que se vendría; muchas luces, láseres y el sonido casi permanente de un sintetizador serían la tónica de la noche, por lo que, apenas comenzó el show de Muse, el contexto futurista al que la banda apela sería una constante en progresión.
Desde el primer gran batacazo con “Pressure”, el conjunto demostró su estampa, fundiendo su sonido en guitarrazos agresivos, una batería marcando a golpe limpio cada movimiento y el aura que sólo un sintetizador puede impregnar en todo el ambiente. A primeras luces, el show de Muse es una instancia criada en el stadium rock y el catálogo que presentaron establece perfectamente todos esos parámetros. Así como la teatralidad del espectáculo se tomó la música en vivo en cierto punto de nuestra historia, hoy no existe una mejor comprobación de calidad que la de montar una experiencia única cuando se sube a un escenario.
Pese a que el último trabajo discográfico de la banda fue el cual se llevó la mayor parte del show (alcanzando ocho tracks del LP dentro del setlist), estas composiciones en vivo adoptaron un sentido que se aprecia mucho mejor que en sus versiones de estudio, echando por la borda la afirmación de que esta nueva dirección musical que el conjunto adoptó no tiene mucho que ver con su carrera hasta el momento. Bajo ese contexto, canciones como “Hysteria”, “Supermassive Black Hole” o “Plug In Baby” encuentran su lugar dentro de un listado que también incluye créditos recientes, como “Propaganda”, “The Dark Side” o “Tought Contagion”, hecha casi a la medida para contextos de estadios, donde la gente puede corear la melodía principal y generar esos momentos únicos de interacción entre una banda y su público. Punto aparte para “Bliss” como gran sorpresa de la noche, interpretada a pedido de la audiencia luego de que la banda les hiciera elegir entre “Showbiz” o el track finalmente interpretado.
La verdad es que todos los elementos cliché con los que contaba este show en el papel, desde las pantallas, luces, hasta el grupo de bailarinas que intervenía de vez en cuando, son factores que no mermaron su calidad. Independiente de que se tratara de una gran puesta en escena –como las hay muchas hoy en día–, Muse pudo salir del típico show para estadios, entregando bajo el sentido del espectáculo un repaso no tanto por su historia, sino que por su espíritu, demostrando que para ser una buena banda en vivo no es necesario mantenerse apegado al propio estilo original.
La evolución siempre será buena, y cuando se apunta a un contexto más masivo, siempre hay que tener algo para todos los gustos. Si en cualquier otra instancia lo más importante serían los efectos especiales o el gigantesco robot Murph apareciendo detrás del escenario mientras la banda interpretaba “Stockholm Syndrome”, aquí esas cosas parecieron ser sólo un agregado dentro del tremendo show que desplegó la banda. Ya no hay dudas, Muse creció y apunta a otros horizontes; ahora es de las grandes ligas.
Setlist
Algorithm (Alternate Reality Version)
Pressure
Psycho
Break It To Me
Uprising
Propaganda
Plug In Baby
Pray (High Valyrian) (original de Matthew Bellamy)
The Dark Side
Supermassive Black Hole
Thought Contagion
Interlude
Hysteria
Bliss
The 2nd Law: Unsustainable
Dig Down
Madness
Mercy
Time Is Running Out
Prelude
Starlight
Algorithm
Stockholm Syndrome / Assassin / Reapers / The Handler / New Born
Era el esperado turno de los liderados por Perry Farrell tras su cancelación el año pasado. La banda, que debutaba en Cerrillos en el escenario Banco de Chile, sufrió la baja de uno de sus icónicos integrantes, lo que no fue impedimento para que resolvieran aquella deuda con nuestro país.
Dave Navarro sería sustituido por Josh Klinghoffer, quien de bajo perfil resolvió con oficio y actitud. Así, Jane’s Addiction partía su set con un doblete de “Nothing’s Shocking” (1988), encendiendo el ambiente con “Up the Beach” y “Ocean Size”. Es innegable la calidad e influencia que Jane’s Addiction ha tenido en una generación completa de músicos y público.
Y es que su líder, además de dominar completamente el espectáculo, también ha podido administrar con visión parte de una industria, liderando desde sus inicios la marca Lollapalooza. Hoy, las nuevas generaciones se mezclaron con los viejos emblemas del rock y juntos lograron encarnar la filosofía de cualquier festival donde lo que más importa es la música.
Con el sol golpeando nuevamente sobre las cabezas en un repleto escenario, Perry Farrell se dedicó a hablar e interactuar envalentonado por una botella de vino tinto. El cantante se refirió al calor e incluso al Presidente, provocando la positiva reacción del público. Para quienes buscaban clásicos, la banda deleitó. Repasó sus mejores éxitos y permitió a su guitarrista de emergencia soltarse en pasajes de la incansable “Three Days” y hasta reversionaron “Jane Says” en clave acústica.
Fieles a su estilo, la banda fue acompañada por bailarinas y una puesta en escena tipo burlesque. Jane’s Addiction regresa con el único peso de la experiencia en su espalda, sin intentar demostrar nada nuevo. Sin embargo, su presencia en un festival de estas características es siempre un deleite, agregando siempre un toque de oficio y experiencia.
Alain Johannes Trio
Para Alain Johannes la vida no ha sido fácil. El músico chileno regresaba a nuestro país tras la dolorosa pérdida de uno de sus mejores amigos, Mark Lanegan y parecía que esta sería la mejor oportunidad para un homenaje. Secundado por su banda local, Johannes se subió al escenario alternativo Aldea Verde y repasó gran parte de su nutrida trayectoria musical.
Con una seguridad y un toque de emoción, Johannes entregó una versión casi idéntica de “Can’t Change Me” de Chris Cornell, la cual trabajaron juntos y la frenética “Hangin’ Tree”, dedicada a Lanegan. La riquísima experiencia de Johannes daría para un show muchísimo más extenso e íntimo, con canciones de todos los estilos y generaciones que ayudó a producir.
Sin embargo, el músico se las arregla para condensar aquello y recorrer parte de ese camino musical. Así pasó por su excelente etapa de “Spark” e incluso Eleven, tocando “You’re my Diamond”, entre otras. Johannes es una joya y uno de los puntos altos dentro de la representación local en el festival. El músico, que además gozó de un correcto nivel técnico en el escenario, tiene aún mucho que mostrar hasta ponerse completamente al día con el país que ya logró conquistar.
Twenty One Pilots
Tenían la difícil tarea de ser el reemplazo de Blink-182, los cabeza de cartel. Sin embargo, Twenty One Pilots, saben lo que hacen y ya cuentan con la experiencia y el público chileno en el bolsillo. Así, el dúo se presentó sobre el escenario Costanera Center tras el eléctrico y psicodélico show de Tame Impala, marcando un quiebre en cuanto a lo que necesita cada número para resaltar.
Los norteamericanos tienen una base fiel de seguidores que pacientemente los esperó y se alegró de que, pese a que no estaban haciendo giras, hayan podido regresar a nuestro país. Aquello no fue impedimento para que el dúo de Tyler Joseph y Josh Dun se entregaran al máximo con un show renovado y con sorpresas.
Totalmente encapuchados, los músicos saltaron a escena con los primeros acordes de “Guns for Hands” y “Morph”, con Joseph acompañado del piano en todo momento. No fue sino hasta “Holding on to You” que la banda ya tenía cautivado al grueso de los asistentes que se hacían camino entre quienes ya abandonaban el parque.
Siempre al piano, el carismático líder se apoderaba de todo el escenario hasta que se apoyaron por primera vez con banda, dejando al dúo al descubierto para el espectáculo. La parte más interesante de la noche estaría a cargo de una sección de trompeta que incluyó guiños a Chico Trujillo y Los Jaivas, desatando la locura de los asistentes.
Una banda de estas características sabe bien cómo encantar y respetar a su público. Con pequeños detalles y una entrega siempre al cien, lograron emocionar y también consolar a quienes veían con resignación al reemplazo de su banda favorita. Pero para eso, la banda tendría otra sorpresa más: despachar un cover de “First Date” y prender a todo el parque. Casi como agradecimiento por las casualidades de la vida que los devolvió a Chile, la banda se plantó como siempre con un show impecable y divertido.
Pese a las dificultades que surgieron tras la repentina cancelación de Blink- 182, plato fuerte de la versión 2023 de Lollapalooza Chile, el festival que ya cumple 11 años logró salir ileso una vez más, encantando y cautivando a un público que encontró en la variedad un refugio. Si bien el choque generacional fue demasiado dramático en esta nueva versión, terminó convenciendo y reuniendo a casi todos por igual, que disfrutaron de lo que ofrecieron números como Billie Eilish, Rosalía o Tame Impala.
Son esos detalles los que encarnan la filosofía de un festival que ya cumple más de una década y que contó, una vez más, con su fundador como parte del cartel. Si hoy fallaron artistas, sus reemplazos dieron el ancho y congregaron mas no dividieron. Durante las tres jornadas de un nuevo y caluroso marzo, Lollapalooza Chile sigue dando muestras de ser un festival para todos los gustos y con presentaciones de primer nivel, pese a las críticas -válidas- de su otrora público objetivo. El festival se consolida, encanta pero aún no convence tras su segundo año en el Parque Bicentenario de Cerrillos. Será tarea aún pendiente mejorar los accesos y otros puntos al interior del recinto para que la experiencia sea aún más accesible y cómoda.
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