Sin contratiempos, como en su anterior visita del 2006; recordemos que BBS PARANOICOS salvó la presentación del quinteto de Örebro, tras la pérdida de su equipaje e instrumentos; llegó Millencolin a Chile, para presentarse por segunda vez en Chile.
Como condimentos a esta esperada segunda visita, los locales Sin Perdón, y los desconocidos, pero no menos importantes Mustang, fueron los platos de entrada para esta ocasión. Ambos realizando una escueta presentación pero a la altura de la situación.

El Teatro Caupolicán, sin ser la mejor locación para este tipo de conciertos, cumple con la expectativa. Sin sonar de maravilla, permitió a Millencolin desenvolverse con naturalidad y entusiasmo. Con una simple y tradicional puesta en escena. Lienzos intercambiables de fondo, un juego de luces bastante típico y poco complejo aderezaron la entrega y simpatía de los músicos.
Sobre todo el constante jugueteo por parte de Mathias con Erik principalmente, y las continuas subidas de este mismo al pedestal de la batería, para gesticular quién sabe qué, con Fredrik. Sin duda, fue quién más entusiasmo mostró. En tanto, un agradecido Nikola, permanecía atónito frente a la acalorada respuesta del público.
Una entrada triunfal, pero sin rodeos y grandes efectos, “Penguins and polarbears”, seguida de una recién sacada del nuevo disco, la misma que lo titula, “Machine 15”. Entre gritos de “Viva chile”, un muy contento Nikola, introducía “Ray”.
Para “Botanic mistress”, el entusiasmo de Millencolin se hacía evidente, Mathias y Erik se entretuvieron tocando espalda contra espalda, y la intensidad subía de a poco. Al finalizar la canción, Mathias hizo un gesto hacia su micrófono, ¿falló?, fue casi imperceptible, un detalle. Ni se notó.
Tanto subió la adrenalina, que las primeras ratas ya se subían al escenario para experimentar los primeros stagedivings de la noche, durante “Cash or clash” y la notable “Broken world”, de su última placa “Machine 15”, los clásicos aun se esperaban.
“Yeah, yeah, yeah, yeah”, tan solo esa introducción bastó para que un hit como “Man or mouse”, la primera del “Home from home”, hiciera explotar en delirio al público. “Bullion”, una estocada directa al callo, mantuvo la emoción en alto, y el desorden se hizo en el Caupolicán. Lo que diferenció esta presentación de la anterior, sin duda fue “Machine 15”, su última opus. Y así fue como “Brand new game” hizo vibrar a la audiencia.”Black eye” fue la siguiente y la conmoción subía.

Sin duda, el momento de la noche fue para “The ballad”, la única canción de los suecos, que cambia totalmente el rumbo hacia una melancolía pura fuera del soft core, o skate punk que los identifica. Eso sí, hay que decirlo, fue la más coreada y ovacionada. Sobre todo luego del monólogo de Nikola, sobre el partido de Chile, y su triunfo sobre Argentina. El público no escatimó en gritos, y el “¡porom pom pom, porom pom pom! el que no salta es un argentino m*****n”, se hizo escuchar mientras el calvo vocalista miraba anonadado y sonriente tal espectáculo.
“Mr. Clean”, el clásico de clásicos, un himno para su historia. Y de golpe se deja ver otro lienzo de fondo. El entusiasmo de Mathias, Erik y Nikola se podía ver en todo su esplendor, entre saltos sincronizados, y la alegría de Millencolin desbordaba el lugar. Este tridente de cuerdas, demostró una vez más su calidad vocal.
“Battery check”, y luego “Luzin’ must”, continuaron con una presentación, hasta ese momento redonda, sin bajones, sin vaivenes, más que los propios de la intensidad de sus canciones y la respuesta de un público enfervorecido.
Del “Pennybridge pioneers”, no podía faltar “Fox”, mientras Mathias, por un lado bajaba del escenario, y se acercaba “peligrosamente” al público presente. “Dance craze” y “Olympic”, cerraban entonces la primera hora de concierto, pero faltaba más, el clásico masificado por el juego de PS1, “Tony Hawk’s Pro Skater”, “No cigar”, finiquito la primera rueda del concierto, antes del bis.

Corto fue el tiempo que se hizo esperar. Un último respiro de Millencolin en Chile, se escuchó con las últimas cuatro canciones. “Farewell my hell”, luego su último single “Detox”, incluido tributo a The Beatles, con “Eight days a week”, para luego cerrar con “Pepper” y la mediática “Kemp”.
Sin duda, fue un concierto completo, aun cuando faltaran casi los mismos clásicos, como “Vixen”, por ejemplo. La presentación fue satisfactoria, cargada hacia sus discos superventas “Pennybridge pioneers” (2000) y “Home from Home” (2002).
Por Juan Enrique Chomon
Fotos por Felipe Ramírez Amigo