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Masada: La magia de Zorn
Publicado
Hace 9 añosen
Y llegó el día. Una deuda, que después de décadas de espera, por fin se saldaba. La leyenda del avant-garde debutaba en nuestro país, en un show que se anticipaba como imperdible. Con la totalidad de las localidades vendidas, el Caupolicán esperaba ansioso el arribo de John Zorn y su proyecto Masada, una mezcla de klezmer, jazz y mucha experimentación, donde el estadounidense se remonta a sus raíces judías, para reinventar sus sonidos y crear, lo que él denomina como “música judía radical”.
Es curioso ver como los rostros se repiten cuando artistas de la talla y estilo de John Zorn pisan nuestras tierras. Un fenómeno digno de estudiar, ya que pocas veces se puede ser testigo de una devoción tan grande a músicos que no son precisamente los más “masivos”. Sólo basta con observar lo que ocurre cada vez que Mike Patton nos visita con alguno de sus proyectos, o cuando Secret Chiefs 3 y Nels Cline Singers, quedaron sorprendidos ante la respuesta de un público frenético. Con estos antecedentes, el ambiente previo a la presentación del norteamericano, era inmejorable.
A las 21 horas en punto se apagan las luces y sale a escena John Zorn (saxofón alto), vistiendo sus ya clásicos pantalones militares, Greg Cohen (contrabajo), Dave Douglas (trompeta) y Joey Baron (batería). Un discreto saludo al público y se dio comienzo a “Tharsis”. El contrabajo y la batería llevando el ritmo, mientras que Zorn y Douglas hacían de las suyas jugando con las melodías, que transportaron al teatro a las lejanas tierras del medio oriente. En esta pieza, de más de 10 minutos de duración, ya se podía dilucidar cuál sería la tónica del concierto: Zorn como un director de orquesta, dando instrucciones a sus músicos, quienes ejecutaban sendos solos o se adentraban en el juego de la improvisación, para luego retomar el motivo de la composición, poniendo a prueba la espontaneidad y virtuosismo del grupo, que continuó con “Sippur”, y llegó a su primer peak con “Mibi”, donde Zorn y compañía, dieron rienda suelta a la faceta más extrema de la banda, de la mano de distorsiones y juegos con la boquilla del saxo, que causaron el delirio de los presentes.
Previa presentación de Greg Cohen por parte de Zorn, siguió “Rathiel”, un tema que nos alejaba del caos, y nos llevaba a estados melancólicos, a ratos, melodramáticos. Con aires de fiesta llegó “Beeroth”, uno de los cortes más celebrados por el respetable, y donde el siempre sonriente Joey Baron, se luce ejecutando una serie de solos de batería, uno de ellos tocado con las palmas de sus manos.
Hasta el momento, ninguno de los temas se había interpretado a cabalidad, tal y como los podemos escuchar en sus versiones de estudio. A pesar de tener las partituras frente a ellos, Zorn tomaba la batuta y se daba la libertad de modificarlas en vivo. Un espectáculo deslumbrante, que no hacía más que demostrar el virtuosismo del norteamericano y sus músicos.
Antes de presentar “Kochot”, hubo una pequeña desincronización en las luces, incidente que fue tomado con humor por la banda, quienes aprovecharon de bromear con el público. Actitud que fue celebrada con un aplauso, y se mantuvo durante toda la presentación. “Kochot”, extraída del disco “Masada Vol. 09: Tet” (1998) sonó impecable, con un contrabajo cuyo ritmo se asemejaba al de una lenta marcha, sobre la que el saxo y la trompeta elaboraban melodías y distorsiones.
El klezmer, música de los judíos askenazíes, se fusionaba con la experimentación en “Tagriel”, otro tema de larga duración, adaptada de la versión en quinteto de Masada, que volvió a llevarnos a tierras lejanas. Los vientos retornaban para levantar los ánimos en “Haamiah”, donde Zorn y Douglas volvieron a ser los protagonistas, para luego retirarse del escenario.
Ante el clamor de los presentes, la banda vuelve para interpretar “Hath-Arob”, extraída de “Masada, Vol. 7: Zayin” (1999), en otro momento álgido donde los músicos dan rienda suelta a la experimentación sonora. Frenético y cautivador, sacó gritos y aplausos. Una vez más los músicos abandonaban el escenario, para volver unos minutos después e interpretar “Psisya”, otro tema perteneciente a Masada Quintet, que fue recibido con un caluroso aplauso y contemplado con admiración.
Por última vez, Zorn y los suyos dieron una reverencia y se retiraron, mientras recibían las palmas del público. Las luces del recinto se prendían y todo el mundo pedía más, pero la banda no regresó. Con una actuación de una hora y diez minutos, muchos quedaron con gusto a poco, y con justa razón, cuando se trataba del debut de uno de los músicos más prolíficos del último tiempo. Aun así, por unos minutos, pudimos dejarnos llevar por la magia de John Zorn, en una odisea sónica hacía los parajes más ocultos y misteriosos de la música.
Por Sebastián Zumelzu
Fotos por Sebastián Rojas
Setlist
- Tharsis
- Sippur
- Mibi
- Rathiel
- Beeroth
- Kochot
- Tagriel
- Haamiah
- Hath-Arob
- Psisya
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En Vivo
The Offspring, Eterna Inocencia y BBS Paranoicos: Final de fiesta
Publicado
Hace 12 mesesen
15-Mar-2020
Es imposible no pensar en el contexto antes de plantearse cómo hablar de un show realizado en medio del avance del SARS-CoV-2, coronavirus que deriva en la enfermedad COVID-19, hoy una pandemia global. Es difícil no pensar en la ineptitud de las autoridades que, pese a la tardanza del virus en llegar a Chile, aún no toman las decisiones que podrían evitar un contagio a niveles terribles. Así, no es extraño que el show de The Offspring en nuestro país sí pudiera realizarse, aunque en la previa hubo múltiples cuestionamientos. La industria del entretenimiento está sufriendo en todo el mundo y, al final, este fue el último concierto quizás hasta cuánto tiempo más. Y eso está bien, y es lo correcto, por culpa de un virus que no ataca con fuerza a quienes van a eventos así, sino a los adultos mayores.
Sin embargo, este cierre de fiestas, pese a tener tanto en contra y tanto que analizar fuera del escenario, en el lugar donde la gente pone sus oídos, ojos, cuerpos y corazones, lo cierto es que presentó tres bandas que exploraron los lados más brillantes del punk, de todo lo que significa, ya sea el compromiso social –como hizo Eterna Inocencia–, con la rabia del pleno acto de vivir como hace BBS Paranoicos, o desde el lado de disfrutar el sonido como The Offspring. En una extraña burbuja con forma de cúpula como es el Movistar Arena, pudimos ver una comunidad unida, sin temores a una pandemia mundial. Y es que la fiesta fue completa para quienes asistieron, pese a la postal de personas con mascarillas (que se supone no sirven para enfrentar un posible contagio) o también las noticias que llegaban de la suspensión de múltiples eventos y actividades productivas del país, anticipándose a las autoridades, las grandes perdedoras de cualquier jornada en los últimos meses.
BBS Paranoicos abrió con puntualidad los sonidos a las 17:45 hrs., y lo hizo con “Sin Salida”, “Mis Demonios” y “La Rabia”, una triada que en poco más de cinco minutos dejó en claro el espíritu que inundaría la siguiente hora de música, que de forma exacta iba hilvanando canciones de furia, desesperanza o reafirmación del ser, como “Sanatorio”, “Mentira” o el hit “Ruidos”. En medio de eso, la gente saltaba al son de “el que no salta es paco” o de los gritos de “Piñera conchetumare, asesino, igual que Pinochet”. La banda respondía diciendo que era clave ir a votar, mientras lucían sus poleras negras con la leyenda “#APRUEBO” por delante, dejando su tradicional logo por la espalda.
Aunque el micrófono de Omar Acosta no tenía mucha claridad –algo que hacía que se perdieran parte de las letras–, la interpretación en todo sentido funcionaba perfecto. “Como Una Sombra” o “Calla y Espera” retumbaban mientras ya se pasaba de un millar a varios miles de personas en Movistar Arena. La parte de adelante fue siempre la más entusiasta y, aprovechando el espacio, incluso hubo un circle pit que probablemente contravino cualquier recomendación de distanciamiento social por el coronavirus, pero que a quienes estuvieron ahí no les importó. Igualmente, se hacía rara esa sensación de ver un show con tal nivel de compromiso social y, a la vez, notar que las ganas de formar parte del momento podían ser contraproducentes respecto a la salud pública. De todas formas, una hora después, tras el doblete entre “Irreparable” y “No Lo Veo Como Tú”, se cerró no sólo un show tremendo de BBS Paranoicos, sino también el inicio de esta extraña, pero potente jornada de punk.
La continuación no iba a ser menos fuerte con Eterna Inocencia. La banda argentina, que hace de la consigna social parte de las historias que cuentan, se atrasó cinco minutos de lo que supuestamente debía ser el inicio del show, aunque eso no mermó en la vibra de la gente o de los músicos. Nuevamente sería el micrófono del vocalista principal el que generaría problemas, esta vez dejando en un nivel más bajo del necesario a Guillermo Mármol, cuya labia es importantísima en cada track que se despachó, desde “Viejas Esperanzas” o desde “A Los Que Se Han Apagado…”. Lo más impactante de lo que hace el quinteto es cómo logran el sonido que tienen, que los acerca más a Bad Religion en la pulcritud que a conjuntos más desprolijos que ven en lo instrumental algo secundario. Sí, las letras y las convicciones de Eterna Inocencia son algo que los acerca al público y a una sociedad completa, con “La Risa De Los Necios” –dedicada al “cura obrero”, Mariano Puga– o “El Guardián” como ejemplos de ello. Pero también hay espacios como el instrumental después de “Le Pertenezco A Tus Ojos…” que dejan en claro cómo EI es muchísimo más en vivo que en estudio.
Episodio aparte fue el freno que la banda le dio al show por más de cinco minutos con el fin de que la gente amontonada dejara espacio para que atendieran a un chico que estaba con problemas de salud en la multitud. Cerrando con “Weichafe Catrileo”, canción inequívocamente destinada a la lucha en la que, pese al desvío lamentable que presenta la pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, sin duda que continúa, y que tras más de una hora de fuerza escénica también se pudo compartir con las grandes letras e interpretación de una banda de punk que es mucho más que eso a estas alturas para sus fans en nuestro país.
Cuando el reloj marcaba las 21:00 horas en punto, el recinto bajaba sus luces y las trompetas características de “Pretty Fly (Reprise)” –canción que cierra el icónico “Americana” (1998)– daban inicio al número estelar de la jornada. Y es que, luego de la enérgica rendición de los clásicos “Americana”, “All I Want” y “Come Out And Play”, no cabía duda de que los fanáticos de The Offspring ansiaban un baño de nostalgia tras casi cuatro años de espera y del reagendamiento dado por la contingencia en el territorio nacional. El triplete, ovacionado y disfrutado por los presentes hasta con bengala incluida, dejó en evidencia el excelente estado de la banda gracias a una perfecta ecualización que reverberó sin problemas en el globo. Tras dicho inicio, Dexter bromeó que este sería “probablemente el último concierto en el hemisferio occidental” y que, a pesar de todo, no podían cancelar tan especial reencuentro. El vocalista finalizó su humorística intervención no sin antes recomendar evitar el contacto físico para prevenir cualquier contagio relacionado a la pandemia que acecha al mundo por estos días.
Pausando el repertorio típico por algunos momentos, el cuarteto estadounidense presentó “It Won’t Get Better”, una de sus más recientes creaciones, ante una respetuosa audiencia que apoyó con palmas cuando la canción y los músicos lo requirieron. Luego, volvieron al ruedo con “Want You Bad”, “Session”, “Original Prankster” y “Staring At The Sun”, hitazos que encendieron al público y lo llevaron a iniciar diversos –y poco recomendados– mosh pits a lo largo de la sección. La voz de Dexter merece mención aparte, pues, a pesar de los años, llega a los tonos requeridos por la selección y es capaz de interpretar con la fuerza que una agrupación de este estilo demanda. Al finalizar un diálogo que sólo The Offspring puede llevar a cabo a la perfección, haciendo chistes sobre cómo Dexter, aparte de ser el liricista principal de la banda, también tenía un doctorado en virología, llegando a la hora de los covers. Y es que, tal y como lo reconocieron en el escenario, no habría grupo sin Ramones o sin la influencia de los hermanos Young.
Una vez terminado el homenaje, los norteamericanos versionaron sus tradicionales “Bad Habit”, “Gotta Get Away” y una emotiva “Gone Away” en piano, la que demostró el correcto estado vocal de Holland y constituyó una mezcla perfecta entre aterciopelados tonos de sensibilidad y el estruendo característico de la banda hacia el ocaso del tema. Luego, los éxitos insignes de la banda “Why Don’t You Get A Job?”, que incluyó unas pelotas plásticas de colores para interactuar con los fans, “(Can’t Get My) Head Around You”, “Pretty Fly” y “The Kids Aren’t Alright” sentaron precedente de que la potencia del grupo sigue incólume tras 34 años de carrera. Hacia el epitafio del periplo, y a modo de encore luego de un par de minutos de reposo, retornaron al escenario para finalizar con dos clásicos y un inesperado tributo a Pennywise, quienes tuvieron que restarse del evento a última hora dada la alerta de salud mundial. Cerrando con “You’re Gonna Go Far, Kid”, “Bro Hymn” y “Self Esteem”, The Offspring le puso broche de oro a una icónica noche en Movistar Arena, lugar que marca un hito de masividad en la historia del grupo en cuanto a conciertos en nuestro país.
Tomando las palabras de Holland en los últimos minutos del show, es menester mencionar que este fue, probablemente, el bastión final en un largo tiempo de eventos masivos en la industria de la música en Chile y en occidente. Sin embargo, eso no fue impedimento para el disfrute de miles de asistentes que llegaron y lo dieron todo en un espectáculo que logró llevarse a cabo de manera perfecta, pese a todos los contratiempos y dificultades que surgieron. Ciertamente, resulta muy importante tomar las recomendaciones del vocalista antes de despedirse: “Cuídense, por favor. Hasta la próxima”. Un incierto cierre temporal para el showbiz musical que promete un “hasta luego”, pero que desconoce qué tan pronto se reactivará el flujo normal y necesario de adrenalina y fervor que solamente las melodías pueden proveer a los habitantes de esta tierra.
Setlist BBS Paranoicos
- Sin Salida
- Mis Demonios
- La Rabia
- No Siento Culpa
- Eterno Retorno
- Sanatorio
- Mentira
- Ruidos
- Corazón Al barro
- Tanto Insistir
- Daño Permanente
- Recuerdos
- Como Una Sombra
- Cristales
- Calla y Espera
- El Regreso
- Ausencia
- Irreparable
- No Lo Veo Como Tú
Setlist Eterna Inocencia
- Viejas Esperanzas
- Encuentro Mi Descanso Aquí, En Este Estuario
- A Los Que Se Han Apagado…
- Trizas De Vos
- Abrazo
- A Elsa y Juan
- La Risa De Los Necios
- El Guardián
- La Mentira Sin Fin
- Cuando Pasan Las Madrugadas…
- Hazlo Tú Mismo
- Cartago
- Sin Quererlo (Mi Alma Se Desangra)
- Cassiopeia
- Le Pertenezco A Tus Ojos…
- Puente De Piedra
- Nuestras Fronteras
- Weichafe Catrileo
Setlist The Offspring
- Americana
- All I Want
- Come Out and Play
- It Won’t Get Better
- Want You Bad
- Session
- Original Prankster
- Staring At The Sun
- Blitzkrieg Bop (original de The Ramones)
- Whole Lotta Rosie (original de AC/DC)
- Bad Habit
- Gotta Get Away
- Gone Away
- Why Don’t Get You Get A Job?
- (Can’t Get My) Head Around You
- Pretty Fly
- The Kids Aren’t Alright
- You’re Gonna Go Far, Kid
- Bro Hymn (original de Pennywise)
- Self Esteem
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Pau
09-Feb-2013 en 9:34 pm
Fue un lujo realmente, un día de esos para nunca olvidar.