Las sensaciones son palpables, son imaginadas, pero derivan en algo visceral y concreto. Quizás por eso mucha gente requiere del dolor para decir que siente algo, cuando ya se llega al extremo. Es en este espectro en el que siempre se mueve la obra de Carlos Cabezas, quien de hecho bautiza a la banda que lo acompaña en sus shows solistas como la Orquesta del Dolor, y que usa esta palabra mucho en sus líricas. El disco donde más se nota esto es en su debut solista, el inquietante y variado “El Resplandor” (1997), cuyos 20 años se celebraron (con retraso) el año pasado en el Teatro Regional del Biobío, y que se suponía era una chance única para revivir este disco.

La invitación de Club Blondie a hacer resonar el espacio subterráneo con estas canciones fue más fuerte, y por ello esta Orquesta del Dolor se volvió a juntar, e incluso con más adiciones. Puntual a las 21:30 hrs., el sexteto apareció en el escenario cuando el Cabezas del pasado irrumpe vía un sampleo diciendo “Dios mío, un ser humano” para inmediatamente despachar “Bailando En Silencio”, primera estación de una noche llena de potencia y arrojo. En vez de pensar en nostalgias, lo cierto es que el disco suena con otra onda, mucho más cercana a ese rock que Cabezas Rocuant hace hoy, donde si es necesario que haya cuatro guitarras al mismo tiempo en el escenario, que así sea. En medio, canciones inolvidables y viscerales, algunas anticipando el futuro, como “El Resplandor” que adivinaba la afición que luego explotaría el autor dentro de la deconstrucción del bolero como espacio para el dolor.

¿Por qué el dolor y no otra sensación? Quizás tiene que ver con lo que se vivía en esos años 90, de promesas incumplidas y un mundo de posibilidades que había que abordar. También, es la soledad en la creación para un hombre colaborativo y que entendió antes que muchos la necesidad de los apoyos mutuos, como es Carlos Cabezas. Todo esto hace descorazonadoramente apto que un disco como “El Resplandor” siga haciendo sentido 22 años después, porque hay dolores y angustias que siguen igual de abiertas, o incluso más.

El primero de varios invitados extra llegó en “Lo Mejor De Ti”. Edita Rojas –tras una ovación que se hace sana tradición– presentó a su maestro en la batería, Tilo González de Congreso, para conseguir una potencia que corroía conciencias, mientras un complacido Cabezas miraba hacia atrás sonriente, entendiendo que así se hacen las cosas, cantando de amor con intensidad y elegancia, para luego ir a un extremo más experimental.

“Monopolygamia” y “Newfastcar” están en partes diferentes del espectro, con la primera siendo más electrónica y la otra apelando a un rock rápido y divertido. “Qué sucede cuando nada duele”, se pregunta Cabezas en una canción que casi llega al punk, entendiendo el peligro de la insensibilidad, casi en un estado de protección inhumana, por lo que la reflexión ahí es por el poder, muy adecuado en una canción así de portentosa.

Luego, las guitarras de Mauricio Melo y Paolo Murillo se lucirían en la versión más orgánica de Cabezas en “Un Cirujano Turco”, pegada a “Endoncia” y su inquietante sonido circular, todo una antesala precisa para el instrumental “Kor-O-Wok” donde Gonzalo López se movió desde su bajo para formar un coro con Melo y dejarle el espacio a Cristián Heyne, quien se volvió loco en las cuatro cuerdas, algo que sumó aún más poder a la mezcla, mientras Cabezas, López y Melo formaban un coro haciendo mantras inquietantes, helando las entrañas en la calurosa Blondie. Espectrales imágenes antes de hacer la orgánica “Eso Tiembla (Ayer)”.

El cierre del set que reprodujo y reintentó “El Resplandor” sería con “Alegarikous”, que partió como hidden track en el álbum y que ahora parece ser la manifestación más clara de las intenciones de Cabezas, en una canción construida de forma épica, compleja, preciosa y llena de sensaciones, pero no necesariamente ligadas al dolor, sino que a la sanación. “Tu paisaje apaciguador / tu resplandor desierto”. Quizás, por muy plana que sea, la luz llega, y ese cierre con Melo y Murillo entrecruzando guitarras claras con el teclado preciso de Nicolás Quinteros termina siendo una operación esperanzadora.

Lo que vino después fue un bis lleno de buenas decisiones, aprovechando el poder de esta orquesta del dolor, con “Pez” y “Maldita” de Electrodomésticos, para luego sumar a Ángelo Pierattini para hacer el bolero “Adiós Amor”, pegado a “Has Sabido Sufrir” y “Fé De Carbón”. Pierattini es un colaborador muy apreciado por Cabezas y un creador consolidado, mostrando la importancia de estas canciones al convertirse en un obrero más, igual que Pancho Molina, uno de los músicos más reconocibles detrás de las baquetas por su trabajo con Los Tres. Con Molina y Pierattini generando un monstruoso tándem de ocho músicos en escena, vino “El Viaje” y el gran final con la versión rugosa y aterradora de “Bolsa De Mareo”, que en Los Tres lucía tan en espiral, pero que en la versión de Cabezas sale a encantar con ese hechizo de lo oscuro.

Si “Alegarikous” era la luz improbable tras las facetas del dolor, “Bolsa De Mareo” es la oscuridad dentro de la fiesta, acertadas elecciones en un show al borde de la perfección, que por cien minutos llevó a la Blondie prácticamente repleta a revivir y resentir la vida y un disco vital para la música chilena, con todo su espectro de sonidos y sensaciones, en una noche que también permite ver lo trascendente que es la colaboración para que una gran obra llegue a su punto cumbre. Lujo de lujos.
Setlist
- Bailando En Silencio
- El Resplandor
- Lo Mejor De Ti
- Monopolygamia
- Newfastcar
- Un Cirujano Turco
- Endoncia
- Kor-o-wok
- Eso Tiembla (Ayer)
- Alegarikous
- Pez (original de Electrodomésticos)
- Maldita (original de Electrodomésticos)
- Adiós Amor
- Has Sabido Sufrir (original de Electrodomésticos)
- Fé De Carbón (original de Electrodomésticos)
- El Viaje
- Bolsa De Mareo (original de Los Tres)