La agrupación colombiana Bomba Estéreo se ha presentado en incontables ocasiones en nuestro país, pero su llegada a las radios comenzó a darle una masificación muy diferente a la que podría gozar cualquier banda catalogada de nicho. Desde el momento en que se supo del sold out que gozaba este concierto, quedó claro que la jornada sería intensa, algo que se notó desde la previa con Latin Bitman en el Teatro Caupolicán, desplegando sólo ritmos de baile para las encendidas almas presentes en la pista. Era cosa de inspeccionar el panorama para darse cuenta de que el público presente la noche del miércoles en el recinto de calle San Diego es muy diferente al que acostumbramos a ver en la mayoría de eventos internacionales, donde desde temprano se tiene a decenas de fans peleándose por tener el mejor lugar o quedar más cerca de sus ídolos. Acá, en cambio, la gente sólo iba a bailar y pasarlo bien, no había mucho más en qué pensar.
Coincidentemente, el llamado de la banda es claro y eso lo demostró la intro, que tuvo un fuerte mensaje sobre la contaminación ambiental, llamando a sembrar conciencia para evitar la acelerada destrucción del planeta. De pronto, la voz de Li Saumet interrumpe haciendo a todos la invitación a meditar, conectarse con sus cuerpos y unirse en uno de los rituales más antiguos del mundo: el baile.
Bastó nada más que sonara “Caribbean Power” para que el ritmo y la fiesta se apoderara de todos los sentidos en cada uno de los asistentes, desatando el baile en cada rincón del teatro con los psicodélicos ritmos que surgían desde la banda, empeñada en modernizar características propias del folclore colombiano, como la cumbia con una mirada renovada y de fácil acceso en las masas. Desde su rincón, Simón Mejía dirigió toda la operación con una meticulosidad envidiable, manteniéndose en pauta con cada instrumento que manejaba al son de canciones como “Soy Yo”, “Amar Así” o “Ayo”, coreadas a todo pulmón por los asistentes.
Lo dijo Li Saumet en una de sus tantas stories en Instagram: este es el show más grande que Bomba Estéreo haría en solitario, y eso bien se notó con la tremenda energía que emanó desde la entusiasmada audiencia en el Caupolicán. Mucha cerveza, mucha marihuana y, sobre todo, mucho baile, fueron amenizando los diferentes pasajes del concierto, que se fue desplegando mediante un repaso a toda su discografía, pero principalmente al álbum “Amanecer” (2015), el trabajo que les hizo pegar el salto definitivo hacia el mainstream con canciones como “Somos Dos”, “Algo Está Cambiando” y “Fiesta”. “Ayo” (2017), por su parte, se vio relegado a tres canciones como trabajo de promoción, aun así, todas de manera impecable, como por ejemplo “Duele”, uno de los puntos más altos de toda la noche.
Cualquiera pensaría que el show de Bomba Estéreo sería uno centrado en los hits, pero la banda igualmente se dio el tiempo de repasar canciones destacadas de su catálogo, siempre bajo el mismo sentido de la fiesta. Con la simpatía a flor de piel, el incomparable carisma de Saumet entregó animadas interpretaciones de “To My Love”, “Cumbia Psicodélica” o el gran cierre con “Fiesta”, seguido de un pequeño break en el escenario.
Las plantas y frutas dispuestas por todo el lugar reposaban en tranquilidad cuando el público clamaba por más, con la banda haciendo caso y regresando para interpretar la canción más famosa de su repertorio, “Fuego”, seguida a continuación por “El Alma y El Cuerpo”, ambas conjugando una verdadera declaración de principios de la banda, que se despidió con alegría y agradecimiento de un fiel público que los acompañó en esta nueva visita a Chile.
En tiempos donde todo parece buscar su inspiración en fuentes ajenas, la identidad cultural propia es algo notoriamente valorable, sobre todo en la forma en que Bomba Estéreo ejecuta su música, tomando los elementos necesarios para transmitir la imagen de Colombia hacia el mundo. Hoy en día el power latino se toma cada vez más la escena musical, y ver el trabajo realizado por Saumet y Mejía es refrescante, por decirlo menos, ya que se saltan todos los cánones convencionales para lograr aquello. Santiago es una ciudad que le falta alegría, pero la elegancia tropical de Bomba Estéreo sirvió como una explosión de color para animar un poco esta ciudad gris, aunque fuera por sólo noventa minutos y en un pequeño rincón de la capital.
Era el esperado turno de los liderados por Perry Farrell tras su cancelación el año pasado. La banda, que debutaba en Cerrillos en el escenario Banco de Chile, sufrió la baja de uno de sus icónicos integrantes, lo que no fue impedimento para que resolvieran aquella deuda con nuestro país.
Dave Navarro sería sustituido por Josh Klinghoffer, quien de bajo perfil resolvió con oficio y actitud. Así, Jane’s Addiction partía su set con un doblete de “Nothing’s Shocking” (1988), encendiendo el ambiente con “Up the Beach” y “Ocean Size”. Es innegable la calidad e influencia que Jane’s Addiction ha tenido en una generación completa de músicos y público.
Y es que su líder, además de dominar completamente el espectáculo, también ha podido administrar con visión parte de una industria, liderando desde sus inicios la marca Lollapalooza. Hoy, las nuevas generaciones se mezclaron con los viejos emblemas del rock y juntos lograron encarnar la filosofía de cualquier festival donde lo que más importa es la música.
Con el sol golpeando nuevamente sobre las cabezas en un repleto escenario, Perry Farrell se dedicó a hablar e interactuar envalentonado por una botella de vino tinto. El cantante se refirió al calor e incluso al Presidente, provocando la positiva reacción del público. Para quienes buscaban clásicos, la banda deleitó. Repasó sus mejores éxitos y permitió a su guitarrista de emergencia soltarse en pasajes de la incansable “Three Days” y hasta reversionaron “Jane Says” en clave acústica.
Fieles a su estilo, la banda fue acompañada por bailarinas y una puesta en escena tipo burlesque. Jane’s Addiction regresa con el único peso de la experiencia en su espalda, sin intentar demostrar nada nuevo. Sin embargo, su presencia en un festival de estas características es siempre un deleite, agregando siempre un toque de oficio y experiencia.
Alain Johannes Trio
Para Alain Johannes la vida no ha sido fácil. El músico chileno regresaba a nuestro país tras la dolorosa pérdida de uno de sus mejores amigos, Mark Lanegan y parecía que esta sería la mejor oportunidad para un homenaje. Secundado por su banda local, Johannes se subió al escenario alternativo Aldea Verde y repasó gran parte de su nutrida trayectoria musical.
Con una seguridad y un toque de emoción, Johannes entregó una versión casi idéntica de “Can’t Change Me” de Chris Cornell, la cual trabajaron juntos y la frenética “Hangin’ Tree”, dedicada a Lanegan. La riquísima experiencia de Johannes daría para un show muchísimo más extenso e íntimo, con canciones de todos los estilos y generaciones que ayudó a producir.
Sin embargo, el músico se las arregla para condensar aquello y recorrer parte de ese camino musical. Así pasó por su excelente etapa de “Spark” e incluso Eleven, tocando “You’re my Diamond”, entre otras. Johannes es una joya y uno de los puntos altos dentro de la representación local en el festival. El músico, que además gozó de un correcto nivel técnico en el escenario, tiene aún mucho que mostrar hasta ponerse completamente al día con el país que ya logró conquistar.
Twenty One Pilots
Tenían la difícil tarea de ser el reemplazo de Blink-182, los cabeza de cartel. Sin embargo, Twenty One Pilots, saben lo que hacen y ya cuentan con la experiencia y el público chileno en el bolsillo. Así, el dúo se presentó sobre el escenario Costanera Center tras el eléctrico y psicodélico show de Tame Impala, marcando un quiebre en cuanto a lo que necesita cada número para resaltar.
Los norteamericanos tienen una base fiel de seguidores que pacientemente los esperó y se alegró de que, pese a que no estaban haciendo giras, hayan podido regresar a nuestro país. Aquello no fue impedimento para que el dúo de Tyler Joseph y Josh Dun se entregaran al máximo con un show renovado y con sorpresas.
Totalmente encapuchados, los músicos saltaron a escena con los primeros acordes de “Guns for Hands” y “Morph”, con Joseph acompañado del piano en todo momento. No fue sino hasta “Holding on to You” que la banda ya tenía cautivado al grueso de los asistentes que se hacían camino entre quienes ya abandonaban el parque.
Siempre al piano, el carismático líder se apoderaba de todo el escenario hasta que se apoyaron por primera vez con banda, dejando al dúo al descubierto para el espectáculo. La parte más interesante de la noche estaría a cargo de una sección de trompeta que incluyó guiños a Chico Trujillo y Los Jaivas, desatando la locura de los asistentes.
Una banda de estas características sabe bien cómo encantar y respetar a su público. Con pequeños detalles y una entrega siempre al cien, lograron emocionar y también consolar a quienes veían con resignación al reemplazo de su banda favorita. Pero para eso, la banda tendría otra sorpresa más: despachar un cover de “First Date” y prender a todo el parque. Casi como agradecimiento por las casualidades de la vida que los devolvió a Chile, la banda se plantó como siempre con un show impecable y divertido.
Pese a las dificultades que surgieron tras la repentina cancelación de Blink- 182, plato fuerte de la versión 2023 de Lollapalooza Chile, el festival que ya cumple 11 años logró salir ileso una vez más, encantando y cautivando a un público que encontró en la variedad un refugio. Si bien el choque generacional fue demasiado dramático en esta nueva versión, terminó convenciendo y reuniendo a casi todos por igual, que disfrutaron de lo que ofrecieron números como Billie Eilish, Rosalía o Tame Impala.
Son esos detalles los que encarnan la filosofía de un festival que ya cumple más de una década y que contó, una vez más, con su fundador como parte del cartel. Si hoy fallaron artistas, sus reemplazos dieron el ancho y congregaron mas no dividieron. Durante las tres jornadas de un nuevo y caluroso marzo, Lollapalooza Chile sigue dando muestras de ser un festival para todos los gustos y con presentaciones de primer nivel, pese a las críticas -válidas- de su otrora público objetivo. El festival se consolida, encanta pero aún no convence tras su segundo año en el Parque Bicentenario de Cerrillos. Será tarea aún pendiente mejorar los accesos y otros puntos al interior del recinto para que la experiencia sea aún más accesible y cómoda.