Las ocasiones en que los trasandinos de Attaque 77 han visitado el país son innumerables. Un trabajo incesante, que por más de dos décadas los ha llevado a múltiples ciudades a lo largo de Chile, alimentando con ello una fanaticada de larga data. En reconocimiento a esta extensa amistad, el conjunto liderado por Mariano Martínez se convocó en Cúpula Multiespacio para conmemorar sus 30 años de carrera, junto con presentar su último trabajo, “Triángulo De Fuerza”, lanzado hace menos de un mes. Un show que, por su estrecha lealtad, estuvo lleno de recuerdos que revivieron la primera vez que los argentinos se presentaron en Santiago.
El Teatro Esmeralda era un antiguo recinto ubicado en San Diego, que, en precarias condiciones materiales, recibió en 1994 por primera vez a Attaque 77. Por aquellos años, el circuito punk local salía del underground para insertarse en círculos de mayor difusión. Para dicho encuentro, dos referentes de la escena fueron los encargados de recibirlos: Los Miserables y Fiskales Ad-Hok. Para los amantes de la mística, este mismo concierto se repetía 25 años después.
Repitiendo el ritual, la apertura estuvo a cargo de Los Miserables. Con canciones como “Detenido Por Sospecha” o “Declaración De Intransigencia”, el conjunto recordó aquellos años de transición democrática, donde la música subterránea estructuraba los escasos espacios de desahogo. Por su parte, Fiskales Ad-Hok hizo lo propio, quienes mostraron su visión de descontento con “El Cóndor” o “Eugenia”. Luego de dos intensas presentaciones cargadas al recuerdo de aquel histórico show de 1994, el público estaba preparado para recibir a los anfitriones.
Antes de que los argentinos comenzaran el show, el apabullante aplauso de bienvenida marcó la victoria ya ganada. Decididos a abrir su repertorio con material nuevo, “Lobotomizado” fue el primer disparo del concierto, cuya letra reflejó con elocuencia el viaje en retrospección que fue la jornada. El resto de la primera porción del show fue recordar clásicos coreados de principio a fin; desde el himno fraterno en “América”, las muestras de su primera etapa con “Gil” y “El Cielo Puede Esperar”, hasta el single de antigua rotación radial “Western”. El vasto conocimiento hacía más que evidente que se trataba de un público que, al igual que los anfitriones, celebraban ya varios años de fanatismo. Este cariño apasionado, comparable al ferviente apoyo “futbolero”, permitió que la banda le entregara al público la dirección del show, acompañando instrumentalmente el vitoreo que caía de La Cúpula. Intercalando con algunas canciones del material actual, otros clásicos como “El Jorobadito”, “San Fermín” y “Chicos y Perros” fomentaron el coro de la audiencia.
La noción de compartir una historia común es un factor que se hizo presente a lo largo de toda la presentación. Mariano Martínez, guitarrista y voz de la banda, recordaba con cierto humor aquel primer show en Santiago, sorprendiéndose de lo lejos que han llegado. Para prolongar la complicidad, la agrupación interpretó una versión de “Herminda De La Victoria” de Víctor Jara. Ya en la porción final del show, los argentinos hicieron cantar con “Beatle”, “Hacelo Por Mí” y, a pedido del público, “Amigo”, la cual hizo mucho sentido a la velada, confesando que estar en Chile es como sentirse en casa.
Volviendo del encore, cerraron con la balada “Arrancacorazones”, “Espadas y Serpientes” y “Donde Las Águilas Se Atreven”, esta última comenzó desde el entusiasta coro de la fanaticada, dando cuenta que los argentinos son conscientes de que, para presentar un show cercano, es necesario incluir a su público como si se tratara de un quinto integrante. Para dar el cierre final, una versión contundente del clásico de Gilda, “No Me Arrepiento De Este Amor”, hizo cantar a toda La Cúpula y despedirse con la sensación de un trabajo en conjunto realizado con satisfacción.
Con Attaque 77 ocurre una situación atípica: si bien, son una banda que se originó bajo el alero del punk rock con estricta estética ramonera, en el desarrollo de su carrera no han temido acercarse a composiciones más “amigables”, recogiendo con ello un importante puñado de canciones con éxito radial, trascendiendo a la hermética comunidad del punk y, más increíble aún, saliendo victoriosos sin perder la aprobación de una fanaticada que suele ser intransigente con quienes van en búsqueda del éxito comercial. Allí es donde recae el cariño imperecedero de sus fanáticos, fruto de una larga labor. La noche del jueves dio cuenta de la complicidad entre viejos amigos, quienes hace 25 años nunca se hubiesen imaginado esta velada.
Era el esperado turno de los liderados por Perry Farrell tras su cancelación el año pasado. La banda, que debutaba en Cerrillos en el escenario Banco de Chile, sufrió la baja de uno de sus icónicos integrantes, lo que no fue impedimento para que resolvieran aquella deuda con nuestro país.
Dave Navarro sería sustituido por Josh Klinghoffer, quien de bajo perfil resolvió con oficio y actitud. Así, Jane’s Addiction partía su set con un doblete de “Nothing’s Shocking” (1988), encendiendo el ambiente con “Up the Beach” y “Ocean Size”. Es innegable la calidad e influencia que Jane’s Addiction ha tenido en una generación completa de músicos y público.
Y es que su líder, además de dominar completamente el espectáculo, también ha podido administrar con visión parte de una industria, liderando desde sus inicios la marca Lollapalooza. Hoy, las nuevas generaciones se mezclaron con los viejos emblemas del rock y juntos lograron encarnar la filosofía de cualquier festival donde lo que más importa es la música.
Con el sol golpeando nuevamente sobre las cabezas en un repleto escenario, Perry Farrell se dedicó a hablar e interactuar envalentonado por una botella de vino tinto. El cantante se refirió al calor e incluso al Presidente, provocando la positiva reacción del público. Para quienes buscaban clásicos, la banda deleitó. Repasó sus mejores éxitos y permitió a su guitarrista de emergencia soltarse en pasajes de la incansable “Three Days” y hasta reversionaron “Jane Says” en clave acústica.
Fieles a su estilo, la banda fue acompañada por bailarinas y una puesta en escena tipo burlesque. Jane’s Addiction regresa con el único peso de la experiencia en su espalda, sin intentar demostrar nada nuevo. Sin embargo, su presencia en un festival de estas características es siempre un deleite, agregando siempre un toque de oficio y experiencia.
Alain Johannes Trio
Para Alain Johannes la vida no ha sido fácil. El músico chileno regresaba a nuestro país tras la dolorosa pérdida de uno de sus mejores amigos, Mark Lanegan y parecía que esta sería la mejor oportunidad para un homenaje. Secundado por su banda local, Johannes se subió al escenario alternativo Aldea Verde y repasó gran parte de su nutrida trayectoria musical.
Con una seguridad y un toque de emoción, Johannes entregó una versión casi idéntica de “Can’t Change Me” de Chris Cornell, la cual trabajaron juntos y la frenética “Hangin’ Tree”, dedicada a Lanegan. La riquísima experiencia de Johannes daría para un show muchísimo más extenso e íntimo, con canciones de todos los estilos y generaciones que ayudó a producir.
Sin embargo, el músico se las arregla para condensar aquello y recorrer parte de ese camino musical. Así pasó por su excelente etapa de “Spark” e incluso Eleven, tocando “You’re my Diamond”, entre otras. Johannes es una joya y uno de los puntos altos dentro de la representación local en el festival. El músico, que además gozó de un correcto nivel técnico en el escenario, tiene aún mucho que mostrar hasta ponerse completamente al día con el país que ya logró conquistar.
Twenty One Pilots
Tenían la difícil tarea de ser el reemplazo de Blink-182, los cabeza de cartel. Sin embargo, Twenty One Pilots, saben lo que hacen y ya cuentan con la experiencia y el público chileno en el bolsillo. Así, el dúo se presentó sobre el escenario Costanera Center tras el eléctrico y psicodélico show de Tame Impala, marcando un quiebre en cuanto a lo que necesita cada número para resaltar.
Los norteamericanos tienen una base fiel de seguidores que pacientemente los esperó y se alegró de que, pese a que no estaban haciendo giras, hayan podido regresar a nuestro país. Aquello no fue impedimento para que el dúo de Tyler Joseph y Josh Dun se entregaran al máximo con un show renovado y con sorpresas.
Totalmente encapuchados, los músicos saltaron a escena con los primeros acordes de “Guns for Hands” y “Morph”, con Joseph acompañado del piano en todo momento. No fue sino hasta “Holding on to You” que la banda ya tenía cautivado al grueso de los asistentes que se hacían camino entre quienes ya abandonaban el parque.
Siempre al piano, el carismático líder se apoderaba de todo el escenario hasta que se apoyaron por primera vez con banda, dejando al dúo al descubierto para el espectáculo. La parte más interesante de la noche estaría a cargo de una sección de trompeta que incluyó guiños a Chico Trujillo y Los Jaivas, desatando la locura de los asistentes.
Una banda de estas características sabe bien cómo encantar y respetar a su público. Con pequeños detalles y una entrega siempre al cien, lograron emocionar y también consolar a quienes veían con resignación al reemplazo de su banda favorita. Pero para eso, la banda tendría otra sorpresa más: despachar un cover de “First Date” y prender a todo el parque. Casi como agradecimiento por las casualidades de la vida que los devolvió a Chile, la banda se plantó como siempre con un show impecable y divertido.
Pese a las dificultades que surgieron tras la repentina cancelación de Blink- 182, plato fuerte de la versión 2023 de Lollapalooza Chile, el festival que ya cumple 11 años logró salir ileso una vez más, encantando y cautivando a un público que encontró en la variedad un refugio. Si bien el choque generacional fue demasiado dramático en esta nueva versión, terminó convenciendo y reuniendo a casi todos por igual, que disfrutaron de lo que ofrecieron números como Billie Eilish, Rosalía o Tame Impala.
Son esos detalles los que encarnan la filosofía de un festival que ya cumple más de una década y que contó, una vez más, con su fundador como parte del cartel. Si hoy fallaron artistas, sus reemplazos dieron el ancho y congregaron mas no dividieron. Durante las tres jornadas de un nuevo y caluroso marzo, Lollapalooza Chile sigue dando muestras de ser un festival para todos los gustos y con presentaciones de primer nivel, pese a las críticas -válidas- de su otrora público objetivo. El festival se consolida, encanta pero aún no convence tras su segundo año en el Parque Bicentenario de Cerrillos. Será tarea aún pendiente mejorar los accesos y otros puntos al interior del recinto para que la experiencia sea aún más accesible y cómoda.