A tan solo un año de la publicación de su último material de estudio, “The Deconstruction Of Dreams” (2013), la agrupación de Los Angeles, The Generators, nos sorprende con un nuevo álbum, nombrado “Life Gives-Life Takes”, que trae consigo la envolvente atmósfera soleada y veraniega característica del punk rock californiano. Formada en el seno de la Costa Oeste estadounidense, la banda ha logrado, pese a los diecisiete años de carrera, a las intensas giras internacionales y a las progresivas mutaciones dentro del género, seguir plasmando en sus trabajos un paradigma sólido y fielmente inspirado por las influencias del punk rock de california de los dos últimos decenios.
“Life Gives-Life Takes” es un disco homogéneo, preciso, compuesto por un repertorio de doce canciones, que nos impregnan inevitablemente con el frescor de la brisa marina y los recuerdos más intensos de un verano cualquiera, colmados de rebeldía y juventud. “Gotta Be A Better Way” es el track encargado de dar inicio a esta nueva producción, el cual da la sensación de haber sido extraído de un cassette de punk rock a mediado de los noventas, y que se ocupa de imponer de frentón la energía y sustancia con que se irá desarrollando el trabajo.
En “Perfume & Poison” la marca de la guitarra se encarga de expeler la crudeza de la banda, además de contener un coro pegadizo que a más de alguno no le será indiferente. Mientras que en “Heartbreak Beach” la guitarra muta y nos proporciona tonalidades dinámicas y rápidas, aportando una playera vibra ska, que en la movida “Neck & Neck With Death” se sigue manteniendo, pero de una forma leve, y que se va difuminando aún más con “Here In The Heatway”, en la que se logra crear un efecto dimensional entre los diversos instrumentos de la banda. En otras canciones como “Castaways”, la batería se vuelve protagonista y aporta un beat cargado de energía.
Otros temas destacados son “Goodbye California” y “Devils Playground”, en los cuales se compacta e inserta la esencia rebelde y divertida del punk rock californiano, con matices un tanto enérgicos, y la potente “Critical Condition” que, con un cariz contestatario, rebosa de una total intensidad instrumental aportada por los miembros del grupo. Finalmente en “So Sick Of This” y, la que le da nombre al disco, “Life Gives-Life Takes”, se concibe a la banda con un carácter maduro, ya definido y siempre devotos a sus raíces noventeras punk rockers, inconfundible por sus tintes intensos, rebeldes y dueños de una identidad juvenil.
La repetitiva labor que ha realizado The Generators también se plasma en “Life Gives-Life Takes”, y acarrea la virtud de seguir otorgando una estabilidad musical a la audiencia que es de una sola línea y que los han seguido desde su génesis, pero a la vez, tiene la miseria de no dar nada nuevo a la fanaticada que siempre está expectante de novedad.
El sonido avasallador de Cult Of Luna es un titán que los suecos llevan alimentando durante más de dos décadas, tiempo que han dedicado para depurar un concepto cuyas principales directrices son la densidad y lo atmosférico. Con un buen puñado de discos a su haber, la banda ha sido capaz de evitar los clichés de un estilo altamente replicable y sofisticar su sonido hacia nuevos niveles en materias de producción, además de pulir sus habilidades para crear composiciones inmersivas y grandilocuentes.
Precisamente, la construcción de piezas extensas forma parte de la fórmula desde los primeros trabajos del conjunto. Y en “The Long Road North”, como primer ejemplo, “Cold Burn” es un inicio apabullante: con casi diez minutos de duración, la canción articula un crescendo en capas de sonido y tensión dramática, dando como resultado una obra monstruosa, donde el contenido lírico y la técnica vocal aportan en la creación de un imaginario gélido y colosal.
Continuando por el terreno que más les acomoda a los suecos, “An Offering To The Wild” es otro de los hitos monumentales. El crecimiento paulatino en cada sección, las melodías reiterativas y el peso instrumental como motor principal, hacen de esta canción uno de los momentos donde mejor se aprecian las cualidades atmosféricas de Cult Of Luna. Junto con darle nombre al disco, “The Long Road North” se posiciona desde una óptica más agresiva y disonante, recordando en cierta forma la fuerte dosis de intensidad en sus primeros trabajos. Siendo la última de las obras vastas de este álbum, “Blood Upon Stone” logra sacar provecho de la estructura habitual de la banda, donde su desarrollo medio adquiere un carácter contemplativo, y en cuyo cierre se aprecian con mayor notoriedad los arreglos de sintetizador.
Con el propósito de otorgar aire al ritmo de escucha, el álbum también se sostiene de pasajes con menor grado de duración y estridencia, operando como puntos de unión entre aquellos tracks de mayor espesor. El sonido espacial de “Full Moon” es la antesala instrumental para la composición que nombra a este trabajo, mientras que “Beyond I” se mueve por espacios etéreos, aprovechando la expresividad interpretativa de Mariam Wallentin. “Into The Night” también aporta con voces limpias, cuyos matices con referencias góticas la constituyen como un intervalo anecdótico, alejándose de la norma que prima en el disco. “Beyond II” es un cierre suave, donde los arreglos ambientales otorgan un carisma fantasmagórico y sellan un momento de calma durante los últimos minutos de un intenso transcurso.
Sin alejarse de la dirección que han mostrado anteriormente, “The Long Road North” es una pieza que reafirma la capacidad de Cult Of Luna para crear obras cautivadoras y consistentes, pese a lo extenuante que pueda resultar para algunas audiencias, principalmente debido a su duración. Ya sea por su evidente evolución musical o por la pulcritud en su producción, los suecos mantienen vigente su habilidad para expandir los límites de una propuesta que pareciera ser inabarcable, construyendo escenarios llenos de epicidad a lo largo de un recorrido lento y extenso de sonoridades boreales.