Hay trayectorias musicales que, con el sólo hecho de sostener creaciones durante tantos años, merecen espontáneamente el reconocimiento público. Así como sucede con The Flaming Lips, la banda de Oklahoma liderada por Wayne Coyne, que lanzó recientemente su decimoquinto álbum de estudio titulado “King’s Mouth: Music And Songs”, el que contó sorpresivamente con el aporte de Mick Jones, guitarrista de The Clash, participando no sólo en algunos temas, sino también como narrador.
El preámbulo de este disco ha significado un amplio recorrido, uno que The Flaming Lips se ha construido en medio de variadas colaboraciones con otros artistas, nutriéndose simultáneamente de las influencias shoegaze e indie de Phantogram y Neon Indian, como también de momentos creativos con Yoko Ono, Nick Cave y Miles Cyrus, esta última la junta más curiosa, pero incuestionable, bajo el alero de las decisiones de Coyne.

Hoy, con su última creación a disposición, repleta de imaginería guiada y relatada por Jones, se constata su obsesión por la mixtura de sonidos hipnóticos y cósmicos. “King’s Mouth: Music And Songs” parte con “We Don’t Know How And We Don’t Know Why” invitando inmediatamente al espacio sideral, predisponiendo a una escucha activa y prontamente laboriosa. Arranca, entonces, la inquietante historia con “The Sparrow”, mitigada luego con la voz de Coyne, que años atrás ya se instaló en ese registro acogedor y que la deja a disposición de este disco, salvando con calidez permanentemente el trasfondo de tristeza y desgarro de los relatos sobre sus monótonas melodías.
Este álbum se centra en un cuento protagonizado por un rey que muere queriendo salvar a su pueblo de una avalancha; sus acordes hablan de una continuidad, seriada, repetitiva y evocadora, imponiendo una secuencia que subliminalmente limita, pero que podrán agradecer algunos agobiados por los disparos caóticos que dieron parte de sus experimentos anteriores. Sus letras exponen un concepto central y, como es la tendencia de Wayne, se enfrasca por momentos en sentimentalismos excesivos, traducidos en el dolor esperanzador frente a lo frágil de la vida y la lucha por preservarse con toda la humanidad que se tiene disponible, mientras la muerte se viene encima.

La banda ha demostrado ser una esponja que captura aprendizaje, desde su debut con su primer álbum, “Hear It Is” (1986), una espontánea idea post- punk con sonidos similares a lo que se venía escuchando por esos años, pero sometidos a cierta lentitud y abandono en medio de un grito doloroso. Su arrojo y tenacidad les ha permitido proponer y borrarse a sí mismos para volver a lanzarse sin temor, pasando por estados llenos de imaginario psicodélico y vibrante, como otros más oscuros y electrónicos, donde Wayne Coyne parece siempre querer contar algún episodio fantástico.
Hoy se podrá escuchar en “King’s Mouth: Music And Songs” a los Flaming Lips de siempre, con su ruta evocadora de ilusiones en un ambiente bastante más quieto y etéreo, sumado a un imprevisto foco literario donde subyacen mensajes concretos de amor, entrega y promesa, a pesar de la aflicción. Es una prueba más de que esta banda puede lanzarse nuevamente en una propuesta distinta y, sin embargo, mantenerse fiel a su rúbrica, donde por instantes suenan fastidiosamente estáticos, para luego reconfortar con el abrigo vocal de Wayne Coyne, que por momentos sostiene gratamente, haciendo permanecer en el intento.
Artista: The Flaming Lips
Disco: King’s Mouth: Music And Songs
Duración: 41:29
Año: 2019
Sello: Warner Bros. / Bella Union