Nunca es tarde para un homónimo, sobre todo si consideramos la cantidad de años de carrera que lleva The Brian Jonestown Massacre. Esta jugada casi podría interpretarse como una declaración de principios, una consigna que se eleva desde lo más profundo con el fin de no olvidar los cimientos que sostienen un proyecto no importando de qué tipo sea. Es importante rescatar esta idea cuando hablamos de una agrupación que siempre se ha mantenido fiel al norte que direcciona cada sonido que ha logrado, plasmándolo impecablemente en trabajos entrañables.
Es verdad que, en comparación al álbum pasado, “Something Else” (2018), esta entrega no es tan festiva. Es necesario sólo mirar los títulos de los tracks para percatarse de que este es un trabajo un poco “más bajo el agua”, en el que las texturas sonoras dan un toque de dramatismo que recorre gran parte de su extensión. De hecho, el primer tema, “Drained”, podría haber sido perfectamente un sobrante del LP anterior, pues, de no haber estado al principio del disco, se sentiría un poco ajeno al mood de esta nueva placa.

En cuanto a estructura, no hay mucha diferencia con los trabajos a los que TBJM nos tiene acostumbrados: temas más bien breves, acompañados de dos o tres de mayor duración, dejándonos a merced de las situaciones más sensoriales que podamos siquiera imaginar. Mención especial para la ya característica voz de Rike Bienert, quien en “Tombes Oubliées” entrega lo más parecido que puede haber al canto de una sirena nadando en un mar de ácido, logrando la introducción perfecta para el primer instrumental del disco, “My Mind Is Filled With Stuff”. Así es cómo se sube un poco el ritmo para llegar a la sexy “Cannot Be Saved”, tema en el que cada instrumento entra en perfecta armonía para convertirse en uno de esos que sólo pueden pertenecer a la banda de Anton Newcombe.
“A Word” expande la bruma en los oídos en cuanto la aérea voz de Anton toma la batuta al ritmo de una filosa pandereta. Por su parte, una lánguida y melódica guitarra acústica unida al eco de un suspiro nos sirve de antesala a los seis minutos de “We Never Had A Chance”, título bastante apocalíptico para una canción más bien melancólica, en la que ciertos recursos sonoros podrían interpretarse casi como un lamento. “Too Sad To Tell You” tiene esa vibra más bien blusera y una batería con saltos de platillos muy herederos de la música negra. Lo agradable de este tema es que cuenta una historia sonora; podría no tener letra y, aun así, atraparía totalmente la atención.

Así se llega a otro de los pocos momentos movidos del disco: “Remember Me This”, en el que su tempo pareciese estar marcado por unas varas de madera que ceden a la agilidad de la batería y a la personalidad más garage de la guitarra. La voz de Anton es el humo que destrona a los sentidos, llevando la consciencia hacia un lugar en el que nada pesa, en el que todo es liviano. El álbum cierra con “What Can I Say”, que sigue más o menos la misma vibra de guitarra acústica de “We Never Had a Chance”, pero sin ser tan gloomy y recurriendo a ciertas bases rítmicas de la típica psicodelia sesentera, sobre todo en el trabajo de la guitarra eléctrica.
Anton Newcombe es un tipo que se mantiene ocupado y, sin duda, es una de las fuerzas rectoras tanto de la música que ya conocemos, como de la que se seguirá creando. La vigencia de The Brian Jonestown Massacre es algo que se renueva constantemente y la muestra de ello es preguntarnos: ¿Qué banda lanza un homónimo como forma de reencender el círculo que se dibuja luego de tres décadas de carrera?
Artista: The Brian Jonestown Massacre
Disco: The Brian Jonestown Massacre
Duración: 37:59
Año: 2019
Sello: A Recordings