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Everything Was Beautiful Everything Was Beautiful

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Spiritualized – “Everything Was Beautiful”

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Grabado casi en simultáneo con “And Nothing Hurt” (2018), pero trabajado durante toda la pandemia, con Jason Pierce a cargo de ejecutar nada menos que 16 instrumentos e involucrando en el proceso a más de 30 músicos, fácilmente se puede caer en el error de pensar que el noveno álbum de la banda inglesa es una suerte de continuación de su predecesor, por el contrario, el mismo Pierce se ha encargado de aclarar que esta nueva entrega viene a plasmar un momento diferente del conjunto y en ningún caso persigue ser una extensión del álbum previo. Es con esta certeza que el otrora Spacemen 3 nos invita a explorar este nuevo capítulo discográfico, en esta ocasión compuesto sólo por siete tracks, donde encontramos momentos de extrema belleza, oscuridad, una perfecta cuota de caos y los infaltables guiños del Spaceman a sus trabajos anteriores y, sobre todo, a sus eternas influencias, todo tremendamente Spiritualized.

Es difícil acercarse a “Everything Was Beautiful” en aleatorio porque, si bien no hubo una intención deliberada de confeccionar un trabajo conceptual, lo cierto es que el disco fluye muy bien si se aborda siguiendo el orden del tracklist. “Always Together With You” es posiblemente uno de los mejores tracks a cargo de abrir un disco que vamos a ver este año; no pasa ni un segundo de canción y la alusión a “Ladies And Gentlemen We Are Floating In Space” (1997) es evidente, confirmando que Pierce está en el ánimo de “vengo a celebrar mi obra” para este álbum, y francamente lo consigue. Es imposible no notar cómo esta canción es un resumen perfecto de gran parte del sonido Spiritualized, construyéndose sin prisas, agregando capa tras capa de sonido en forma absolutamente natural y delicadísima, y cuando alcanza el éxtasis final y parece terminar (pero todos sabemos que no va a terminar), no lo hace y vuelve por una última gran explosión. Cuerdas, voces, teclados, campanadas, todo junto. Y funciona de manera asombrosa.

“Best Thing You Never Had (The D Song)” cambia las claves de la oferta y entra derecho a golpear en un ánimo más garajero y reverberante. Sin duda, es la sección de bronces lo que hace de la canción la experiencia catártica y cautivadora que es, sin embargo, las letras también aportan un pequeño detalle, particularmente cuando habla del viaje de “Holly”, donde probablemente están haciendo alusión a la misma “Holly” del álbum “Transformer” (1972) de Lou Reed y su inolvidable viaje al lado salvaje. Para continuar, y luego de dos cortes gigantes, el disco nos da un pequeño descanso con “Let It Bleed (For Iggy)” y “Crazy”, temas de texturas más amables y abiertamente más reflexivos en lo lírico, con el primero de ellos abordando lo angustioso que puede ser el proceso creativo cuando se siente que el destinatario merece algo perfecto y el segundo –con Nikki Lane en los acompañamientos vocales– completamente entregado a resucitar el lado más romántico de la banda.

El lado B de la placa consta de dos canciones enlazadas entre sí, y luego un gigantesco cierre. “The Mainline Song” inicia con sonidos que recuerdan a una estación de trenes, insistiendo en el concepto de viaje que ya nos había entregado el segundo corte del disco. La forma en cómo se construye este track, más el juego de capas sonoras, indudablemente apunta a las claves más tradicionales de la banda, sin embargo, en lo melódico es particularmente atractivo e inevitablemente rememora a “Pet Sounds” (1966) de The Beach Boys. “The A Song (Laid In Your Arms)” retoma desde la aparente pausa del corte anterior y prepara las cosas para la salida, no sin antes golpearnos con la clásica cuota de distorsión y caos que la banda siempre incluye en alguno de sus tracks. Para el final “I’m Coming Home Again” toma todo lo que habíamos venido experimentando y se encarga de darle una salida monumental. Inquietantes y cinematográficos diez minutos son los que dan vida a este magnífico opus de space rock, en el que no queda más que sumergirse y dejarse llevar.

Terminado el recorrido, es evidente que “Everything Was Beautiful” no es una segunda parte de su predecesor de 2018, no obstante, es inevitable notar que hay una suerte de ánimo recopilatorio de postales y claves sonoras que, sin ser un tributo al catálogo de la banda, apuntan claramente a reflotar su propio imaginario. La portada y la forma en que inicia el disco, rememorando al tercer trabajo del conjunto y los guiños a “Sweet Heart Sweet Light” (2012) en “The Mainline Song”, son sólo algunos ejemplos de lo anterior. Como el mismo Pierce resalta hacia el final del disco, algo de cerrar ciclos y volver a casa hay en el espíritu de esta aventura. Como sea, e independiente de las lecturas que uno quiera darle al significado del álbum, lo cierto es que el nuevo trabajo del inglés es un disco redondo. “Everything Was Beautiful” es atractivo en lo melódico, fiel a sus conceptos musicales (que a esta altura son únicos) y además amigable para aquellos que llegan por primera vez al conjunto. A 30 años del inicio de la aventura, Pierce solo parece seguir mejorando su fórmula.


Everything Was BeautifulArtista: Spiritualized

Disco: Everything Was Beautiful

Duración: 44:00

Año: 2022

Sello: Fat Possum


Discos

Weyes Blood – “And In The Darkness, Hearts Aglow”

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Tres años pasaron desde que Natalie Mering estrenara el cuarto trabajo de estudio de su proyecto Weyes Blood, llevándose el reconocimiento general y un sinfín de aplausos con una obra tan completa como “Titanic Rising” (2019). Aunque la artista se acostumbraba a las buenas críticas, las expectativas serían aún mayor al momento de enfrentarse a un próximo larga duración, misión que tiene pendiente con la llegada de “And In The Darkness, Hearts Aglow”, un trabajo donde la premisa de oscuridad absorbe gran parte de la trama, pero que la interpretación desde el corazón la transforma en una obra con una belleza e intensidad por partes iguales, haciéndole justicia a su título, más allá de las palabras. Todo esto se debe a la manera en que el disco se desarrolla, así como las capas que resisten el análisis o de cualquier prejuicio a la profundidad y efectividad de dichas composiciones.

Desde las distintas aristas que podamos darle a este disco, el principal factor que resalta es la capacidad de Natalie Mering a la hora no sólo de componer canciones, sino que también de la impronta que aplica en la producción, con una serie de colaboradores cooperando en aquella misión. Y es que desde la apertura con “It’s Not Just Me, It’s Everybody” demuestra cómo las cosas siguen su curso desde donde quedaron la última vez y, así, poder identificar de entrada los elementos que hacen de esta obra una sucesora de “Titanic Rising”, ya que es la propia intérprete quien describe este LP como el segundo en una trilogía que comenzó con su lanzamiento anterior. Si bien, prácticamente todas las canciones tienen la intervención de un arreglista externo, todo esto debido al trabajo que los músicos Ben Babbitt y Drew Erickson aplican en gran parte de los tracks, el componente personal se siente no sólo desde la interpretación, sino también desde donde Mering estructura su obra.

De esa forma de estructurar es cómo podemos ver el funcionamiento secuencial de inmensas composiciones, como “Children Of The Empire” o “Grapevine”, en las que Weyes Blood se luce en una interpretación muy rica en detalles, donde su voz logra tomar primer plano incluso con una sección instrumental tan cuidadosa y robusta como la que implementan en la guitarra y batería los hermanos Brian y Michael D’Addario, ampliamente reconocidos como el dúo The Lemon Twigs. Entre el sinfín de influencias y comparaciones que recibe la artista, los nombres de Brian Wilson y Karen Carpenter siempre estarán presentes en la manera compositiva e interpretativa, respectivamente, pero lo cierto es que Natalie ha sabido nutrirse de esos elementos para entregar un enfoque fresco y de manera más directa, evitando plagios o reminiscencias tan explicitas en su música. Un ejemplo de ello es la melancólica “God Turn Me Into A Flower”, donde la hipnótica presencia vocal de Mering se toma cada espacio con una delicadeza e intensidad que ha transformado en sello propio.

“Hearts Aglow”, por otra parte, encierra un poco los tópicos y componentes sonoros de esta quinta obra de estudio de Weyes Blood, aplicando correctamente términos líricos y musicales de la melancolía y contemplación personal, pero a la vez dejando entrever esas fisuras que permiten entrar a un plano más luminoso y optimista. Los arreglos siguen tan impecables como en cualquiera de las canciones de este disco, pero su desarrollo inminente hacia el interludio “And In The Darkness” le dan una cara única, con el carácter más ligado al pop barroco, poniendo énfasis en la experimentación, sobre todo considerando la presencia de una canción como “Twin Flame” que, contraria a la mayoría, carece de arreglistas externos y se centra en las propias ideas de la intérprete. Luego del tormentoso paso de “In Holy Flux”, el disco cierra con “The Worst Is Done” y “A Given Thing”, sumando 10 minutos donde tenemos desde el lado más juguetón hasta el más apasionado, aristas opuestas en el amplio rango interpretativo de Mering.

Siempre es complejo analizar una obra cuando se pueden tomar tantas referencias a la hora de desmantelar su estructura, pero lo cierto es que es en ese ejercicio donde verdaderamente podemos notar cuánto hay de inspiración y de reinterpretación, o si, en el peor de los casos, existe algún atisbo de plagio. Los artistas más nuevos enfrentan el gran problema de un panorama musical a veces desgastado, donde todo fue inventado y nadie puede ser el primero a la hora de querer aplicar sus ideas o entregar una versión más fresca de algo que ya esté arraigado en el oído colectivo. Lo de Weyes Blood no es por ninguna parte algo novedoso o diferente a muchos discos que podamos oír previamente, pero su principal gracia se encuentra en cómo esos elementos se presentan e interpretan, y ahí es donde la artista se desmarca de sus pares y logra salir adelante como una compositora que tiene mucho que ofrecer con su arte. Cinco discos y sólo aciertos es algo que pocos pueden contar, sobre todo a una edad tan temprana, donde el legado musical no puede hacer otra cosa que reforzarse de aquí en adelante.


Artista: Weyes Blood

Disco: And In The Darkness, Hearts Aglow

Duración: 46:22

Año: 2022

Sello: Sub Pop


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