99% es el porcentaje de la humanidad que está sometida al otro 1%, y es precisamente esta evidente desigualdad la que motivó a los españoles de Ska-P a bautizar como “99%” su octavo álbum de estudio. “We are the 99%” es el lema utilizado por el movimiento Occupy Wall Street, el cual gráfica la impotencia del pueblo trabajador subordinado a las decisiones del 1% más rico. La placa está compuesta por 15 canciones con temáticas políticas y sociales, siendo la primera vez que los oriundos de Madrid incorporan tantos temas dentro de un disco, logrando –según declaraciones de la propia banda- hacer convivir en perfecta armonía toda la fuerza del rock, la agresividad del punk, la soltura del reggae y el dinámico ritmo del ska. El álbum fue producido por Tony López y será distribuido bajo la etiqueta Warner Music.
El disco comienza con “Full Gas”, un tema de corte semi instrumental que de inmediato llena el ambiente de energía, asumiendo un rol protagónico el potente sonido de la batería y los característicos pasajes de viento. “Canto A La Rebelión” fue una de las primeras canciones que se dio a conocer y refleja a la perfección el estilo de los vallecanos, fundamentándose en una pegajosa melodía ska, plagada de vitalidad y matizada por la distintiva voz de Pulpul. Los ritmos acelerados se mantienen con “Ciudadano Papagayo”, en donde la guitarra de Joxemi aporta con tintes más rockeros. “Pandemias S.L” ofrece pasajes mucho más lúdicos y dinámicos, con interesantes cambios de ritmo y un atractivo estribillo.
El miedo es la principal temática de “Se Acabó”, tema que se mueve sobre un potente riff de percusión, con activa participación de las segundas voces y exquisitas ejecuciones de cuerdas. Las trompetas marcan el comienzo de la enérgica “Ska-Pa”, un corte que invita a saltar y liberar tensiones, impregnando cada pasaje con toda la influencia del ska. La intensidad de “Marinaleda” incrementa las revoluciones, incorporando leves matices de reggae, pero manteniéndose sobre una estructura ya probada. Un coro de niños ofrece la introducción de “Ali Babá”, uno de los temas más livianos del álbum, con instrumentos que no suenan tan potentes y donde sólo resalta el sonido de la trompeta. Con “Victoria” vuelve aparecer toda la fuerza de la batería de Luismi, con la intensidad de la guitarra en su máxima expresión y precisas apariciones de las teclas de Kogote. Los primeros pasajes de “Bajo Vigilancia” denotan un estilo más oscuro, que si bien es cierto no resalta por su velocidad, sí ofrece una melodía de corte más industrial, con preponderancia de los sonidos sintetizados.
El sonido acústico de la guitarra se apodera de “Maquis”, una canción llena de sentimiento y profundidad, que sorpresivamente muta a una base rítmica mucho más poderosa, teniendo las cuerdas de Joxemi como principal aliado. El dinamismo se vuelve a hacer presente de la mano de “Oniomanos”, tema que fluye por un terreno ya conocido, sin arriesgar demasiado. En “¿Quiénes Sois?” se repite la fórmula de comenzar con sonidos más delicados para evolucionar a una batería que no para de golpear, un participativo teclado y una melodía que incentiva al mosh pit. “Radio Falacia” trae de vuelta el característico sonido del ska, con abundante instrumentación, un ritmo rápido y pasajes rebosantes de energía. El cierre del álbum corre por cuenta de “África Agónica”, una canción a medio tiempo cargada de melancolía y dolor, con elementos sensibles, y cuyo protagonismo es compartido por cada uno de los instrumentos, los que funcionan en perfecta sincronía estructurando el corte más hermoso de la placa.
Cuando hablamos de Ska-P la apuesta es casi segura, melodías dinámicas y pegajosas, con preponderancia del sonido ska por sobre otros matices musicales, y letras de corte revolucionario. En “99%” se mantiene la obviedad del mensaje contestatario y frontal, pero sin perder esa frescura y vitalidad que los vallecanos han acuñado durante poco menos de 20 años de trayectoria. Una exitosa fórmula, que lejos de aburrir, termina por encantar con cada nueva escucha, denotando que el paso del tiempo no es sinónimo de desgaste, sino de consagración.
Pasar de un sonido arrollador e irrefrenable hacia una propuesta etérea y mucho más sobria, es un movimiento que causa sorpresa viniendo de una banda como Genghis Tron. Luego de más de una década de ausencia discográfica, “Dream Weapon” es un giro inesperado, que deja la sensación de reinvención por sobre la consigna de continuidad. Un trabajo donde el riesgo es alto, pero cuyo resultado es sólido y mira hacia adelante.
El factor tiempo fue uno de los primeros ingredientes que componen este nuevo álbum. Ya han pasado 13 años desde que “Board Up The House” posicionó a la banda dentro de un espacio donde convive la música extrema con los arreglos electrónicos, marcando una huella profunda, que incluso suena novedosa en la actualidad. No fue hasta principios de este año que los estadounidenses dieron las primeras luces de un tercer trabajo. Mediante los singles “Dream Weapon”, “Ritual Circle” y “Pyrocene”, Genghis Tron despertaba interés y dejaba en claro que este retorno se articularía desde una fórmula diferente. Estos adelantos son, precisamente, una ventana al concepto sonoro del disco, donde las guitarras ceden protagonismo a los sintetizadores, generando composiciones sumamente hipnóticas, en las que los guiños al ambient y el krautrock viajan con fluidez a lo largo del tracklist.
La apertura instrumental con “Exit Perfect Mind” es el inicio apropiado para generar esta idea de abstracción y luego situarse de forma brusca en “Pyrocene”, donde las voces oníricas del sencillo despiertan otro de los factores más evidentes de este regreso. Mookie Singerman ya no forma parte del proyecto, dejando atrás los alaridos y abriéndole camino a un trabajo vocal más refinado a cargo de Tony Wolski. Del mismo modo, Nick Yacyshyn marca una diferencia significativa en comparación a las producciones anteriores. Las canciones se alejan de las máquinas de ritmos, optando esta vez por un sonido orgánico donde resalta la calidad artística del baterista, reconocido también por su banda mater, Sumac.
Más allá de descansar en los cortes de adelanto, “Dream Weapon” goza de un cuidado equilibrio y cohesión, que incluye interludios tales como “Desert Strais” y extensas composiciones donde se aprecia un sólido desarrollo de esta nueva etapa. “Alone In The Heart Of The Light” destaca como uno de los momentos más altos del álbum, donde la progresión de sintetizadores y cambios de ritmo no tienen nada que envidiar a su pasado más caótico, sino que nutren la versatilidad de la banda. Mediante una fórmula bastante similar, “Great Mother” es el cierre de este viaje surreal, que no deja de ser apoteósico ni demoledor, pese a la atípica aura de templanza que lo rodea.
En definitiva, el contundente retorno de Genghis Tron con “Dream Weapon” está compuesto de una serie de elementos frescos e inusuales, considerando la trayectoria de la banda, siendo un claro ejemplo de aquellos casos donde el factor sorpresa resulta una virtud más que un desacierto. Un cambio interesante, que deja el camino abierto y donde sólo el futuro dirá si se trata de una nueva faceta o tan sólo es un aire de experimentación por paisajes nebulosos y espaciales.