El 19 de febrero de 1980 falleció Bon Scott, segundo vocalista de la banda de hard rock AC/DC. En la gran mayoría de los casos, la muerte de un frontman termina por sepultar el destino de una banda o se transforma en algo así como el inicio del fin para los conjuntos que deciden apostar por intentar un revival. En ese entonces, los hermanos y fundadores de AC/DC, Angus y Malcolm Young, decidieron aventurarse a buscar un nuevo vocalista, y luego de sólo cinco meses lanzaron el que a la postre se convertiría en uno de los mejores “discos de retorno” de la historia del rock, editado por una banda justo después de perder a su cantante. Treinta y siete años después el destino decidió poner nuevamente a los australianos en aprietos: esta vez Malcolm fallecería, Brian Johnson tendría que abandonar por problemas acústicos y Phil Rudd se vería obligado a tomar un receso debido a problemas con la ley. Pues bien, “POWER UP” es su nuevo grito de supervivencia.
Si bien, el momento esta vez fue muy distinto, la tozudez de los australianos parece no cambiar nada con los años. Con el conjunto prácticamente desarmado (más de alguno dijo hace un par de años que AC/DC se había transformado en la banda tributo de AC/DC de Angus Young), el eterno guitarrista de pantalón corto se dio maña para esperar pacientemente el momento en que pudiera volver a contar con Brian y Phil, y con Stevie Young llenando el espacio de Malcolm, como ya venía haciendo desde un tiempo, y entraron al estudio cargados con un ánimo de revancha que se deja sentir en cada uno de los cortes que terminó dando vida a su nuevo álbum. Los honores esta vez van dirigidos a Malcolm, quien, de hecho, figura como autor de cada una de las canciones del álbum, básicamente porque buena parte de lo que tenemos al frente son maquetas que los hermanos Young venían trabajando desde la época de “Black Ice” (2008).

Desde el primer segundo la energía de “POWER UP” tiene un sabor especial. No es que haya algo nuevo en la propuesta del conjunto, pero definitivamente hay algo en la potencia de estos cortes que hace de este viaje un recorrido especialmente grato y edificante. En esa línea, la letra de “Shot In The Dark” retrata la situación de manera perfecta; estos temas son como atrapar ese extra de vitalidad que se hace tan necesario en momentos de oscuridad, sin embargo, no es sólo la letra lo que logra el cometido, es también la inagotable voz de Johnson y el ineludible riff de entrada lo que nos termina transportando sin retorno a cortes como “Have A Drink On Me” o “Badlands”, resucitando el ADN más primigenio del conjunto. Lo mismo sucede con “Realize”, “Rejection” e incluso “Witch’s Spell”, todas inundadas por aplastantes golpes de guitarra rítmica que gritan Malcolm Young por cada rincón, anotándose preciosos momentos de hard rock que son literalmente una patada a la garganta.
Mientras los cortes anteriores nos llenan del sello musical que prácticamente inventaron los australianos, “Through The Mists Of Time” se para en una esquina distinta, musicalmente más en la línea de los temas “cantados” del conjunto, como “Rock And Roll Ain’t Noise Pollution” o “Money Talks”, pero abiertamente nostálgica en lo lírico. Sin duda, una canción inhabitual para la banda, pero curiosamente uno de los puntos más altos de la placa. Como era de esperarse, el espacio para la introspección empieza y termina con el corte anterior, y lo que la banda hace en el resto del álbum es rescatar su propia firma musical, en un abordaje sencillo, pero no menos efectivo. “Kick You When You’re Down”, “Demon Fire”, “Wild Reputation” y “Money Shot” mantienen el ímpetu del disco sin contratiempos, con Angus haciendo despliegue de sus imperecederos trucos en cada canción, y la base rítmica a cargo de Williams y Rudd siempre cumplidora. Sin embargo, hacia el final del disco, después de doce temas, queda la sensación de que con un par de tracks menos el álbum habría sido aún más efectivo.

A estas alturas, AC/DC es una suerte de fenómeno ineludible. La banda goza de un grupo de seguidores tremendamente fiel, que con seguridad va a disfrutar esta nueva entrega, sin embargo, también hay muchos que miran con resquemor cualquier nuevo movimiento del conjunto, básicamente cuestionando el propósito de seguir sumando discos a un catálogo que ya parece haber dado lo que tenía que dar. Más allá de ser un razonamiento que uno pudiera entender, lo cierto es que, tratándose de arte, es muy difícil (e incluso altanero) pretender definir el momento en que un artista tiene que parar, especialmente si el móvil detrás de un ejercicio creativo tiene que ver con este grado de pasión y perseverancia. Es verdad, es muy probable que el quinteto no logre conquistar nuevos oídos con este álbum, pero no es menos cierto que “POWER UP” se alza como una postal incuestionable de una banda que se niega a bajar los brazos y que, a la hora de homenajear a uno de los suyos, es capaz de sortear cualquier obstáculo.
Artista: AC/DC
Disco: POWER UP
Duración: 41:03
Año: 2020
Sello: Columbia / Sony Australia