En 2020 parece ser difícil encontrar momentos positivos, donde incluso la música ha sido enfrentada de cara con la realidad. Conciertos cancelados, lanzamientos aplazados y músicos independientes batallando, ejemplifican un complejo escenario. Por lo que “Shore”, el cuarto álbum de Fleet Foxes, es una inesperada dosis de energía; un disco directo en su composición y mensaje, que ve más allá de los momentos oscuros y responde con una sonrisa. En “Crack-Up” (2017) Robin Pecknold ofrecía su material más complejo, una mirada progresiva del folk con épicas composiciones que retrataban un ambiente ansioso, sin embargo, “Shore” parece brillar de forma sutil. Presentado como una celebración de la vida ante la muerte, es una mirada más tradicional del género en un ejercicio fundamental.
“Wading In Waist-High Water” es una gentil pieza acústica de entrada. Retrata la soledad con frágiles cuerdas, pero, a medida que esta se transforma en unidad, el sonido ruge. Usar la melodiosa voz de Uwade Akhere es significativo, ya que Pecknold se ha caracterizado por retratar su propia soledad, pero esta liberación colaborativa habla del nuevo lugar en que se encuentra. “Sunblind” es un homenaje a los músicos que lo inspiran y se han ido demasiado pronto: “Para Richard Swift. Para John (Prine) y Bill (Withers). Para cada don elevado antes de su voluntad”. Una canción con un tópico tan devastador logra sonar reconfortante, una lamentación de aquellos perdidos, pero un aprecio eterno por su trabajo. Similar ejercicio hace en “Jara”, homenaje a Víctor Jara que elige no centrarse en su asesinato, sino que celebrar su lucha y espíritu: “Nunca tuviste miedo de pelear, culpas a un dios enojado. Y cuando ves el primer signo de violencia, lo soportas con todas tus fuerzas”.

Con la luminosa música, es difícil descifrar que la muerte sea la temática que mueve al disco, pues Pecknold la enfrenta con inesperada positividad. No es una negación de lo inevitable, sino que elegir centrarse en las partes positivas. “Pero soy fuerte y vivo, cantándote toda la noche” expresa en “Sunblind”. “Can I Believe You” presenta el momento más enérgico del disco, con un coro a cargo de sus propios fanáticos para representar el espíritu de unidad ante la adversidad. “Podría preocuparme cada noche, encontrar algo único que decir. Podría pasar por erudito, pero es un juego de jóvenes”, confiesa en “Young Man’s Game”, donde expresa las intenciones del disco.
“Shore” puede parecer un retroceso musical, puesto que las composiciones son mucho más directas y queda poco a la experimentación, sin embargo, Pecknold privilegia las evocaciones nostálgicas de las cuerdas antes de la innovación. Sus sentimientos están lejos de ser sencillos, pero parecen desenredarse gracias a la sutileza de las melodías. Como un trabajo clásico del folclor, deja al relator de lado y se centra en los personajes, sus historias atemporales y la identificación de la audiencia. “Featherweight” y “I’m Not My Season” son algunas de sus composiciones más tradicionales, pero sus emblemáticas melodías mantienen vivo el espíritu de la agrupación.

No obstante, en “Shore” hay momentos donde el sonido es renovado. Tal como el equinoccio en el que fue lanzado, se lleva el espíritu de transformación y cambios. La sutileza de los cortes acústicos es contrastada por canciones como “Cradling Mother, Cradling Woman”, que presenta grandes orquestaciones similares a contemporáneos, como Sufjan Stevens, y elementos electrónicos e instrumentos de viento entran y salen de las melodías, vitalizando la paleta. Todo esto convive en la pieza final homónima, donde los elementos de ambient presentan al músico flotando en un mundo de dudas. “Recuerdo tener la esperanza de no recordar nada. Ahora sólo espero estar aferrado a algo”, relata a la deriva.
Como lo menciona su nombre, este álbum ve a Robin Pecknold observando al mundo desde la costa, parándose ante un intimidante océano que le recuerda su mortalidad y pequeñez, pero, lejos de ahogarse en esta negatividad, observa la luz más allá de este. “Shore” está lleno de tópicos que cuestionan el presente y lo venidero, pero las cuerdas brillan y su melodiosa voz no se deja apagar. Es un regreso a lo más tradicional de la composición artesanal, donde con su guitarra busca llevar un poco de positividad ante un mundo que lo necesita. Pareciera casi impertinente que Pecknold eligiera este año para expresar esta celebración de la vida, pero su mirada del mundo es más que oportuna.
Artista: Fleet Foxes
Disco: Shore
Duración: 54:22
Año: 2020
Sello: Anti-