“Beck tiene que respetar el arte y debería haber dado su premio a Beyoncé”. Ya han pasado casi tres años desde que Beck fuera doblemente galardonado por “Morning Phase” (2014) en la edición de los premios Grammy de 2015. Y, tristemente, uno de los momentos que trascendieron y quedaron marcados a fuego en la retina de muchos, fue precisamente uno que contiene la frase inicial de este escrito y que posee como protagonista –o eterno antagonista– al rapero Kanye West denunciando una, según él, vergonzosa injusticia para el gremio musical. Claro que después de la polémica hubo disculpas y todo eso, pero quedó dando vueltas la legitimidad del mérito del ganador.
Con el actual, Beck completa un catálogo de 13 discos, que si algo comparten es una inacabable fuente de energía creativa. Y es que si hay alguien a quien le queda chico el título genérico de alternativo es a él, quien ha sido capaz de ir moldeando sus composiciones de acuerdo a la época. Cada vez ha ido extendiendo más y más la amalgama musical en la que se permite experimentar, y no de pura suerte han quedado establecidos como parte de la banda sonora de ciertas épocas canciones como la archiconocida “Loser”, la hermosa “Lonesome Tears”, la groovie “Mixed Bizness” o la pintoresca “Qué Onda Guero”, sólo por nombrar algunas de las más populares. Sin ir muy lejos, poco antes del lanzamiento de “Morning Phase”, Beck ya había anunciado el inminente lanzamiento de un álbum mucho más animado, algo que traería de vuelta los sonidos de “Midnite Vultures” (1999) o de “Guero” (2005), una producción que tendría menos de introspectivo y más de bailable.
“Colors” fue ensamblado con la colaboración del productor Greg Kurstin (Foo Fighters, Foster The People), y es importante su participación en la grabación, ya que entre los dos se encargaron de tocar casi todos los instrumentos de esta obra, material que estuvo en el horno desde antes de la publicación de su duodécimo disco y que, por lo mismo, da la impresión de que tuvo suficiente tiempo para ser perfeccionado, aun cuando el proceso de grabación se haya visto en cierta medida entorpecido por la gira promocional de “Morning Phase”, puesto que, según declaraciones del músico a NME, durante este período hubo mucho de prueba y error.

Con “Colors”, la canción, se hace explícito que la estética de este larga duración se orientó por la senda más popera, por los coros pegajosos y un sinfín de arreglos sintéticos, los que en “Seventh Heaven” agarran fuerza fluyendo por una sutil atmósfera ochentera, algo así como un clásico de época perdido en el tiempo. En “I’m So Free” la energía optimista sigue haciendo lo suyo, mientras que “Dear Life” es otra de las pistas de este disco que invitan a pasear por pasajes sonoros retro, desarrollándose a través de un piano de jazz que funciona como columna vertebral. “No Distraction” tiene mucho Groove; una progresión ascendente de cuerdas actúa como puente al coro que, en cierta medida, evoca la estructura sonora de “Locked Out Of Heaven” de Bruno Mars o, en el mejor de los casos, a “Don’t Stand So Close To Me” de The Police. Cosa de gustos.
“Dreams”, lanzado a mediados de 2015, se adjudica el título del adelanto más antiguo del presente trabajo. Por la misma época, en una entrevista a una estación de radio de Los Ángeles, Beck indicaba que con este álbum buscaba componer algo que fuera bueno para tocar en vivo, y con este sencillo se establecía ya, definitivamente, que el carácter de “Colors” sería mucho menos vanguardista que en sus discos anteriores, pues se hizo evidente una estética mucho más fácil de digerir, algo apropiado para oídos nuevos. “Wow” fue como el hijo no deseado de este LP, pues, aunque Beck no tenía contemplada su incorporación a “Colors”, le terminó agarrando cariño. Él mismo explicó que había nacido como una humorada improvisada mientras grababan, y fue tan grande el éxito que obtuvo este chiste, que llegó a ocupar un puesto entre las cien mejores canciones pop de 2016 en la lista Billboard. ¿A qué suena? Es como si Beck se dedicara al trap.

“Up All Night” continúa en la misma senda optimista que marca la fórmula general de esta producción, aunque mucho más explícita, pues se presenta como una oda a la fiesta, a quedarse despierto toda la noche celebrando. El mismo piano de jazz que apareció algunas canciones atrás, se hace presente en “Square One”; el distintivo de esta pieza podría radicar en su coro, sobre todo llegando a su final, donde se mueve en una atmósfera que coquetea con lo nostálgico, pero que a la larga termina confundiéndose con una animada armonía. “Fix Me” es la única balada de este trabajo: pausada, melosa y con una letra que no puede hacer menos evidente su calidad de himno de amor. Aun así, tiene una estructura que juega con arreglos orquestales de fondo, insinuando que si hay alguna canción de este disco que podría haber sido parte de “Morning Phase”, es esta.
Una de las cualidades de Beck, y que el mismo ha sabido potenciar durante toda su carrera, es su capacidad para transformarse. Sin embargo, no es de los que se reinventan, porque sucede que, más que un cambio radical, él está en un proceso de constante evolución. Obviamente hay elementos que persisten en cada una de sus obras, así como su extraña insistencia por rapear o incorporar elementos chicanos en sus creaciones, tal como pasó en este disco con una versión alternativa de “Wow” (“Guau”), remixeada por el proyecto musical electrónico Mexican Institute Of Sound. En definitiva, “Colors” parece haber tenido un buen tiempo para reposar y pulirse antes de darse a conocer al mundo; tiene mucho de lo que Beck ha venido mostrando a lo largo de toda su carrera, pero con aires más frescos. En realidad, de eso se ha tratado todo este tiempo, la innovación es parte de este músico, y si eso no es respetar el arte, pues que Kanye West se prepare, porque Beck is back.
Artista: Beck
Disco: Colors
Duración: 39:39
Año: 2017
Sello: Capitol Records