Una instalación de arte moderno consistente en un cuadrado blanco demarcado en el centro de la ciudad de Värnamo, Suecia, invita a los transeúntes a ayudar de forma altruista a quien dentro de él pida auxilio. Esta propuesta, junto a una completa instalación artístico-práctica que el director Ruben Östlund puso en 2015 en el museo Vandalorum, buscaba explorar y poner a prueba los límites de la confianza individual y colectiva de los seres humanos.
“El Cuadrado es un santuario de confianza y cuidado. Dentro de él todos compartimos iguales derechos y obligaciones“, reza la placa de “The Square”, montaje que se introduce como punto de partida en la ficción de la última cinta del realizador sueco, quien con poderío remanente de formas se introduce en un sinfín de temáticas paradójicas entre sí, entregando una sátira crítica a cada una de las esferas que rigen a la sociedad actual llevando una experiencia de autorreflexión exuberante, como un estudio posmodernista en sí en poco más de 140 minutos.
Christian (Claes Bang) es el curador del X-Royal Museum de arte contemporáneo, pronto a inaugurar la última exposición llamada “The Square”. Con más lujos que complicaciones, y acarreado a situaciones impensadas tras una serie de erróneas decisiones, el hombre se verá enfrentado a los tropiezos de la vida mientras de fondo todo sucede en la ciudad de Estocolmo.
Cuando lo visceral se junta de manera repentina con la práctica posmoderna de entender el arte, un relato que es prácticamente un eterno choque de ideas define –si es posible de alguna forma– la provocación que esta obra de Östlund propone al espectador. La cinta, reciente ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes, es tanto material de arte que habla de sí mismo, como espejo de los grandes temas que penan encima de cada componente de la sociedad. Y es que así, entre esenciales contradicciones de estructuras narrativas superficiales y profundas que se entrelazan como un juego de habilidad en el que nadie realmente quiere ser parte, “The Square” se presenta como un irónico análisis donde no siempre lo que se ve es lo más relevante, y viceversa. Una articulación de tesis fácil de entender, pero difícil de procesar debido, por un lado, a la vastedad de asuntos que toca, como al extenso tiempo físico en el que se desenvuelve, que si bien supera las expectativas para ir cerrando tramas –o dejando interrogantes de regalo–, supone un peso extra a la ya enriquecida crónica.
Pese que con ello al tercio final se van diluyendo las impresiones que durante toda la cinta nos mantienen expectantes, todo este sistema, armado meticulosamente para causar reacciones disímiles y una retrospección en el espectador, hace que la historia contada a través de los ojos del protagonista permanezca como una obra digna de admiración, constante y perenne en sus consecuencias.
Y aunque puede parecer pretenciosa en su forma (o que a ratos lo sea de verdad), desde su surrealismo encarnado en la virtualidad de las extrañas exhibiciones de arte como fondo se cimentan temáticas vitales, desde la omnipresencia de la tecnología, que ayuda o destruye en los momentos menos adecuados, la responsabilidad de los medios, el poder de las comunicaciones, el arte que no es arte y la jungla de seguidores de este, hasta la responsabilidad particular y colectiva, la alienación, piedad, individualidad, meta arte, cobardía, justicia, capitalismo, hipocresía, privilegios, tolerancia, empatía, amor… y se nos plantea sin anestesia, ¿dónde se encuentran los límites de todo?
Todo lo anterior se articula con un increíble Claes Bang a la cabeza, principal que personifica extraordinariamente la amalgama de sentimientos que los estímulos del día a día y aquellos creados con intención por el hombre determinan las respuestas, acciones y la búsqueda de una falsa calma y felicidad de cada uno de nosotros. Pero de sopetón caemos en cuenta que, efectivamente, siempre está pasando o pasará algo.
Como parte de un todo, la dirección de arte de esta producción es una aleta impecable y la composición visual un lujo. Aunque los momentos de contemplación sean varias veces más extensos de lo necesario, reprochar el formato de una cinta de esta índole puede ser un ejercicio vano, pues en su abanico de extravagancias y simplezas, como una pieza artística y sujeto de estudio en sí mismo, generará tan variadas respuestas como sean los ojos que la admiren.
“The Square” es una sátira excelente que pone en tela de juicio, para bien y para mal, temas atingentes a nuestra existencia contemporánea, invitando a la especulación con un matiz que empuja –y desdibuja– los limites en su forma y fondo, a ratos de manera tan disparatada como real, formando una metanarrativa cinematográfica provocativa, frustrante y deliciosa.
Título Original: The Square
Director: Ruben Östlund
Duración: 142 minutos
Año: 2017
Reparto: Claes Bang, Elisabeth Moss, Dominic West, Terry Notary, Christopher Læssø, Marina Schiptjenko, Elijandro Edouard, Daniel Hallberg, Martin Sööder, Linda Anborg, Emelie Beckius, Peter Diaz
Cada vez aparecen más detalles de la nueva serie de Sex Pistols, dirigida por Danny Boyle, basadas en las memorias del guitarrista Steve Jones, llamadas “Lonely Boy: Tales from a Sex Pistol” (2017). Entendiendo esto, finalmente, se dio a conocer la primera imagen de los cuatros ingleses de la producción audiovisual, con fecha de rodaje para el 7 marzo.
Recordemos que la serie de FX, la que tendrá seis capítulos, se encuentra conformada por Maisie Williams interpretando a Jordan, también conocida como Pamela Rooke, y Toby Wallace en el papel principal de Jones. Este trabajo contará también con la participación de Anson Boon, quien interpretará al vocalista John Lydon, Louis Partridge como el bajista Sid Vicious, Jacob Slater hará el papel del baterista Paul Cook y Fabien Frankel, quien actuará como Glen Matlock, que tiempo después sería reemplazado por Vicious.