A esta altura de la carrera, cuesta pillarle un término adecuado a las nuevas entregas de icónicas sagas que desembarcan en salas de cine del mundo. Precuela, secuela o remake, todo está lejos de ajustarse con total precisión a la naturaleza de estos nuevos gigantes fílmicos. Esta semana viene a acoplarse a esa línea Terminator, una saga que en el nuevo siglo ha tenido derechamente escasa suerte de revivir el furor de su época, lejanos tiempos en que las películas que empleaban GCI eran un acontecimiento que se daba sólo un puñado de veces por año. Cierto es que las cintas de 2003 y 2009 no sucumbieron con escándalo, pero claramente no son dignas descendientes de los clásicos de 1984 y 1991 dirigidos por James Cameron. Sin sobrarle nada, “Terminator Génesis”, la quinta pieza de la saga, redime en alguna medida a la franquicia que el año pasado cumplió tres décadas.
Encabezada por John Connor (Jason Clarke), la resistencia humana parece imponerse sobre la máquina que los ha sometido durante años, Skynet. Sin embargo, al instante se enteran de que esta ha enviado a un T-800 al pasado para matar a la madre de su líder, Sarah Connor (Emilia Clarke), por lo que Kyle Reese (Jai Courtney), brazo derecho de John, es enviado a la misma época. Lo que encuentra no se ciñe a lo que esperaba: Sarah es una dura mujer que combate codo a codo con Potts (Arnold Schwarzenegger), un T-800 que la salvó cuando era apenas una niña. Resuelto el puzle, el propósito de los protagonistas será viajar hasta 2017, cuando Genysis, una aplicación que promete unir todos los aparatos tecnológicos de las personas, se apronta a estar online.
Ruge como un gigante incansable esta nueva película de la lucha de hombres y máquinas, desde el primer plano hasta su apoteósico cierre, de eso no hay duda. Los esfuerzos de los realizadores de esta quinta entrega lucen mancomunados en una misma dirección: serlo todo para volver a poner en lo alto el nombre de Terminator. Ser una nueva entrega digna de la saga, ser un gran homenaje, ser una excelente cinta de acción, sin embargo, querer saldar todas las deudas acumuladas –herencia de las últimas dos cintas- asoma, a la larga, como el gran error que comete “Terminator Génesis”. De partida, no exhibe un gran guión, aspecto esencial si se trata de articular una película que desee apuntar tan arriba.
La película muta desde un armado que parece dispuesto para dar vida nada más que a un respetuoso y nada jugado repaso por la primera entrega, “The Terminator” (1984), para en seguida abrir paso a un incesante bombardeo de sorpresas, una escalada de ambición destemplada. En esta porción está instalado lo mejor de la película, porque la adición de cuerpo a la narración va amarrado a una dirección firme de Alan Taylor, esta vez muy lejos de estropear la cinta con el desgano que había exhibido en “Thor: The Dark World” (2013).
Si en esos minutos “Terminator Génesis” no despega con mayor fuerza por sobre la media, es porque el guión es abundante en líneas gruesas (el momento del encuentro entre Kyle Reese y Sarah Connor causa más risas burlescas que risas nerviosas) y a que los momentos en que la acción respira no son más que palabrería barata. Los forados de la trama –relativos obviamente a los saltos del tiempo- no son menores, pero en esta porción del relato no dañan a la película con la misma profundidad que en la segunda parte.
Ya acostumbrada a la inyección de vueltas de tuercas, allanado el camino para el despliegue de la principal hebra de la trama, la película se asocia inevitablemente con la mediocridad. Arranca una poco estimulante persecución del gato y el ratón, emblema de la saga de Schwarzenegger en sus tres primeros filmes, esta vez alojado en dos elementos icónicos de la saga que osa invertir. Los más duros dirán que allí reside el principal problema de la trama y de la película en general, y lo cierto es que la decisión de retorcer lo conocido no es inconveniente en sí mismo: lo es el hecho de que carece de fineza y soltura para aplicarlos en una trama que, además, ya renguea con los plotholes originados por los saltos en el tiempo que mete a la olla y por el perfil tosco de sus personajes, sólo llevados sin desentonar por Emilia Clarke y el siempre cumplidor Schwarzenegger.
Perjudica también al disfrute de la cinta su falta de frescura de ideas al momento de redondear la principal amenaza que enfrentan los nuevos Kyle Reese y Sarah Connor: una corporación, una escena en el puente de San Francisco con un remate robado a “The Amazing Spider-Man” (2012), un villano omnipresente. En ese sentido, un esfuerzo por traer la historia que todos conocemos a la actualidad, que termina siendo tan rígido y obvio como el de “RoboCop” (2014).
Así, una película que al comienzo mantiene con dignidad la acción e incluso sorprende, en su segunda parte se torna muy predecible y se ve marcada por una progresiva ida a pique. Incluso su apunte a los tiempos de hoy luce fatigado. Si la trama retoma la senda es sólo porque su clímax tiene casi todo lo que exige una cinta de acción, incluido un Arnold Schwarzenegger pocas veces mejor aprovechado.
Con todo, este nuevo intento por hacer brillar a la franquicia representa un no menor repunte respecto a la muy olvidable “Terminator 3: Rise Of The Machines” de Jonathan Mostow, y la discreta “Terminator Salvation” (2009) de McG. Pasan los años y las obras cumbres de James Cameron no se resienten por ello. Esa genialidad contenida en una película masiva parece cosa del pasado: quizás solo puede ser replicada a cuentagotas por productos desmesurados, bulliciosos y sobregirados como este.
Luego de estar en coma tras sufrir un complejo accidente en auto, hoy finalmente ha sido declarada como fallecida la actriz Anne Heche, luego de que su familia informara hace algunas horas que se había tomado la decisión de desconectarla del respirador artificial ante la imposibilidad de que sobreviviera tras las diversas lesiones que sufrió. Si bien al entregar la noticia todavía se encontraba conectada a la espera de los receptores de órganos, fue declarada legalmente muerta debido a las leyes del estado de California.
Heche sufrió una compleja lesión cerebral anóxica luego de chocar en su auto el pasado 5 de agosto, quedando en coma y en estado crítico, al punto que desde el primer minuto se informó que no sobreviviría. “Durante mucho tiempo ha sido su elección donar sus órganos y se la mantiene con soporte vital para determinar si alguno es viable”, señaló la familia en el comunicado que informaron sobre esta decisión.
La actriz es recordada por varios papeles en el cine y la televisión, su año más importante sin duda fue 1997, donde participó de varias películas como “Donnie Brasco“, “Volcano“, “I Know What You Did Last Summer” y “Wag The Dog“. Otras de sus cintas importantes fueron “Six Days Seven Nights” (1998, con Harrison Ford), “Psycho” (1998, remake de Gus Van Sant) y “Birth” (2004).
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