Cada estreno basado en un videojuego genera gran expectación, pues la calidad narrativa de ellos les permitiría ser adaptados en la pantalla grande. Sin embargo, pareciera que luego de muchos intentos los resultados no parecen mejorar. Como como ejemplo, están los estrenos de “Warcraft” (2016) y la más reciente “Assassin’s Creed” (2016), ambas víctimas de mediocres adaptaciones. Una de las razones radica en la obstinación de repetir la experiencia del juego al lenguaje cinematográfico, teniendo en consideración que cada una logra objetivos totalmente diferentes.
Una de las adaptaciones más exitosas en taquilla está basada en el juego “Resident Evil”, la que logró en su primera película de 2002 expandir su universo narrativo, creando a un personaje original para su versión cinematográfica. Si bien, la primera cinta alcanzó un considerable éxito comercial, la calidad narrativa no lograba conectar con lo entregado en su versión original para consolas y, luego de cinco películas, “Resident Evil: El Capítulo Final” pretende dar un cierre definitivo a la saga tras quince años. Dirigida por Paul W.S. Anderson, esta entrega sigue los eventos tres semanas después de “Resident Evil: Retribution”, donde Alice (Milla Jovovich) sigue en la lucha para poder sobrevivir al virus que casi ha acabado con toda la población mundial. Al enterarse que existe una posible cura, deberá volver a Racoon City para enfrentarse una vez más a la Corporación Umbrella y así poder salvar a la humanidad de un terrible final.
Siendo la última parte luego de varios años contando las hazañas de Alice y el declive de la humanidad a manos de un virus mortal, los hechos ocurridos en la antecesora son casi olvidados, estableciendo sólo conexiones vagas para justificar esta última parte, como también los personajes que fueron parte de su antecesora, y de esa forma se asume que la protagonista es el gran foco del relato, justificando que esta historia sea contada. Sin embargo, los hechos se desencadenan de manera tan abrupta, que dificulta que este universo narrativo sea creíble y tenga la fuerza suficiente para sostenerse.
Una de las razones que explican el éxito de esta saga es el desarrollo y evolución de Alice, pues fue creada como un ente complejo y verosímil, y que responde adecuadamente a los cánones del universo. No obstante, sería una decisión muy arriesgada sólo descansar en los hombros del personaje interpretado por Jovovich y, en cierto modo, esa decisión es tomada cuando se muestra el desafortunado desarrollo de personajes secundarios, los cuales sólo cumplen la función de ser víctimas en este escenario post apocalíptico, siendo olvidados rápidamente.
Una de las principales características de esta saga es el giro que dio desde el terror de los videojuegos a la acción propiamente tal, siendo las secuencias de persecuciones y luchas vertiginosas las que entregan los elementos positivos y potencian la entretención. Pero una de las grandes fallas de esta nueva parte radica en el descuido al momento de ensamblar todas las piezas, dando como resultado una edición deficiente. Tratando de representar agilidad en las escenas de acción, el montaje frenético abusa de los cortes, impidiendo la apreciación de estas secuencias y dejando que la confusión se apodere de la pantalla al resultar arduamente dificultosa la tarea de seguir los hechos presentados.
Gracias a la experiencia en las cintas anteriores, se debe asumir que la función de las secuencias de acción en esta película arman gran porcentaje del metraje, lamentablemente se abusa de ellas en un nuevo intento por emular la experiencia de juego, y de paso se deja notar un descuido en el guion, cuando grandes incongruencias a lo largo de todo el metraje hacen difícil una posible inmersión en el relato. Además, la sobreexposición en los diálogos le quita peso narrativo y ayuda a la inevitable desconexión con los personajes, dando como resultado una secuela con una historia liviana donde no existe deseo de profundizar, y los hechos quedan desatados o resueltos torpemente.
“Resident Evil: El Capítulo Final” pretende dar un cierre a la saga, pero su ambigüedad narrativa no lo deja firmemente establecido. Sin duda, está hecha para los seguidores que disfrutan cada guiño a los videojuegos y que posiblemente podrían ser cautivados por las mayores secuencias de acción. Sin embargo, falla al ser una producción de baja complejidad narrativa, donde un gran aparataje visual no logra sostener el producto final.
La última de una larga seguidilla de reboots, secuelas y remakes de películas clásicas de la década del 80, “Top Gun: Maverick” de primeras cumple con su cometido. Es una perfecta secuela de “Top Gun” (1986), que, si bien cae en muchos de los mismos vicios, también la actualiza para las nuevas audiencias sin perder el núcleo que hace recordar a la original.
La historia empieza cuando Maverick (Tom Cruise) es enviado, a petición del almirante Iceman (Val Kilmer), su antiguo compañero, a volver a la academia Top Gun a entrenar a un equipo de egresados para una peligrosa misión. Sin embargo, en el grupo de pilotos se encuentra Rooster (Miles Teller), hijo de Goose, viejo amigo de Maverick que falleció mientras ambos estudiaban en la misma academia. Maverick tendrá entonces que enfrentarse a su pasado para poder entrenar al hijo de su amigo y poder cumplir la peligrosa misión que les ha sido encomendada.
Desde el primer momento “Top Gun: Maverick” deja sumamente claro que, más que contar una historia terriblemente original, lo que busca es de alguna forma transportar al espectador al mundo de la primera película. Esto la lleva a caer en varios de los mismos vicios. De hecho, casi se siente como si fuera la misma película, pero todo un poco más exagerado. Los personajes son inverosímiles, la forma de Maverick de relacionarse con el mundo se siente superficial y maqueteada, todo está diseñado para que cada momento nos recuerde lo talentoso e intrépido que es el personaje. Incluso los momentos más interesantes desde un punto de vista narrativo y que son el núcleo emocional de la película, es decir, la relación entre Maverick y Rooster, se ven sofocados en un mar de nimiedades estilísticas.
La peor de estas nimiedades es la trama romántica entre Maverick y Penny (Jennifer Connelly), con un romance bastante parecido al de la primera cinta, e igual de innecesario, ya que Penny lamentablemente no tiene una personalidad ni un objetivo, más allá de ser el interés romántico del protagonista. Lo anterior se siente casi como si hubieran metido al personaje sólo para mantener la misma estructura que la primera película, y porque Penny es una referencia a una línea de la misma.
Sin embargo, y a pesar de todos sus problemas narrativos, los momentos en que la “Top Gun: Maverick” brilla, realmente lo consigue. Las secuencias de vuelo, al igual que la de 1986, son dinámicas, entretenidas y tensas, pese a la falta de peso emocional que puedan tener, ya que durante las escenas de entrenamiento no se siente que los personajes tengan realmente mucho que perder. Son espectáculo puro y, al poner la cámara al interior de las cabinas de los F-18 que pilotean los personajes, se genera una experiencia sumamente inmersiva, emocionante y frenética. Esto se da particularmente en el último tercio, cuando a todo esto se suma el peso del combate real, generando una tensión que mantiene al borde del asiento a punta de velocidad y vértigo, a pesar de que los personajes no sean particularmente queribles.
Visualmente la película se cae un poco. Sufre del look genérico que tantas cintas de acción actuales tienen, donde no hay una dirección y estilo reconocible, fuera de que todo sea fácil de leer visualmente para que la acción en pantalla se entienda. Hay muchos guiños visuales a la primera película, pero esto sólo genera que, en el contraste con su antecesora, “Top Gun: Maverick” se sienta mucho más plana y genérica. Y aquello tiene sentido, puesto que esta no es una película de visión autoral, sino que un producto de nostalgia.
Y a eso se reduce de alguna forma “Top Gun: Maverick”, demostrando que es posible tomar una película muy propia de su época para actualizarla de forma exitosa. Sin embargo, no se siente como una sucia estrategia de marketing para ganar dinero, sino que como algo originado de un verdadero cariño y una real pasión por el cine de acción, por el estilo de películas que se hacía en esa época y que ha ido desapareciendo con el tiempo. Si bien no es una gran película, “Top Gun: Maverick” cumple con creces su objetivo de mantener vivo el espíritu de esa era, para bien o para mal.
Título Original: Top Gun: Maverick
Director: Joseph Kosinski
Duración: 131 minutos
Año: 2022
Reparto: Tom Cruise, Miles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm, Glen Powell, Ed Harris, Val Kilmer, Lewis Pullman, Charles Parnell, Bashir Salahuddin, Monica Barbaro, Jay Ellis, Danny Ramirez