Hace ya nueve años se estrenó “Promedio Rojo”, comedia nacional desquiciada, descompensada y, por momentos, agobiante, que significó el primer paso de Nicolás López en largometrajes. La película giraba en torno a un aficionado a los comics que debía lidiar con su inseguridad interior, sus insólitos amigos y una escuela llena de matones, todo mientras intentaba quedarse con el corazón de una recién llegada chica madrileña. Dentro de ese caos, lo más claro de esta ópera prima era que estiraba el elástico de lo soportable hasta hacerlo pedazos, error del que se salva por poco “Mis Peores Amigos: Promedio Rojo El Regreso”.
En esta segunda entrega el mismo protagonista, Roberto (Ariel Levy), está convertido en un arquitecto de buen presente asentado en Nueva York, quien hace una década no se ve con sus amigos de toda la vida. Hasta su casa llega una tal Gabriela (Paz Bascuñán) a hacerle entrega de una llamativa invitación: pronto se celebrará el cumpleaños de Papitas (Sebastián Muñiz), quien padece una enfermedad terminal. Sumados a Condoro (Nicolás Martínez), cumplirán sus deseos finales y realizarán algunas ideas contenidas en un listado de “cosas que hacer antes de morir” que crearon cuando eran niños.
Ya que Nicolás López vuelve a la cartelera con la secuela de su primera película, se hace pertinente preguntarse cuánto ha crecido como cineasta en ciertos aspectos desde ese debut. Resulta inesperado que parezca cada vez más atraído en filmar historias que puedan ser disfrutadas por un público más amplio, porque en general ha estado abocado a contar unas muy de nicho. Lamentablemente, a pesar de ese acierto y de estar bastante más comedido, continúa siendo un tipo que privilegia la exageración y el trazo grueso. Del mismo modo, su visión de la amistad se mantiene básica y desconcertante: amigos que hacen las cosas por plata o pena; poco o nulo espacio para lealtades y cariño de verdad.
“Promedio Rojo” compartía un defecto no menor con “Santos”, su segundo largo: la desmesurada fijación por el cómic copaba con torpe exceso imágenes e historia, condenando, en primer lugar, a una reducción considerable del espectro posible de espectadores que las pudiesen disfrutar. Esta vez ese problema no se asoma, puesto que a cambio se prefiere poner en juego abundantes referencias a películas icónicas, probablemente las cintas favoritas de López. A causa de esto es que, por ejemplo, ya no se hacen presentes los detalles de páginas y viñetas junto con los arranques de delirio de la figura del protagonista, que lo tenían con traje de superhéroe cada dos por tres. Eso es suplantado por evidentes guiños a filmes como “The Terminator” (1984) o “Back To The Future” (1985).
Acá los esfuerzos están concentrados en armar una cinta que desate la hilaridad mediante el chiste fácil apoyado en la añoranza del pasado. Es llamativo que, aunque mantenga cierta cuota de locura, sea bastante más mesurada que la realización de 2004, en especial en su humor. En cuanto a eso, el chiste rápido sigue siendo el sello, pero está dotado de menor chabacanería, lo que no viene a quitar que un cerro de gags cuenten con poca gracia. Bastante tiene que ver en este cambio el hecho de que se incorpore una importante dosis de nostalgia y se busque un equilibrio entre comedia desenfrenada y drama liviano. Con respecto a eso, resulta oportuno aclarar que debe ser el filme de López en que ambos géneros se mezclan de mejor manera. No como una unión espontánea, pero al menos con el mínimo de armonía. Lo que no cambia es que reina la falta de empatía, encuadrada en personajes pobres y tácticas poco honestas de conquista del espectador, quedándose lejos de la agudeza de la comedia norteamericana que tanto parece idolatrar el director.
En definitiva, si bien la historia es una tontera, esta vez Nicolás López está más centrado y suministra de mejor manera sus recursos. Las citas fílmicas van en ascenso en cuanto a delirio, están bien escogidos los nuevos personajes y consigue tomar distancia y dar un pequeño salto de calidad con respecto de su predecesora. Sin embargo, a ratos el absurdo se torna tan agobiante que dan ganas de golpear al trío de amigos. Funciona por pasajes, pero eso no es suficiente para sumarle centímetros a la reducida tradición de la comedia nacional.
Es más fácil lapidar un trabajo malo, en el cual hay consenso por parte de los lectores, que revisar una pelí buena, donde la gente apoyará o criticará lo dicho argumentando que no se entendió o que no se valoró apropiadamente el trabajo. En definitiva, si haces un comentario de una peli mala, es más probable que no metas la pata con respecto a la opinion de tus lectores.
Novedades sobre The Notorious B.I.G. Se dio a conocer el primer trailer del documental “Biggie: I Got A Story To Tell” acerca del músico asesinado en 1997 y quien fuera incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 2020. La producción abarca entre los años 70 y 90 del rapero en Brooklyn, y su fecha de estreno es el 1 de marzo a través de Netflix.
La realización del filme demoró cuatro años, cuenta Emmett Malloy, director de la nueva entrega que abarca la carrera del artista. Y eso no esto todo, ya que, como productores, se encuentra la madre del protagonista, Voletta Wallace, y un colaborador cercano: Sean “Puff Daddy” Combs. Por último, está Wayne Barrow, manager de The Notorious B.I.G., quien tiene el rol de productor ejecutivo.
A continuación, te dejamos el trailer del documental:
Andres I
11-Oct-2013 en 12:06 pm
Los comentarios de HN son en general buenos pero no entiendo por qué hacen comentarios de películas tan penca.
Felipe
12-Oct-2013 en 1:43 am
Es más fácil lapidar un trabajo malo, en el cual hay consenso por parte de los lectores, que revisar una pelí buena, donde la gente apoyará o criticará lo dicho argumentando que no se entendió o que no se valoró apropiadamente el trabajo. En definitiva, si haces un comentario de una peli mala, es más probable que no metas la pata con respecto a la opinion de tus lectores.