Dentro del rubro de las películas de animación para niños, los créditos se los comparten entre un puñado de productoras: Pixar, Dreamworks, Disney, y Blue Sky, estos últimos por su irrupción inesperada con la trilogía de “La Era del Hielo” (junto a FOX). Es muy raro que surja un éxito que no pertenezca a una de estas, y con razón, ya que la competencia que tienen instalada se ha mantenido en un nivel de calidad poco visto en otros géneros: contando a los clásicos como las tres “Toy Story”, la primera “Shrek”, o la reciente “Frozen”, las cintas animadas se han situado en un estándar de calidad muy alto, y prácticamente ilógico teniendo en cuenta que van dirigidas no a la crítica, sino que a los niños. Es por esto mismo que la co-producción canadiense-norteamericana-sur coreana “Locos por las Nueces” se siente, en la gran mayoría de sus elementos, como una gran decepción.
Surly (voz de Will Arnet) es una avara y egocéntrica ardilla morada que dedica su tiempo a robar alimento de donde puede, contando siempre con la ayuda del ratón Amigo. Pero cuando su más reciente plan termina en un desastre, Surly deberá volver a relacionarse con el resto de los animales del parque donde vive, incluyendo al engreído Greyson (voz de Brendan Fraser), la dulce Andie (voz de Katherine Heigl), y Mapache (voz de Liam Neeson), el líder de la multicultural manada, para así restituir sus reservas para el invierno.
Desde su inicio, “Locos por las Nueces” se presenta como una suerte de Frankenstein de sus contemporáneas: el diseño de los animales (en su mayoría roedores de ojos saltones y pelajes gruesos) recuerda bastante a “La Era del Hielo”, mientras que las personas, anchas de hombros y siempre con algún rasgo físico exagerado, están claramente mimetizadas de las cintas de Pixar.
Luego de la presentación de los personajes, que es rápida y no va más allá de lo necesario, la película deja al descubierto una de sus principales falencias: la inconexión de elementos, especialmente en cuanto a la construcción del mundo. Es de esta forma que se presenta, a la par con la trama de Surly y su búsqueda por comida, una subtrama consistente en una tropa de ladrones tratando de robar un banco, cuyo actuar y estética parecen sacados de la década del 20, pero trasplantada al siglo XXI. Esta subtrama no sólo está armada a medias, sino que resulta absolutamente innecesaria para el desarrollo de la historia principal; a la larga, termina por complicar más de lo que agrega.
Siguiendo con esta tónica, que ya causa ciertos problemas espacio temporales, la película está llena de momentos espontáneos tan desconectados de todo lo que está ocurriendo, que resultan absolutamente desconcertantes. Quizás uno podría exculpar a los creadores pensndo que es una película más de momentos que de una historia lineal (lo que no es una mala estrategia, teniendo en cuenta la tenue capacidad de atención del público objetivo), pero el humor tampoco es su fuerte: la explotación excesiva del recurso de azotar a los personajes contra su entorno se vuelve tediosa al poco rato, y para palearlo, los diálogos y chistes fortuitos son bastante desabridos.
Donde sí se puede apreciar el esfuerzo y la atención al detalle, es en la animación, especialmente en cuanto al pelaje de los animales, que llega a parecer real. Además de esto, para no contar con uno de los monstruos de la animación respaldándola, los movimientos de todos los personajes de “Locos por las Nueces” son fluidos y naturales. Y a pesar de nunca quedar demasiado claro ni en qué ciudad ni en qué época está situado, el mundo está bellamente ensamblado, permitiendo que los animales se muevan a sus anchas.
Para su suerte, los personajes resultan en su mayoría simpáticos, lo que hace que la muy simple y un poco alargada trama no se termine arrastrando. Pero la falta de elementos humorísticos sólidos, una ejecución bastante desordenada de la narración, y la constante introducción de elementos y situaciones sin relación alguna con lo que está ocurriendo (como la forzadísima inclusión de una versión digital de PSY bailando el “Gangnam Style”), terminan por desterrar a “Loco por las Nueces” como una cinta de animación olvidable. Quizás logré entretener a algunos niños, pero difícilmente va a estar entre sus películas favoritas.
La última de una larga seguidilla de reboots, secuelas y remakes de películas clásicas de la década del 80, “Top Gun: Maverick” de primeras cumple con su cometido. Es una perfecta secuela de “Top Gun” (1986), que, si bien cae en muchos de los mismos vicios, también la actualiza para las nuevas audiencias sin perder el núcleo que hace recordar a la original.
La historia empieza cuando Maverick (Tom Cruise) es enviado, a petición del almirante Iceman (Val Kilmer), su antiguo compañero, a volver a la academia Top Gun a entrenar a un equipo de egresados para una peligrosa misión. Sin embargo, en el grupo de pilotos se encuentra Rooster (Miles Teller), hijo de Goose, viejo amigo de Maverick que falleció mientras ambos estudiaban en la misma academia. Maverick tendrá entonces que enfrentarse a su pasado para poder entrenar al hijo de su amigo y poder cumplir la peligrosa misión que les ha sido encomendada.
Desde el primer momento “Top Gun: Maverick” deja sumamente claro que, más que contar una historia terriblemente original, lo que busca es de alguna forma transportar al espectador al mundo de la primera película. Esto la lleva a caer en varios de los mismos vicios. De hecho, casi se siente como si fuera la misma película, pero todo un poco más exagerado. Los personajes son inverosímiles, la forma de Maverick de relacionarse con el mundo se siente superficial y maqueteada, todo está diseñado para que cada momento nos recuerde lo talentoso e intrépido que es el personaje. Incluso los momentos más interesantes desde un punto de vista narrativo y que son el núcleo emocional de la película, es decir, la relación entre Maverick y Rooster, se ven sofocados en un mar de nimiedades estilísticas.
La peor de estas nimiedades es la trama romántica entre Maverick y Penny (Jennifer Connelly), con un romance bastante parecido al de la primera cinta, e igual de innecesario, ya que Penny lamentablemente no tiene una personalidad ni un objetivo, más allá de ser el interés romántico del protagonista. Lo anterior se siente casi como si hubieran metido al personaje sólo para mantener la misma estructura que la primera película, y porque Penny es una referencia a una línea de la misma.
Sin embargo, y a pesar de todos sus problemas narrativos, los momentos en que la “Top Gun: Maverick” brilla, realmente lo consigue. Las secuencias de vuelo, al igual que la de 1986, son dinámicas, entretenidas y tensas, pese a la falta de peso emocional que puedan tener, ya que durante las escenas de entrenamiento no se siente que los personajes tengan realmente mucho que perder. Son espectáculo puro y, al poner la cámara al interior de las cabinas de los F-18 que pilotean los personajes, se genera una experiencia sumamente inmersiva, emocionante y frenética. Esto se da particularmente en el último tercio, cuando a todo esto se suma el peso del combate real, generando una tensión que mantiene al borde del asiento a punta de velocidad y vértigo, a pesar de que los personajes no sean particularmente queribles.
Visualmente la película se cae un poco. Sufre del look genérico que tantas cintas de acción actuales tienen, donde no hay una dirección y estilo reconocible, fuera de que todo sea fácil de leer visualmente para que la acción en pantalla se entienda. Hay muchos guiños visuales a la primera película, pero esto sólo genera que, en el contraste con su antecesora, “Top Gun: Maverick” se sienta mucho más plana y genérica. Y aquello tiene sentido, puesto que esta no es una película de visión autoral, sino que un producto de nostalgia.
Y a eso se reduce de alguna forma “Top Gun: Maverick”, demostrando que es posible tomar una película muy propia de su época para actualizarla de forma exitosa. Sin embargo, no se siente como una sucia estrategia de marketing para ganar dinero, sino que como algo originado de un verdadero cariño y una real pasión por el cine de acción, por el estilo de películas que se hacía en esa época y que ha ido desapareciendo con el tiempo. Si bien no es una gran película, “Top Gun: Maverick” cumple con creces su objetivo de mantener vivo el espíritu de esa era, para bien o para mal.
Título Original: Top Gun: Maverick
Director: Joseph Kosinski
Duración: 131 minutos
Año: 2022
Reparto: Tom Cruise, Miles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm, Glen Powell, Ed Harris, Val Kilmer, Lewis Pullman, Charles Parnell, Bashir Salahuddin, Monica Barbaro, Jay Ellis, Danny Ramirez