La trilogía del amor, dirigida por el italiano Giovanni Veronesi, concluye con este tercer episodio que lleva por título “Las Edades del Amor” (2011) y que, tal como señala su nombre, está basada en tres etapas de la vida y cómo se vive el amor en cada una de estas. La juventud, la madurez y la tercera edad, sirven de contexto para una cinta irregular en un principio, que logra sostenerse en su último tercio, coincidiendo con la “madurez” que viven sus protagonistas.
Instalados en Italia, somos testigos de tres historias de amor. La primera involucra a Roberto (Riccardo Scamarcio) y a Sara (Valeria Solarino), una pareja joven que está a punto de contraer matrimonio, pero que está pasando por un período de incertidumbre ante el desafío de llevar una vida juntos. Roberto es un abogado y es enviado a un pueblo en la Toscana, para realizar un trato con unos pobladores que deben ceder sus tierras a una empresa constructora. En el lugar, Roberto conocerá a Micol (Laura Chiatti), una atractiva chica que lo llevará a vivir un idilio amoroso y le devolverá la juventud que creía haber perdido, poniendo en tela de juicio su matrimonio. Fabio (Carlo Verdone), es un viejo conductor de noticias que un día conoce a Eliana (Donatella Finocchiaro), una extrovertida psicóloga, que pronto lo engatusará y se transformará en una horrible pesadilla. Por último, Adrian (Robert De Niro), es un tímido profesor de historia que no ha tenido una relación amorosa desde hace muchos años. Su mejor amigo, Augusto (Michele Placido), el conserje del edificio, se encuentra en problemas al recibir a su hija, Viola (Monica Bellucci), supuesta modelo francesa, que resulta ser una prostituta. Con una gran deuda pendiente con un grupo de mafiosos, Viola se oculta en el hogar de Adrian, despertando los sentimientos del viejo profesor de historia.
El fin de la trilogía reúne una triada de historias livianas, que funcionan como un divertido retrato de las etapas del amor que, independiente de la edad que se tenga, toca a todos por igual causando conflictos que, en la película, se desarrollan como situaciones cómicas con cierto sabor a sketch, sobre todo en los dos primeros segmentos, donde abundan los pies forzados y un humor soso, que hace pensar que las pretensiones del cineasta, más que realizar un fiel retrato del amor a través de la vida, es la de tomar una serie de clichés para contar la misma historia que han contado miles de comedias románticas. En ese sentido, el segmento protagonizado por Scamarcio es la más tópica de todas, siendo la peor del conjunto.
El segundo episodio se hace más llevadero, gracias al sentido del humor y el completo absurdo en el que cae por momentos. La trama de la “loca seductora” detrás de un hombre despavorido, es un entretenido relajo, antes de llegar a la mejor historia de la película, o por lo menos, la que hace mayor justicia al título del filme. Robert De Niro y Monica Bellucci desprenden una gran química en pantalla, y su colaboración llena de vida a un relato que no escapa de los tópicos de siempre, pero que contiene suficiente sustancia como para quedar por un tiempo en la retina. El trabajo de la pareja protagónica opaca al resto del reparto, y en las dos horas de metraje de la película, el romance de “la tercera edad” es el que avanza con mayor fluidez.
“Las Edades del Amor” es irregular, pero divertida y satisfactoria si lo que se busca es revisitar las mismas historias de amor de toda la vida, ahora con sabor a comedia romántica italiana, que es la gran diferencia que podemos encontrar con respecto a las producciones del mismo tipo provenientes de Hollywood.
A mediados de diciembre llegará finalmente “Avatar: The Way Of Water“, nueva obra de James Cameron y secuela de la película de 2009 y que cuenta con un casting compuesto por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang y Kate Winslet. Hoy tenemos el trailer oficial de la cinta, cuya historia se sitúa una década después de los eventos de la primera cinta, contando la historia de la familia Sully, Jake, Neytiri, y sus hijos, abordando su dinámica familiar y los constantes problemas en las batallas que deben mantener para seguir con vida.