Como una actividad que divierte y apasiona a Estados Unidos entero, que mueve corazones y dinero como prácticamente ningún otro deporte en ese país, el fútbol americano ha encontrado en Hollywood un perfecto hogar, con títulos que suelen ser vehículos de historias de sobrehumano esfuerzo que apelan sin dobleces a los seguidores. Y si llega la ocasión en que el deporte está dispuesto únicamente como telón de fondo, salen películas igualmente corrientes, como “The Blind Side” (2009). En ese panorama, una posibilidad como poner en entredicho o polemizar en torno al fútbol americano y la NFL, jamás parecería cercana. Eso es lo que viene a cambiar de alguna manera “La Verdad Oculta”, una cinta que si bien conecta de manera tangencial con la actividad, pone en amenaza el corazón mismo de ésta.
Esta es la historia del doctor Bennet Omalu (Will Smith), un profesional de origen nigeriano que debe lidiar con que constantemente se cuestione su trabajo como patólogo forense, ya sea por su nacionalidad o por sus métodos de trabajos en la autopsia, consistentes en tratar como verdaderos pacientes a los cadáveres y exigir procedimientos adicionales, todo con el fin de conocer con total exactitud que llevó a esas personas a fallecer. Un día al lugar en el que trabaja llega el cuerpo de un hombre que murió por un ataque al corazón, pero que luego de exámenes arroja un daño neurológico que no parece tener explicación. El deceso, que adquiere relevancia nacional dado que se trata de una ex estrella de la NFL, se transforma en el primer caso de la investigación del doctor Omalu.
Con el montaje como propulsor, la cinta en sus primeros instantes siembra intriga y echa a andar los engranajes de la emoción. Lo interesante que puede empezar a forjarse ahí desde ese aspecto tan trascendental para el cine, no encuentra eco en las siguientes dos horas: la preponderancia del montaje, que suele ser clave en historias que van creciendo y dificultándose con el paso de los minutos, aquí pasa a mejor vida. Lo que es particularmente extraño si se observa que detrás de esa labor está un reputado como William Goldenberg, quien hace tres años estaba peleando el Oscar por duplicado por sus trabajos en “Zero Dark Thirty” (2012) y “Argo” (2012), ganando por esta última. Sin embargo, el asunto cobra total sentido cuando la película termina y se advierte quién más está implicado (Ridley Scott, James Newton Howard, Salvatore Totino).
Así como el de Goldenberg no es el único nombre de notoriedad en el filme, el suyo tampoco es el único caso en que el largometraje transmite que algo se perdió en el camino, que la materia prima –la historia de un tipo que intenta comprobar algo y se mete en terrenos fontanosos para alcanzar ese fin mayor– extravió su potencial, y nadie puso demasiado de sí para que eso cambiara. Porque finalmente, teniendo algo con lo que montar un drama fornido, la cinta se queda descansando en la tibieza. Luce, a la larga, como si el mayor acto de coraje estuviese en su concepción –algo que no le asegura nada, ni la disculpa en ningún sentido– y después de eso ya no existiera margen para manifestar grandeza y llevar adelante con arrojo la película.
Primero, el filme hace hincapié en la percepción que tiene el entorno del doctor de él, y luego se toma su tiempo para enrielarse y tomar tierra derecha hacia el desarrollo de la investigación. En ese tránsito de un acontecimiento a otro, su tonalidad y progresión dramática se mantiene intacta, como si diera lo mismo estar o no cerca de amenazar al deporte que mueve millones en la nación americana. Eso redunda en que en toda la cinta no exista ni un momento en que las pulsiones amenacen con hacer estallar o al menos sacudir la pantalla. El relato no elude los escollos ni las zancadillas en su desarrollo, pero pasa por encima sin poner su rúbrica y no tomando ningún riesgo.
Si las críticas son que le falta arrebato, se debe a que se niega a moverse en la otra dirección, que podría ser la de un drama calmo, en el que mediante las frustraciones, los respiros, los detalles, encontrara significados y generara resonancias dramáticas. Pero no es a eso a lo que se aboca el director Peter Landesman, quien se podría decir que consigue todo si lo que buscaba era montar un drama cansino y no despegarse ni por un segundo del manual. Un libreto que por cierto, salvo por una desencajada banda sonora de Newton Howard, tiene todo bien ubicado, desde la pulcra puesta en escena al diseño de producción, pero sin derrochar nada más que eso, de manera tal que desde ahí no monta ninguna fortaleza.
En medio de una película tan tímida, Will Smith no luce como un salvador, parece demasiado preocupado en mantenerse dentro del personaje y conservar la veta que abrió, negándose a la posibilidad de explorarlo en otras facetas y terrenos. En ese sentido, quien despercude y mueve al relato es gente con más carisma como Albert Brooks, Eddie Marsan (que acá lamentablemente tiene un fugaz paso) o la misma Gugu Mbatha-Raw con un insulso personaje, o incluso un apagado Alec Baldwin. Cualquiera ayuda a levantar momentáneamente a una cinta que no le saca brillo a su conservadurismo y discreción. Sin una jugada bajo el brazo, sin ni un momento para atesorar, hoy desfila por la cartelera, pero su relevancia quedará únicamente en algo más bien anecdótico: haber sido el primer filme en meterse en un tema tan candente como lo es el riesgo para quienes practican fútbol americano.
En julio de 2023 llegará “Oppenheimer“, la próxima película de Christopher Nolan, pero hoy se ha liberado de manera online un primer vistazo a la cinta, el que fue exhibido antes de “Nope” de Jordan Peele en los cines. La película está basada en el libro “American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer” de Kai Bird y Martin J. Sherwin, el que aborda el desarrollo de la creación de la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial.
El cast incluye nombres como Cillian Murphy, Robert Downey Jr., Matt Damon, Emily Blunt, Florence Pugh, Rami Malek, Benny Safdie, Josh Hartnett, Dane DeHaan, Jack Quaid, Matthew Modine, Alden Ehrenreich, David Krumholtz, Kenneth Branagh, Gary Oldman, Casey Affleck y Michael Angarano.