Es común que los pueblos latinoamericanos guarden en su cultura una devoción implacable por los “santitos”; no necesariamente aquellos ligados a la religión propiamente tal, sino que personas que perecieron en trágicas circunstancias y cuyas historias se volvieron leyendas que mitifican la petición de mandas y favores a aquellos fervientes seguidores. Una de las más conocidas es la Difunta Correa, La Santita venerada especialmente en los poblados de la provincia de San Juan de Argentina y en la carretera que conecta con Chile, lugar donde camioneros y viajantes le ofrecen botellas de agua, según indica la creencia. En los alrededores de este tranquilo lugar, y con la historia de La Santita omnipresente en todo momento, es donde se erige la ópera prima de las directoras trasandinas Cecilia Atán y Valeria Pivato; una cinta cálida, real, madura y, sobre todo, muy humana.
Teresa (Paulina García), una chilena radicada en Argentina y empleada doméstica hace décadas de una familia de Buenos Aires, debe realizar un viaje a través del desierto cuando los patrones deciden cambiarse de casa. Justo antes de partir pierde un bolso con todas sus pertenencias, por lo que debe ir en busca de El Gringo (Claudio Rissi), un vendedor y la única persona capaz de ayudarle.
En esta coproducción entre Argentina y Chile la sencillez de la trama, de las acciones y de los diálogos son un plus al momento de combinar el esplendor del auto descubrimiento en cualquier etapa de la vida –incluso cuando se cree es tarde para esto–, con las relaciones entre personas, la fragilidad de estas y el nivel de apertura hacia nuevas. Porque puede sonar como una historia casi anecdótica el encuentro entre dos individuos que no comparten nada en común, pero que poco a poco el juego entre las personalidades disímiles va logrando un equilibrio que les permite considerar nuevas opciones en una vida poco vivida.
En este sentido, hablamos especialmente del personaje que encarna con gran audacia y finura Paulina García, quien con ahorradas intervenciones lleva en sí el peso de las acciones al ser la protagonista del relato. Con su inocencia, sencillez, dulzura, pero también carácter y temperamento, infunde con ella una evolución hacia el encuentro de la identidad; una permuta difícil, considerando que gran parte de su historia personal la ha desarrollado con vidas y en una casa ajena.
La cotidianeidad de la narrativa, gracias el personaje tan simpático como encantador representado con gran elocuencia por Claudio Rissi, se conforma tan espontáneamente como si fuera un suceso que pudiera ocurrir a cualquier conocido. Y es esta noble naturalidad, bajo un ambicioso velo de sabiduría, la que consigue fluir hacia una cinta completa, cautivadora y simplemente llenadora de inicio a fin.
La composición de los espacios y el juego de enfoque y desenfoque con los que se conforma parte de la visualidad de este filme otorgan una movilidad adicional a la protagonista, traspasando el peso de los diálogos y el cambio de sus perspectivas –incluso en el ámbito mental y sentimental– en ciertas escenas. La fotografía, realizada por el nacional Sergio Armstrong –”Neruda” (2016), “El Club” (2015) y “No” (2012), por nombrar algunas de sus cintas– confluye en un perfecto estado de armonía óptica adaptada a las situaciones presentadas.
Con apenas 78 minutos de metraje, esta sincera y potente pieza sobre el camino al descubrimiento de la identidad tardía, a la paz que encuentra la libertad de elegir hacia dónde construimos nuestra vida y a la conciliación con la felicidad, es una reconfortante y entrañable brisa cinematográfica que merece ser apreciada.
A mediados de diciembre llegará finalmente “Avatar: The Way Of Water“, nueva obra de James Cameron y secuela de la película de 2009 y que cuenta con un casting compuesto por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang y Kate Winslet. Hoy tenemos el trailer oficial de la cinta, cuya historia se sitúa una década después de los eventos de la primera cinta, contando la historia de la familia Sully, Jake, Neytiri, y sus hijos, abordando su dinámica familiar y los constantes problemas en las batallas que deben mantener para seguir con vida.