Durante la época dorada de Hollywood, la gran maquinaria fílmica desarrolló un método que garantizaría un alto número de audiencias en las salas. El star system es un sello de confianza que se estampa sobre una película y que “garantiza” la calidad de esta gracias a la participación de actores y actrices de alto calibre. Esta práctica, ya naturalizada en el mundo entero, ha pasado de ser un símbolo de prestigio a transformarse meramente en una justificación de la taquilla. El cine argentino no queda exento de esto, y prueba de ello es “La Cordillera”, el último largometraje de Santiago Mitre, cuyo reparto está compuesto por pesos pesados de la actuación de diversos puntos de Latinoamérica y que promete ser un thriller político de alto calibre.
El presidente de Argentina, Hernán Blanco (Ricardo Darín), viaja a Chile para asistir a una convención de presidentes sudamericanos, la cual definirá un pacto multinacional respecto al petróleo del continente. Allí, en medio de la cordillera, Blanco se ve envuelto en intrigas políticas entre las naciones. Por otro lado, su yerno planea de extorsionarlo usando el pasado de Blanco en su contra. Para solucionar la situación, Hernán convoca a la cordillera a su hija Marina (Dolores Fonzi), pero escapar del pasado no es fácil y los problemas familiares golpearán la puerta del presidente trasandino.
Lamentablemente, la película deja mucho que desear. El guion nos presenta a Hernán Blanco como un ciudadano común y corriente, sin mucho carisma y de bajo perfil, que se ve envuelto en medio de intrigas políticas por el control petrolífero del continente entre México, Estados Unidos y Brasil. Se insinúa que el viaje de Blanco es una caída en picada hacia la corrupción, pero la falta de foco en la narrativa hace que este descenso sea insípido, famélico y carente de interés.
Desde el guion, la falta de claridad hace que la película no plantee ningún tipo de cuestionamiento moral o ético. La cinética es escuálida, los puntos de giro carecen de fuerza y la progresión narrativa nunca se consolida. Están claras las intenciones de la película en su afán de criticar a la clase política que mueve el mundo a puertas cerradas, pero dicha crítica resulta tan inocente y poco consistente, que es difícil tomársela en serio.
Por otro lado, Blanco y su hija desarrollan una trama familiar en la que el presidente argentino aparentemente trata de encubrir su pasado, y su hija, luego de un arranque sicótico, empieza a recordar cosas que supuestamente no han ocurrido. Este arco como idea calza perfecto y abre una ventana para desarrollar a los personajes en la intimidad, conocer sus contradicciones y cómo reaccionan ante ellas. El problema radica en que se abre esta línea argumental y no pasa nada. La subtrama familiar se presenta, se desarrolla un poco y es abortada abruptamente en medio de la película, cerrándose sin ningún tipo de consistencia y dejando más preguntas que respuestas. Es lamentable, puesto que son estos espacios –totalmente desaprovechados en el filme– los que permiten al espectador empatizar, conocer o antagonizar con los personajes.
Si bien la película destaca por el abanico de actores que participan, ninguno realiza un trabajo sobre el promedio. Ricardo Darín entrega una actuación carente de luz y que no justifica su participación en el filme. Paulina García, en su rol como la presidenta de Chile, se siente caricaturizada y desabrida. La película, por evidentes motivos de producción, incorpora actores de diversos puntos del globo, lamentablemente falla en dar una justificación consistente a estas apariciones, estando totalmente demás el papel interpretado por la española Elena Anaya y, en menor medida, la del estadounidense Christian Slater.
Aunque “La Cordillera” se plantea como un thriller político contingente, falla en entregar un relato sólido, crítico y con profundidad. Personajes bidimensionales a los que no les sucede mucho, un desarrollo de trama inmaduro y poco solvente y, para rematar, un final abrupto y que deja sin palabra alguna, en el sentido negativo de la expresión. Una película que, en su afán megalómano de desnudar el statu quo, trata de abarcar mucho y termina agarrando poco y nada. Una buena oportunidad narrativa desperdiciada por completo.
A mediados de diciembre llegará finalmente “Avatar: The Way Of Water“, nueva obra de James Cameron y secuela de la película de 2009 y que cuenta con un casting compuesto por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang y Kate Winslet. Hoy tenemos el trailer oficial de la cinta, cuya historia se sitúa una década después de los eventos de la primera cinta, contando la historia de la familia Sully, Jake, Neytiri, y sus hijos, abordando su dinámica familiar y los constantes problemas en las batallas que deben mantener para seguir con vida.