Wes Anderson ha impregnado su trabajo de particulares elementos que lo hacen altamente reconocible y que lo posicionan por la singularidad e originalidad de sus producciones. Además de los atributos visuales de sus películas, sus relatos y personajes comparten ingredientes que parecieran conformar un universo narrativo mayor; por otro lado, la peculiar forma de trabajar la comedia ha hecho que cintas como “The Royal Tenenbaums” (2001), “Moonrise Kingdom” (2012) o “The Grand Budapest Hotel” (2014) aborden el conflicto humano desde otra perspectiva. En su último trabajo, “Isla de Perros”, regresa a la animación de la mano del stop-motion, pero siempre en los parámetros de su propio estilo.
En un futuro distópico, un virus canino ha afectado a la ciudad japonesa Megasaki, y un decreto obliga a que los perros sean abandonados en una isla basurero. Atari Kobayashi, un niño de doce años, viaja a la isla en busca de su perro y ahí conocerá a una peculiar jauría que lo ayudará en su búsqueda. Esta aventura podría cambiar el destino de los animales abandonados en la isla y la ciudad para siempre.
Después de nueve años desde el estreno de “Fantastic Mr. Fox” (2009), Wes Anderson vuelve a trabajar con la ardua técnica de stop-motion para contar una historia que también tiene a animales en el centro, pero esta vez el desafío parece aún más grande al crear complejos escenarios en miniatura, efectos prácticos y darle la realidad necesaria a los personajes que habitarán estos lugares, para así terminar otorgando una cinta que es palpable y llena de texturas. La simetría, los planos aéreos, los colores pasteles y los movimientos de cámara propios de Anderson, se hacen presentes y ayudan a contar una historia de personajes entrañables.
Los perros protagonistas se caracterizan por no ser antropomorfos y actuar de manera natural como animales, pero cada uno tiene una personalidad humanizada muy marcada, por lo que los atributos que abundan en los personajes de Anderson saltan a la vista: personajes existencialistas provenientes de un hogar roto y completamente entregados al absurdo de sus vidas. En ese sentido, Chief es quien destaca como el can que abraza estas características de manera más natural, y el relato empieza a enfocarse en la relación que empieza a entablar con Atari mientras van en búsqueda de su perro, pero, al mismo tiempo, los otros cuatro perros que completan la jauría sirven como medio para canalizar la comedia presente en toda la cinta.
La estructura de la cinta en capítulos permite que el relato vaya fluyendo de forma natural y sin perder una organización que ayude a entender los conflictos que se están desarrollando, aunque hacia el último tercio aquellos conflictos son resueltos de manera apresurada, dando espacio a la confusión y posterior resignación de un final que aterriza forzadamente. Sin embargo, es la manera de trabajar la comedia una de sus grandes fortalezas; a través de un humor seco y golpes de efecto que son sutiles, pero que funcionan en favor de sus personajes, el relato se levanta como una divertida aventura de texturas reales.
La cinta está inserta en una ciudad ficticia de Japón, y no es la representación fidedigna de la cultura japonesa, sigue siendo el ojo extranjero el que mira a una cultura con distancia, añorando la nostalgia a través del cine proveniente del país asiático, principalmente influenciado por Akira Kurosawa y exacerbando las características que por defecto el occidente ha conocido. No existe explícitamente el deseo de apropiación, como lo ha planteado la discusión que ha rondado el estreno de esta producción, pero hay ciertos guiños y decisiones que tienen relación con la representación de tradiciones y particularmente con el uso del lenguaje, que podrían ser catalogadas como problemáticas y entorpecer el desarrollo natural de la narración. De cualquier forma, la lectura frente a lo extranjero, el miedo y la relación que se establece con lo distante, queda en evidencia en el uso de la barrera idiomática y cómo las relaciones pueden trascender el problema de una traducción.
Pareciera que el universo estético y narrativo creado por Wes Anderson puede agotarse hasta repetirse a sí mismo, pero cuando se cree que ya se han descifrado todos sus componentes creativos, “Isla de Perros” vuelve a sorprender, confirmando una vez más la extremada dedicación de su director en la manera de utilizar detalles que invitan a entrar en un mundo ficticio altamente atractivo. A su favor juega la técnica utilizada –que ya por el esfuerzo invertido gana por ventaja–, pero esto no sería suficiente si no existiese un relato que esté a la altura. Si bien, esta cinta se podría reducir en su mayor simpleza como la historia de un niño y su perro, lo cierto es que está llena de capas que la fortalecen y la posicionan como un nuevo acierto en el universo de Anderson.
Título Original: Isle Of Dogs
Director: Wes Anderson
Duración: 101 minutos
Año: 2018
Reparto: (Voces) Bryan Cranston, Koyu Rankin, Edward Norton, Bob Balaban, Bill Murray, Jeff Goldblum, Kunichi Nomura, Greta Gerwig, Frances McDormand, Scarlett Johansson, Harvey Keitel, Yoko Ono
Novedades sobre The Notorious B.I.G. Se dio a conocer el primer trailer del documental “Biggie: I Got A Story To Tell” acerca del músico asesinado en 1997 y quien fuera incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 2020. La producción abarca entre los años 70 y 90 del rapero en Brooklyn, y su fecha de estreno es el 1 de marzo a través de Netflix.
La realización del filme demoró cuatro años, cuenta Emmett Malloy, director de la nueva entrega que abarca la carrera del artista. Y eso no esto todo, ya que, como productores, se encuentra la madre del protagonista, Voletta Wallace, y un colaborador cercano: Sean “Puff Daddy” Combs. Por último, está Wayne Barrow, manager de The Notorious B.I.G., quien tiene el rol de productor ejecutivo.
A continuación, te dejamos el trailer del documental: