Contextualizada en la época de la crisis de los misiles, y con jóvenes protagonistas descubriéndose a sí mismas y el mundo que las rodea, “Ginger y Rosa” no se queda corta al abarcar temas substanciales o dignos de exploración. Agregando a ellos la desintegración familiar, el miedo ante un futuro incierto, la rebelión política y la puesta a prueba de su amistad, entre otros, es lamentable ver cómo termina siendo, finamente, la historia del personaje Ginger, rodeada por esbozos de los demás temas.
Ginger (Elle Fanning) y Rosa (Alice Englert) son dos mejores amigas que están viviendo su juventud en el Londres de la Guerra Fría, con familias inestables y que ven cómo sufren cambios, tanto el endeble mundo que las rodea como el que han construido entre ellas, una manifestación superficial y desprovista de problemas, en la que lo importante es aprovechar el momento, la ropa, desobedecer a sus madres, escaparse a fiestas y parecer más cultas de lo que son respecto a lo que sucede en el mundo real. A pesar de lo que su título indica, “Ginger y Rosa” no le da igual cabida en la narración a ambas protagonistas, sino que retrata la historia de Ginger y su ingenuidad siendo reemplazada por experiencia a medida que su políticamente radical padre (Alessandro Nivola) y la más experimentada Rosa entablan una relación y le van abriendo los ojos.
Al principio se intuye que el deseo de crecer rápido de las jóvenes, es producto de la incertidumbre de vivir en un mundo en el que no sabrán si existe un mañana debido a la constante amenaza nuclear –o la metáfora para la inminente desintegración de la amistad de las adolescentes-, pero esto no termina por esclarecerse. El conflicto nuclear existe y se hace presente, pero no sirve a un propósito mayor que el de, ocasionalmente, dotar a una crecientemente politizada Ginger de una conciencia sobre la fragilidad del futuro y su posteridad, por mientras que la película prefiere priorizar pasajes trillados en la vida de las amigas y sus problemas familiares, algo que podría explorarse independiente del contexto que envuelve esta historia en particular.
Además de tener un foco difuso, “Ginger y Rosa” es irregular en su narrativa, presentando problemas que no termina de desarrollar, deambulando sin rumbo claro por largos pasajes y culminando en una gran escena antes de terminar bruscamente. En el potente clímax, la mayoría de los personajes se encuentran y secretos son revelados, sentimientos demostrados y relaciones alteradas. Aunque melodramática, la escena es excitante y recompensa el haber soportado partes más soporíferas en la narrativa, pero llega demasiado tarde en una película que no ha sabido demostrar hasta ese momento cuál de todas sus aristas es la que le importa y qué desea decir al respecto.
Alivianando los baches con los que tropieza la película, está Elle Fanning. La ventaja de contar con una protagonista que está trabajando a un nivel tan alto como el de Fanning aquí, es poder hacer recaer en ella la responsabilidad de sacar a flote una historia que de por sí no está logrando mantenerse en la superficie. Y a pesar de que la película muchas veces caiga en recalcar el lamento solitario de un personaje poco activo, la Ginger de Fanning se mantiene interesante en su búsqueda por hacer las paces con un mundo al que le teme y que recién está descubriendo, y su tambaleante optimismo y la determinación que va adquiriendo siempre son gratos de ver. Es una gran actuación y fácilmente el elemento más fuerte de la película.
El foco de “Ginger y Rosa” no es claro y, a pesar de situarse en un contexto histórico relevante y hacer reiteradas alusiones al período bélico y oscuro que retrata, la historia prefiere priorizar relaciones de personajes flojamente desarrolladas, con giros convencionales y predecibles, dejando la madurez de la protagonista retratada a medias y defraudando una premisa que pudo haber sido más interesante de explorar.
Luego de determinar la responsabilidad del realizador chileno Nicolás López en dos delitos de abuso sexual, hoy se realizó la lectura de sentencia, donde el Tribunal Oral En Lo Penal de Viña del Mar decretó la condena de 5 años y un día de presidio efectivo a López por dos delitos de abuso sexual cometidos en 2015 y 2016.
Recordemos que se dio a conocer la resolución contra el responsable de algunas películas como la trilogía “Qué Pena…”, entre otras, donde el Ministerio Público determinó que López es culpable de dos delitos de abuso sexual, mientras que fue absuelto del delito de violación, además del delito de ultraje público, a raíz de un hecho denunciado tras un episodio en el bar Liguria en 2012.
En aquella ocasión, el TOP de Viña del Mar señaló que la decisión se tomó de forma unánime, pero que no se logró acreditar la violación contra una mujer, que habría ocurrido en 2004. “La prueba de cargo fue insuficiente para acreditar más allá de toda duda razonable la existencia del tipo penal de violación propuesto por los acusadores”, señaló el juez Fernan Rioseco durante la audiencia.
Aquí el anuncio oficial del Poder Judicial:
🔴 EN VIVO: Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Viña del Mar condena a 5 años y un día de presidio efectivo a Nicolás López Fernández por dos delitos de abuso sexual cometidos en 2015 y 2016 en la región Metropolitana.