El riesgo de tildar una producción como una “película de zombies” es caer en un reduccionismo que muchos referentes han viciado debido a bajas ambiciones, efectismo o confiar en que el género es suficiente para causar interés. Es difícil innovar dentro del formato más allá de los avances técnicos, pero se le puede dar una vuelta al asunto desde el ingenio, la metáfora que se plantea desde la ciencia ficción y lo mucho que nos preocupen los personajes afectados por el problema en cuestión. Es en esos aspectos que “Estación Zombie”, que se ha convertido en una de las películas surcoreanas más exitosas de la historia, se diferencia de incontables producciones similares, además de nunca olvidar la responsabilidad fundamental de entretener que tiene, bueno, una película de zombies.
Seok-wu (Yoo Gong) es un exitoso hombre de negocios que prioriza su trabajo por sobre su hija (Kim Soo-an), quien el día de su cumpleaños le pide viajar a Busan para ver a su madre. Juntos se suben a un tren de alta velocidad, en lo que Seok-wu espera que sea un corto viaje de ida y vuelta, pero un misterioso brote arremete rápidamente en distintas partes del país: personas infectadas por lo que parece ser un tipo de rabia que los descontrola empiezan a atacar y contagiar a la población, y una persona infectada se adentra al tren que ya emprendió el rumbo hacia su destino. En el lugar también se encuentran una pareja que espera su primer hijo, un equipo de béisbol, dos hermanas mayores y un vagabundo, que tendrán que defenderse y sobrevivir de esta violenta plaga hasta llegar a Busan.
La invasión arremete de forma rápida, irreversible e inexplicable, y le juega a favor a la película el mantenerse en un terreno donde no hagan falta mayores explicaciones: así como esto ocurre sin cuestionamiento (los personajes pasan al miedo y la defensa antes que a la búsqueda de una razón), Busan se presenta como un destino que hay que alcanzar a toda costa y donde radica la salvación. Remitiendo las reglas a estos sencillos puntos, “Estación Zombie” se centra –como también lo hizo exitosamente “Snowpiercer” (2013)–, en un reducido grupo de personajes arquetípicos confinados a este pequeño espacio en movimiento. El tren es infectado rápidamente, y lo que sigue son los intentos de este grupo de personas por avanzar vagón a vagón y sobrevivir.
Y es simple también la razón por la que esta cinta funciona donde incontables películas de terror y de catástrofes fallan: los personajes no son simples víctimas anónimas afectadas uniformemente por la tragedia. Esto tampoco significa que estemos frente a un complejo estudio de caracteres –es más, los personajes no llegan a ser tridimensionales, sólo están lo suficientemente bien justificados–, pero la película logra instalar cierto comentario social sobre el egoísmo y el altruismo, o qué estamos dispuestos a sacrificar en momentos de crisis. No es coincidencia que entre los personajes se encuentren un hombre que aprende a valorar a su familia, una mujer embarazada y el esposo que la protege, una niña aún no corrompida por la idea de anteponer su vida por sobre la de otros, y un egoísta hombre responsable de la muerte de varios inocentes por salvar su propio pellejo.
Es un discurso un poco grueso y simplista, pero efectivo por lo demás. Y, aunque a veces el drama humano cae en momentos cursis, se sostiene porque principalmente estamos viendo a gente buena intentando sobrevivir y la empatía se genera de forma automática. Además, estos momentos están bien esparcidos entre los puntos fuertes de la película, que son escenas de acción filmadas con suficiente conciencia espacial y destreza técnica como para generar tensión y suspenso más veces de las que debiese, haciéndonos preocupar por personajes (y odiar a otros) cuyo destino seguramente podríamos adivinar si fuera más fácil despegarse de la acción.
El trabajo con extras, el maquillaje para caracterizar a los zombies (masas indistinguibles de gente torpe bañada en sangre), así como el uso de importantes locaciones como estaciones y vías de trenes, son logros notables de producción, y aunque distan de ser algo novedoso, la cinta está tan bien realizada y montada con tal energía que nunca deja de ser efectiva. “Estación Zombie” es un viaje del que es difícil despegarse y que, además, contiene una bonita metáfora sobre pensar en los demás antes que uno mismo. Lo mejor es que en lo sencillo de ese mensaje hay verdad. Y zombies.
Novedades sobre The Notorious B.I.G. Se dio a conocer el primer trailer del documental “Biggie: I Got A Story To Tell” acerca del músico asesinado en 1997 y quien fuera incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 2020. La producción abarca entre los años 70 y 90 del rapero en Brooklyn, y su fecha de estreno es el 1 de marzo a través de Netflix.
La realización del filme demoró cuatro años, cuenta Emmett Malloy, director de la nueva entrega que abarca la carrera del artista. Y eso no esto todo, ya que, como productores, se encuentra la madre del protagonista, Voletta Wallace, y un colaborador cercano: Sean “Puff Daddy” Combs. Por último, está Wayne Barrow, manager de The Notorious B.I.G., quien tiene el rol de productor ejecutivo.
A continuación, te dejamos el trailer del documental: