En Hollywood, desde su eclosión y posterior consolidación, han surgido directores que se mueven como peces en el agua dentro de la llamada “industria del entretenimiento”. Estos realizadores, expertos en manejar los hilos de la realización y comercialización de películas, son los que llenan semana a semana las salas del mundo, aportando narraciones estandarizadas, de calidad variable. Sólo algunos logran destacar en esta línea de producción implacable, obteniendo prestigio en Hollywood, y una atención especial de los entendidos. Casos de este tipo existen desde que el cine es cine, siendo los franceses de la Nueva Ola, al postular su “teoría del autor”, los que se fijaron en variados realizadores, quienes ni siquiera tenían la posibilidad de firmar sus obras, y los elevaron a la categoría de “artistas”.
Más allá de los alcances que pueda tener una obra, todo director de cine busca la valoración de sus películas. Pese a que algunos mediocres lo esgriman como una justificación, el cine no depende –ni se valida- por quien venda más entradas. La pregunta, entonces, debería ser ¿cuándo poner atención a un realizador y en qué momento se le puede considerar autor? Esta cuestión surge al ver “El Vuelo”, último film de Robert Zemeckis, protagonizado por Denzel Washington.
Whip Whitaker (Denzel Washington) es un piloto de avión con serios problemas con el alcohol y las drogas. Sólo sus excepcionales habilidades manejando en las alturas le han permitido sortear episodios críticos, y estas destrezas únicas no las pierde en absoluto al estar ebrio. Una falla inesperada en un vuelo de rutina lo obliga a aterrizar de emergencia un avión, salvando la vida de la mayoría de los pasajeros. Sin embargo, al haber decesos, la investigación del accidente descubre que las causas, al parecer, no son sólo mecánicas, y la adicción de Whitaker lo pone en una situación que puede comprometer su carrera.
Robert Zemeckis es, ante todo, un director efectista. Apegado a un guión bien construido, demuestra una habilidad innata para manejar los tiempos narrativos, y “El Vuelo” no es la excepción. Porque, pese a la extensión del metraje, la narración nunca decae, manteniendo la tensión en los elementos clásicos de un relato de tres actos. En este punto es donde el registro de Denzel Washington se hace funcional a los requerimientos del director, caracterizando a un personaje ambiguo, difícil de descifrar, que en ningún momento se sabe cuál será la decisión que tomará frente a los dilemas éticos a los que se enfrenta tras el accidente.
En el sentido estructural, la película no presenta sorpresas, los que sí aparecen al analizar las temáticas presentes en la historia del piloto, un adicto sin ética, que es capaz de mentir frente a todos para mantener sus vicios y que, además, presenta una habilidad casi milagrosa para pilotar aviones en un estado donde otros ni siquiera podrían sostenerse en pie. Es aquí donde sorprende el riesgo que Zemeckis –un tipo más cercano a las audiencias familiares- es capaz de correr, con abiertas escenas de consumo de estupefacientes ilegales. Sí, estos detalles pueden sonar pueriles tomando en cuenta el nivel de narraciones a las que estamos acostumbrados, pero viniendo de un director que por lo menos en sus últimos trabajos se enfocó en las temáticas navideñas con abierto interés moralista, suena más que peculiar el rumbo que toma la cinta.
Lo que se debe advertir, y puede interpretarse como un “spoiler”, es que finalmente Zemeckis es Zemeckis, y toda esa ambigüedad moral de gran parte del metraje, se diluye en el clímax y posterior desenlace. Aquí es necesario hacer una aclaración: en ningún momento la conclusión borra el excelente trabajo realizado anteriormente y, pese a todo, es totalmente coherente a la propuesta presentada. Quizás, en este sentido, se vuelve a manifestar el espíritu de un realizador acostumbrado a impregnar de bondad a sus personajes, siempre dispuestos a sacrificarse frente a las pruebas del destino, sean cuales sean las consecuencias. Quien no se arriesga no cruza el río, y “El Vuelo” es el paso que necesitaba un director solvente como Zemeckis para lograr el reconocimiento, con temáticas maduras y éticamente complejas, sin abandonar sus convicciones.
A mediados de diciembre llegará finalmente “Avatar: The Way Of Water“, nueva obra de James Cameron y secuela de la película de 2009 y que cuenta con un casting compuesto por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang y Kate Winslet. Hoy tenemos el trailer oficial de la cinta, cuya historia se sitúa una década después de los eventos de la primera cinta, contando la historia de la familia Sully, Jake, Neytiri, y sus hijos, abordando su dinámica familiar y los constantes problemas en las batallas que deben mantener para seguir con vida.
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