Principio y origen; poder y ascensión; cruzada y orden. Como un minucioso y perfeccionista juego de efecto dominó, la trilogía reboot de la franquicia cinematográfica “El Planeta de los Simios” es una serie de filmes que funcionan -cada una por separada, y las tres juntas- como un universo íntegro y original que valida a cada segundo su figura de épica sci-fi mezclada con acción moral y, por qué no, política.
Desde que en 1968 “Planet Of The Apes” nos presentara una intrincada fantasía de culto con máscaras de látex, las subsiguientes adaptaciones dejaron tras sí espacio para la duda, o una sensación de gusto a poco, especialmente la última a manos de Tim Burton. Por ello, este reinicio, que incorporó desde su apertura elementos de las producciones anteriores y que fue trabajada con un realismo inusual a través de la tecnología de captura de movimiento en locaciones reales -y un maestro renderizado con texturas casi palpables-, construyen una nueva mitología post apocalíptica que, en esta oportunidad, concluye remarcablemente una franquicia completa y visceral.
Tras la guerra entre humanos y primates desencadenada por la propagación del llamado “virus simio”, Caesar (Andy Serkis) lidera el contraataque de las fuerzas militares que arremeten en el bosque. Pese a estar dispuesto a la paz, las innumerables pérdidas de su grupo y una venganza personal motivarán en él sentimientos contradictorios, que desencadenarán en una búsqueda contra el Coronel (Woody Harrelson). Pero la armonía para su manada no es algo realmente asegurado.
La paradoja planteada desde “Rise Of The Planet Of The Apes” (2011), con animales que gracias a la experimentación humana desarrollan pensamiento crítico y “Dawn Of The Planet Of The Apes” (2014), en la que el instinto animal es contradictoriamente humanizado para la construcción de una neo sociedad de primates racionales con sentimientos diversos, en esta última entrega propone, desde un paradigma casi bíblico y revelador, el final de una búsqueda que desde el inicio realmente trató de una sola alma: Caesar.
A partir de su incubación hacia un liderazgo innato y la gran transformación que desarrolla en cada una de las historias, la culminación de su evolución arma toda una ficción y una leyenda sobre un espíritu de magnitudes epopéyicas, casi como un salvador que, a partir de sus acciones, decisiones y enseñanzas, va construyendo la historia de un pueblo inserto en una realidad post apocalíptica. No sólo demuestra ser una criatura más inteligente que sus pares, sino que también es un animal racional, dispuesto a aprehender y tomar las fortalezas “humanas” para juntarlas a su raciocinio y lograr el beneficio de su especie. En este sentido, la justicia, bondad, unión, deber y libertad son grandes ejes que definen los principios y valores sociales y morales de la manada.
Y es en esta narrativa, compuesta y reflexiva que se monta, con especial cuidado en los detalles tanto de guion como producción, el subtexto penetrante de los temas que complejizan a las colectividades cuyo fin es subsistir frente a lo adverso. Al presentar una densidad mayor, “El Planeta De Los Simios: La Guerra” apunta a un público más de nicho, tanto para fanáticos de la franquicia como aquellos asiduos a los filmes más introspectivos, que astutamente conjugan elementos llamativos del blockbuster con una complejidad de temáticas y sentimientos que envuelven toda acción. Estos subtextos finos que se van desmenuzando poco a poco, se valen por un proceder latente del “mostrar sin decir”. El uso de la lengua de señas, lo todavía primitivo del traspaso de ideas y sentimientos con la mirada, y la dinámica del cambio de roles en que los animales son más “humanos” que los humanos y, a su vez, “nosotros” más bestias irracionales que las bestias, se juega con construcciones que colindan entre la lógica, el instinto, la violencia y la clemencia. El director Matt Reeves, en conjunto con el guionista Mark Bomback, dan una clase magistral en este sentido, con meditaciones tan trascendentes y llenadoras como las escenas de pomposa acción.
El detallado trabajo de la captura de movimiento está tan bien logrado, que demuestra no sólo ser una herramienta narrativa, sino que todo un arte. La conexión emocional con animales creados por tecnología 3D es tan pura y se siente tan real, que es toda una experiencia: Andy Serkis es hoy por hoy el rey de esta técnica, y ciertamente se luce en ella. Realmente faltan palabras para describir lo increíble que se desenvuelven los personajes a nivel visual y de construcción actoral.
El levantamiento y transformación de la sociedad “simia” es, a la vez, lograda por el mismo levantamiento y transformación de su líder, quien matiza valores humanos y empodera su condición frente a una lucha entre dos bandos con el miedo como factor beligerante. Es así como esta película aborda temáticas tan interesantes como poderosas, mediante el uso de instrumentos narrativos y visuales potentes, una fotografía impecable y tomas que dejan sin aliento, acompañadas por la composición de Michael Giacchino y sus melodías, que son claras evocaciones a los tonos nostálgicos de las películas del siglo pasado.
Incluso incorporando reliefs cómicos, tomándose libertades de tiempo para explorar diálogos profundos y extensos, y pese a que sea la entrega más larga, “El Planeta De Los Simios: La Guerra” es un cierre impecable que deja en lo alto una trilogía única, en la cual ningún detalle es dejado al azar. Y precisamente en estos tiempos tan violentos que vivimos como sociedad, nos concede más de una lección para poner en práctica.
Título Original: War For The Planet Of The Apes
Director: Matt Reeves
Duración: 140 minutos
Año: 2017
Reparto: Andy Serkis, Woody Harrelson, Steve Zahn, Karin Konoval, Amiah Miller, Michael Adamthwaite, Toby Kebbell, Judy Greer, Gabriel Chavarria, Aleks Paunovic, Max Lloyd-Jones, Terry Notary
A partir de hoy jueves 22 de abril arrancará el ciclo de cine “Blanco y Negro Después del Color”, el cual Centro Arte Alameda realizará mediante su plataforma de streaming Centro Arte Alameda TV. Entre las cintas que serán parte de la muestra están “Gook” (Justin Chon, 2017), “Leto” (Kirill Serebrenkov, 2018), “Ida” (Pawel Pawlikowski, 2013) y “Una chica vuelve a casa sola de noche” (Ana Lily Amirpour, 2014).
“Gook” de Justin Chon (E.E.U.U., 2017) es la historia de dos hermanos coreano-americanos que se encuentran en medio de una revuelta social tras conocerse el veredicto sobre el caso de Rodney King en 1992. Ellos deberán escoger entre continuar su vida como era antes, y defender la zapatería familiar, o unirse al movimiento y luchar por sus derechos. Esta cinta aclamada en Sundance 2017, podría ser una película independiente de principios de la década de 1990, pero su perspectiva sobre las relaciones raciales en Estados Unidos, no ha cambiado tanto a 30 años de los hechos que la inspiran.
“Leto” de Kirill Serebrenkov (Rusia, 2018) relata la historia de una banda de rock en el Leningrado de la Unión Soviética un verano a principios de los años 80. Dentro de la escena del rock de la ciudad, Viktor Tsoï, un joven músico que creció escuchando a Led Zeppelin, T- Rex y David Bowie intenta hacerse de un nombre en un ambiente enrarecido por el declive de un imperio.
“Ida” de Pawel Pawlikowski (Polonia, 2013) es protagonizada por Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja y descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se remonta a la terrible época de la ocupación nazi.
“Una chica vuelve a casa sola de noche” de Ana Lily Amirpour (EE.UU., 2014) es un “spaghetti western de vampiros iraní” como lo define la propia directora quien retrata lo que ocurre en Bad City, una urbe fantasmal iraní donde personajes marginales como drogadictos, proxenetas y prostitutas conviven en aquel refugio de corrupción y desesperanza. Y aunque pareciera que la historia no se puede poner peor, Amirpour lo logra con una mujer vampiro que acecha a sus habitantes y que tras encontrar el amor teñirá todo de sangre.
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