Como prueba fehaciente de que no sólo con la presencia de nombres fuertes en el cartel de una película se puede asegurar el éxito de la misma, existen dos casos de circulación reciente. Por una parte tenemos a “The Counselor” (2013), que a pesar de llegar precedida por la expectación sobre su generoso elenco, termina por ser un título menos que mediocre. Y también está “American Hustle” (2013), que si bien no desentona del todo, tampoco logró cubrir todas las expectativas que se depositaron en ella. Y es que, por más que el talento interpretativo del reparto de turno en una producción posea todo crédito comprobable, cuando los personajes del relato están sujetos a un enfoque errado, o no comulgan favorablemente con el guion, poco es lo que pueden hacer los actores para evitar el juicio negativo de un filme en su resultado global. A este respecto, es el director de una película quien termina siendo, la mayoría de las veces, el gran responsable.
En un futuro que se ubica en una fecha incierta, gran parte de lo que queda de los humanos, luego de haber vivido el colapso social, se ubica en comunidades delimitadas por márgenes que están prohibidos visitar. Todas las emociones han sido suprimidas para garantizar la igualdad entre sus habitantes, quienes al mismo tiempo viven en función de quehaceres automatizados; el uso de un lenguaje concreto, el horario en que se debe dormir y hasta la ropa que deben usar está determinada por el conjunto de reglas que gobiernan el lugar. Cuando los jóvenes cumplen cierta edad, la jefa de los Mayores (Meryl Streep) –quienes son los que deciden todo dentro la comunidad- les asigna una labor particular. Es así como a Jonas (Brenton Thwaites) se le encarga la tarea de “recibidor”, quien debe mantener los recuerdos del pasado, para que los Mayores con estos datos puedan resolver problemas y tomar decisiones en el presente. El Dador (Jeff Bridges) entrega a Jonas las memorias que posee, sin embargo, el joven, al conocer todo de lo que se les ha privado, se encargará de destapar la verdad.
La tendencia de mover la literatura hacia el cine se repite, sin embargo, esta vez no prospera. Adaptada en la novela escrita por Lois Lowry en 1993, “El Dador de Recuerdos” equivoca muchos de los flancos que intenta explorar. Desde un principio sabemos que nos encontramos ante una historia que se distingue intrincada; no sólo son los diálogos esbozados apenas corren unos cuantos minutos los que atañen a esta condición, también la cuidada estética de la película deja entrever que atender a los detalles visuales será necesario para no perderle pisada al relato. No obstante, ya dispuesta nuestra concentración, es probable que los saltos entre ciertas secuencias –omitidas en el trabajo de post producción o dibujadas así por lo que el director lo considera un planteamiento inteligente- atente directamente con el deber que tiene una cinta con el alcance de toda la información necesaria para la plena comprensión de lo propuesto.
El experimentado realizador Phillip Noyce desliza con este título un estilo narrativo que recuerda al sello de Terrence Malick, principalmente con lo hecho en “The Tree Of Life” (2010); lo parsimonioso del relato, contrapuesto con la explosión sucesiva de imágenes es la ganancia en el perfecto equilibrio de una historia. Sin embargo, en “El Dador de Recuerdos” esto no alcanza a cuajar correctamente, por lo tanto estos recursos, en algunos pasajes, toman un aspecto más aletargado de lo que se sugiere. Por otro lugar, al encontrarse los acontecimientos ubicados en el futuro, en donde no existe certeza empírica ni opinión que pueda ser validada, el escenario que se recrea está sometido al imaginativo del director y los guionistas, pudiendo ser esto una desventaja; o se entrega una visión mesurada en relación a algo que aún no existe o se irrumpe desde la opulencia, y se pinta un porvenir pretencioso. Es lo último en lo que, lamentablemente, Noyce se termina decantando.
Al correr la cinta, la historia se mantiene quieta, repetitiva y todavía enrevesada, sólo para imprimir un poco más de vertiginosidad y claridad de tres cuartos hacia adelante, terminando en un final, si acaso no totalmente predecible, sí despojado de una culminación eficaz. Los constantes cambios en la figura de Jonas, el protagonista de este filme, son poco creíbles desde el moldeamiento del mismo personaje y desde la limitada participación de Brenton Thwaites, que no da el ancho para cubrir el papel. Rescatando lo dicho en el primer párrafo de este texto y con la siempre notable presencia de dos monstruos de la actuación como son Meryl Streep y Jeff Bridges, el buen desempeño que ambos tienen en esta película –destacando lo hecho por Bridges- no alcanza a levantar un título que si no naufraga es en buena medida gracias a la calidad que aportan estos últimos nombres.
En términos de estética, teniendo en cuenta que la idea trabajada aquí es original, lo que hubiere significado más bonos para la película en este ítem, se diluye por no mantener un rumbo fotográfico lineal en el avanzar de la cinta. El camaleónico manto dibujado, comenzando con un retrato en blanco y negro, pasando por una escala de grises, luego avanzando a la definición de grandes cantidades de color, para luego volver al monocromático, superponiéndose los distintos lienzos entre ellos, termina por acaecer en un desconcierto visual.
Con “El Dador de Recuerdos” se desaprovecha una muy buena oportunidad para plantear un sólido relato de ciencia ficción basado en un sistema, en teoría, utópico; algo que recientemente tampoco pudo llevar de manera pulcra “Divergent” (2014). Esperemos que este tipo de literatura no siga desvalorizándose; no queremos que llegue el día cuando, por el poco temple de realizadores que más que adaptar quieren crear, tengamos que lamentar el desprestigio de libros rutilantes que han marcado a todo buen lector.
A mediados de diciembre llegará finalmente “Avatar: The Way Of Water“, nueva obra de James Cameron y secuela de la película de 2009 y que cuenta con un casting compuesto por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang y Kate Winslet. Hoy tenemos el trailer oficial de la cinta, cuya historia se sitúa una década después de los eventos de la primera cinta, contando la historia de la familia Sully, Jake, Neytiri, y sus hijos, abordando su dinámica familiar y los constantes problemas en las batallas que deben mantener para seguir con vida.