El terror es uno de los géneros que más apela a nuestro instinto más básico: la sobrevivencia. Y su éxito puede estar asociado a la experiencia sensorial que provoca y el alivio que se experimenta al saber que estamos a salvo, además de explorar lo más profundo de la mente humana, en rincones tan oscuros que no quisiéramos visitar. Si bien, muchos recursos se han agotado para mantener el éxito del género, existen producciones que logran demostrar que, con una buena ejecución y cuidado en los detalles, se puede entregar una historia que asuste lo suficiente sin sacrificar consistencia en el relato. El caso más reciente fue la cinta “The Conjuring” (2013), que seguía a un matrimonio de parapsicólogos en uno de los casos más aterradores y recordados en la historia estadounidense. Como era de esperarse, una segunda entrega continúa con las experiencias paranormales de esta pareja.
Nuevamente basada en uno de los casos reales que experimentó el matrimonio especialista en casos paranormales, Lorrein (Vera Farminga) y Ed Warren (Patrick Wilson) viajan a una pequeña localidad ubicada en Londres, para ayudar a una madre (Frances O’Connor) a lidiar con los supuestos espíritus malignos que acechan su casa y a sus cuatro hijos, especialmente a su hija Janet (Madison Wolfe). Los Warren deberán investigar los extraños sucesos, además de enfrentarse a sus propios miedos y la responsabilidad que su actividad arrastra.
James Wan vuelve al mando en la dirección y de inmediato queda en evidencia que sabe cómo utilizar elementos que probablemente sean repetitivos, pero que en buenas manos logran su objetivo. En un ambicioso trabajo de cámara, logra tomar al espectador e introducirlo en la lúgubre y casi abandonada casa de la familia londinense a través de un lente que vuela por el decorado, como si se tratase de un espectro que pasa a través de ventanas y se posa sobre la acción, observando como si husmeara el lugar pero que, sin darnos previo aviso, nos hace parte del lugar, obligándonos a quedarnos y experimentar lo que los personajes viven.
Este viaje a través de travelling y planos-secuencia es una clara influencia de “The Shining” (1980), y es que Wan ha demostrado que su cine se ha nutrido de los considerados clásicos del terror, utilizando estos guiños cuidadosamente a su favor, aportando enormemente al relato. Además, el trabajo en la dirección de fotografía de Don Burgess hace que este escenario se vea aún más terrorífico, al utilizar luces y sombras en favor de establecer la atmósfera necesaria para lograr perturbar y aterrar al espectador.
Si bien, la historia puede ser conocida y contener elementos que ya son considerados cliché del género –objetos que se mueven y vuelan, posesiones diabólicas y la aparición repentina de algún espectro–, la cinta logra utilizarlos a su favor de manera efectiva, alejándose de títulos que sólo buscan el susto repentino o jump scare, citando, por ejemplo, a “Paranormal Activity” (2007) dentro de este grupo. Esto deja como su mayor fortaleza el uso del ritmo y cómo va distribuyendo los momentos de terror, estableciendo como su núcleo central a la aterradora atmósfera. Punto en contra es la integración de un par de secuencias usando CGI, las que le quitan seriedad a la narración y demuestran que el terror funciona mucho mejor cuando se sugiere y no se muestra en su totalidad.
Esta segunda parte, además de lidiar con las presencias paranormales que esta familia londinense está sufriendo, se da el tiempo de examinar la relación del matrimonio de demonólogos, al explorar en el éxito mediático de sus experiencias paranormales los peligros a los que se enfrentan y la autenticidad de los casos en los que intervienen. Considerando que están basados en el real matrimonio Warren, logran ser personajes verosímiles, justificando que el peso del éxito de estas producciones caiga sobre ellos y sobre las actuaciones de Farminga y Wilson. Precisamente es esta exploración la que da la oportunidad para mezclar dos tramas dentro de la cinta y que sus guionistas saben trabajar ingeniosamente, pues, lejos de ser un elemento distractor, el oscuro equipaje con el que debe cargar esta pareja se hace presente y aporta a construir el clímax.
Generalmente cuando películas de este género están basadas hechos reales, aseguran cierta predisposición por parte de la audiencia y “El Conjuro 2” junto a su antecesora parten ganando la confianza del espectador, y afortunadamente no la traicionan. También es cierto que esta segunda parte no aporta en innovación, pues se basa en elementos propios del género para lograr su objetivo y ciertamente no arriesga en cuanto a su propuesta narrativa, como si lo han hecho cintas como “It Follows” (2014) o “The Babadook” (2014), pero sí demuestra destreza al momento de ejecutar el relato, siendo una buena oportunidad para sentarse, revisitar y disfrutar de la excitación que produce el terror.
Novedades sobre The Notorious B.I.G. Se dio a conocer el primer trailer del documental “Biggie: I Got A Story To Tell” acerca del músico asesinado en 1997 y quien fuera incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 2020. La producción abarca entre los años 70 y 90 del rapero en Brooklyn, y su fecha de estreno es el 1 de marzo a través de Netflix.
La realización del filme demoró cuatro años, cuenta Emmett Malloy, director de la nueva entrega que abarca la carrera del artista. Y eso no esto todo, ya que, como productores, se encuentra la madre del protagonista, Voletta Wallace, y un colaborador cercano: Sean “Puff Daddy” Combs. Por último, está Wayne Barrow, manager de The Notorious B.I.G., quien tiene el rol de productor ejecutivo.
A continuación, te dejamos el trailer del documental:
Sergio
10-Jun-2016 en 5:43 pm
Osea voy al cine verla?