Quentin Tarantino vuelve a hacerse presente en el panorama cinematográfico mundial con su noveno largometraje (si contamos entre ellas a “Four Rooms”, 1995), “Django Sin Cadenas” (2012), el violento western que vuelve a despertar las pasiones entre sus aficionados y detractores, marcando el regreso de uno de los pocos directores que pueden jactarse de ser “autores” de sus propios filmes en la gran industria hollywoodense.
Django (Jamie Foxx) es un esclavo de raza negra en el viejo oeste norteamericano del año 1858. En pleno viaje con sus amos, es interceptado por el Dr. King Schultz (Christoph Waltz), un dentista cuyo verdadero oficio es el de caza recompensas. Schultz comprará la libertad de Django, a cambio de que lo ayude en una de sus misiones. Desde ese instante ambos formaran un equipo de caza recompensas, teniendo como objetivo principal la liberación de la esposa de Django, Broomhilda (Kerry Washington), esclava al servicio de un poderoso dueño de plantaciones en Mississippi, el aficionado a las peleas de “Mandingo”, Calvin Candie (Leonardo DiCaprio).
Las últimas décadas del cine de Tarantino se han caracterizado por desarrollarse en base a ciertos géneros y sub-géneros cinematográficos, tales como las películas asiáticas de artes marciales en las dos partes de “Kill Bill”, la acción de serie B con “Death Proof” (2007), y el cine bélico en “Inglourious Basterds” (2009). El cineasta se ha dedicado a rendir homenaje a los estilos y géneros que lo han motivado a acercarse a las cámaras, y ahora tocaba el turno del western, para transformarse en el gran género que inspiraría esta nueva historia de violencia y venganza. Es así como Tarantino se dedica a jugar con los códigos y convenciones del género, respetándolos, pero también pasándolos a llevar para adaptarlos a su forma de hacer cine. Rituales obligados en este tipo de películas, como “el duelo”, acá son pervertidos por la visión del norteamericano, quien no escatima en musicalizar el enfrentamiento entre dos pistoleros con un ritmo hip-hop.
Para los que conocen y disfrutan del cine de Tarantino, podrán encontrar en “Django Sin Cadenas” a un realizador que se encuentra por completo entregado a la narración de la historia. Las escenas de diálogos eternos, que para muchos parecen artificios de relleno, aunque en el fondo esconden lecturas sobre los personajes y forman parte central de la atmósfera que busca impregnar el director en sus películas, ahora están acotados y relegados absolutamente para el desarrollo de la trama. Es por eso también que la película se siente que fluye con mayor naturalidad que sus anteriores filmes, sobre todo comparándola con “Death Proof”, la cual a ratos se estancaba por los caprichos de Tarantino, al querer forzar sus elementos en una cinta que pecaba de irregular, a pesar de que muchos ven ella uno de los mejores trabajos del director del “Pulp Fiction” (1994). Es la sensación de un realizador más preocupado de contar que de mostrarse, lo que juega a favor de “Django Sin Cadenas”, contrario al pensamiento de muchos, quienes aseguran que le “faltó Tarantino” a éste Tarantino.
Como es tradición, el norteamericano saca lo mejor del elenco que tiene entre manos, y en su segunda colaboración con Christoph Waltz, vuelve a dar con uno de los personajes más memorables de su filmografía. La interpretación del austriaco es una de las principales razones para ver “Django Sin Cadenas”. Waltz transforma a su Dr. King Schultz en el personaje más entrañable de la cinta, cumpliendo el rol del mentor de Django, personificado por Jamie Foxx, quien va construyendo la naturaleza vengativa de su personaje hasta explotar en el sangriento acto final. Si en sus primeros filmes Tarantino devolvía el brillo a estrellas en decadencia, en sus últimos trabajos se ha dedicado a dirigir a súper estrellas de Hollywood, como lo hizo con Brad Pitt en “Inglourious Basterds”. En esta ocasión, Leonardo DiCaprio se luce y toma el rol de uno de los típicos maniáticos presentes en la filmografía de Tarantino, y aunque Calvin Candie es un pervertido civilizado, tiene un par de escenas donde el estadounidense ofrece una de sus interpretaciones más inquietantes.
“Django Sin Cadenas” es un festín del mejor Tarantino, entregando un filme superior a sus producciones más recientes, gracias a que concentra todas sus virtudes en pos del desarrollo del relato. Todos sus códigos están ahí, todas sus convenciones están ahí, toda la genialidad que tanto se le ha querido cuestionar, están presentes en este western que se sale de la regla de todo lo que nos llega desde Norteamérica, para dispararnos de frentón con una película que no dejara indiferente a nadie.
Plasmar cinematográficamente acontecimientos relacionados con el deporte implica trazar una línea, aludiendo al proceso detrás de la preparación antes de enfrentarse a un gran evento, con los conflictos situados entre medio configurando la trayectoria de quienes protagonizan grandes hazañas deportivas. Una de las carreras de automovilismo más prestigiosas sirve como el escenario perfecto para situar fuerzas opuestas en medio de un conflicto de intereses donde las destrezas, el compañerismo y la determinación serán fundamentales para alcanzar el éxito. Dos años después de su exitosa “Logan”, James Mangold dirige una historia inspirada en hechos reales y que tiene al centro a dos de las grandes compañías de automóviles del mundo: Ford y Ferrari.
“Contra Lo Imposible” se centra en el visionario diseñador de autos Carroll Shelby (Matt Damon) y el corredor Ken Miles (Christian Bale). Ambos estarán encargados de diseñar y construir un auto de carreras para la compañía Ford, el que debe ser capaz de vencer a su oponente más poderoso en manos de Enzo Ferrari (Remo Girone). Juntos deberán luchar contra los intereses corporativos para, al mismo tiempo, alcanzar sus victorias personales.
La cinta aprovecha desde su inicio el concepto en el que se encuentra inmersa, pues las carreras de autos son su principal motor, y estas son representadas con una mirada intuitiva, capaz de exhibir con agilidad cada momento y componente de una carrera automovilística. Y considerando su extensión, alcanzando las dos horas y treinta minutos, el ritmo agitado se vuelve esencial para conducir un relato que realmente profundiza en su principal temática.
Las decisiones de encuadres y montaje ayudan a edificar una historia que arranca tal como lo hace un auto de carrera y debe avanzar poniendo especial atención a las curvas con las que se encuentra. Y es ahí donde las pausas son necesarias para así poder evidenciar el entramado que se teje al interior de la compañía Ford y, a la vez, aprovechando de adentrarse en la vida personal del corredor que estará a cargo de conducir el moderno automóvil.
Para poder construir una historia que intenta alcanzar un nivel épico dentro de su contexto, esta es divida en dos trayectos que avanzan a la vez y que juntan su camino en la carrera de Las 24 Horas de Le Mans. Por una parte, la compañía Ford y su lucha por competir con las grandes entidades del mundo automotriz, es el centro y detonador que empujará a sus protagonistas a enfrentarse a grandes obstáculos para alcanzar el principal objetivo. La compañía es a la vez representada como quienes instalan los inconvenientes corporativos, donde los intereses monetarios preponderan frente a la pasión que significa para los protagonistas el poder diseñar el revolucionario nuevo modelo.
Por otra parte, el encargado de conducir el nuevo automóvil es el obstinado Ken Miles, el que simboliza un espíritu agitador y con el objetivo de alterar la firmeza de la compañía. Junto a su carácter testarudo y poco apacible, Ken es el personaje que más cambios sufre a través del relato, siendo capaz de transformar su razonamiento, pero gracias a quienes lo rodean, su esposa e hijo. Sin embargo, su camino no podría completarse sin el apoyo de su amigo y socio en este negocio, Caroll Shelby. La relación de ambos es la manifestación del compañerismo y el cariño fraternal; en ellos está puesta la cuota necesaria de idealismo, la que los ayudará a continuar adelante, pese a las adversidades.
James Mangold logra crear un drama deportivo complejo y con las características de un cine algo más clásico, rememorando a producciones hollywoodenses de antaño, pero con la apariencia física de una obra moderna que cuida su tratamiento. “Contra Lo Imposible” alcanza un nivel satisfactorio, donde el mundo que retrata queda plasmado con total firmeza y es coherente con sí misma hasta el final.
Título Original: Ford v Ferrari
Director: James Mangold
Duración: 152 minutos
Año: 2019
Reparto: Matt Damon, Christian Bale, Jon Bernthal, Caitriona Balfe, Noah Jupe, Josh Lucas, Tracy Letts, JJ Feild, Ray McKinnon, Rudolf Martin, Ward Horton, Bridie Latona, Lachlan Buchanan
ignacio
28-Ene-2013 en 12:47 am
una mención a Samuel L. Jackson! Excelente e irreconocible
alberto
06-Feb-2013 en 11:31 pm
totalmente de acuerdo, creo que jackson se las manda con su personaje de stephen, muy buena pelicula, no la mejor de tarantino pero buena
Paolo
08-Feb-2013 en 11:33 am
Yo creo que está entre las mejores de Tarantino, magistral la movie