¿Cuál es la diferencia entre huir y buscar? Aunque en principio pareciera que son dos cuestiones completamente distintas, la última película de la directora estadounidense de origen chino, Chloé Zhao, pareciera establecer un vínculo casi perfecto entre la búsqueda de nuevos caminos y la huida de las cicatrices atávicas que nos anclan a nuestro pasado.
Basada en el libro “Nomadland: Surviving America In The Twenty-First Century” de Jessica Bruder, “Nomadland” nos cuenta la historia de Fern (Frances McDormand), una mujer que, frente a las crisis económicas y personales, termina viajando en su camioneta por distintos parajes de Estados Unidos, convirtiéndose en una nómada moderna. En el camino encontrará a otras y otros que, como ella, han decidido vivir su vida a partir del desarraigo y el movimiento constante.
Pero ¿quiénes son estos nómades modernos? ¿Es una tradición, un mecanismo de supervivencia o un exilio forzado? En el marco de una sociedad maquillada por el éxito como carta de presentación, Zhao convierte esta película en un bisturí para introducirnos sutil pero contundentemente en la historia de los olvidados, los que, por opción u obligación, aprenden a habitar los márgenes y convierten el daño colateral de un sistema perverso en el motor de su particular forma de vida.
Con un ritmo pausado y un tono que transita entre el documental y la ficción, “Nomadland” es una obra que se ubica en las antípodas de superproducciones al estilo Nolan o Tarantino. Por el contrario, acá estamos mucho más cerca de una tradición neorrealista; un cine con los pies en la tierra desprendido de toda pirotecnia y que, en cambio, prefiere enfatizar lo microscópico, lo diminuto, logrando relevar esas historias aparentemente insignificantes y elevándolas al nivel de una épica de lo cotidiano. Aquí no hay giros argumentales inesperados ni escenas adrenalínicas, sino que la paciencia y la contemplación serán el mejor aliado de quienes quieran sumarse a la ruta. En tal sentido, no es de extrañar que algunos cataloguen a “Nomadland” como obra maestra, mientras otros puedan terminar recetándola como antídoto para el insomnio.
Lo que difícilmente estará en discusión es la calidad en la artesanía visual de Zhao, con una cámara contemplativa que va escoltando a los personajes y que se hace parte del paisaje a través de la magnífica fotografía de Joshua James Richards (ávido colaborador de la realizadora) y un soundtrack melancólico, que acompaña esas imágenes dibujando postales que estremecen por su belleza y su inmensidad. Punto aparte para la performance de McDormand, quien sostiene la historia sobre sus hombros y vuelve a confirmar su calidad actoral, eso sí, sin pasar a llevar el trabajo del resto del elenco, que en su gran mayoría no son actores ni actrices profesionales, sino que protagonistas de las mismas historias que el film nos presenta.
Sin embargo, en cuanto a la autoría de este film, quizás lo más relevante es la capacidad de control de la directora para no dejarse llevar por la tentación de sobre dramatizar la historia de sus personajes, algo muy difícil de resistir y de lo que no todo director puede jactarse. Esta delicadeza en el tacto de Zhao hace que en “Nomadland” pase todo y nada a la vez o, en otras palabras, que sea la vida misma la que se cuenta, con sus altos no tan altos y sus bajos no tan bajos.
Tal vez, en el caso de Fern, huir y buscar no sean más que dos extremos de un mismo eje, un continuo balance entre el desarraigo forzado y la necesidad de encontrar un norte. De esta manera, lo importante en el viaje que nos propone Zhao no es el punto de partida ni la meta, ya que es muy probable que ni siquiera existan como tal: lo que realmente importa es el trayecto. Finalmente, “Nomadland” nos recuerda que todos tenemos algo de nómades, que transitamos esta vida como si fuera una road movie y que el viaje más importante no es geográfico, sino que interno.
Título Original: Nomadland
Director: Chloé Zhao
Duración: 107 minutos
Año: 2020
Reparto: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Charlene Swankie, Bob Wells, Gay DeForest, Patricia Grier
“Lightyear” inicia con un pequeño título que dice que, en los años noventa, Andy, el personaje de la serie de “Toy Story”, recibió un juguete de su película favorita, y esta es esa película. Lo anterior podría llevar a imaginar que la cinta en cuestión tendría una estética noventera o tomaría elementos de películas de aventura de la época, de la misma manera que, por ejemplo, la serie “Stranger Things” se apoya en la estética y el estilo del terror de esa época, apropiándose de la narrativa y el estilo de esa década. Sin embargo, acá las referencias a la época comienzan y terminan con ese título inicial, y la obra rápidamente se transforma en otra simple película de aventura. Esto no es necesariamente malo, “Lightyear” es una película completamente funcional, entretenida y que, aunque a ratos se puede volver predecible, logra sorprender con algunos giros, pero esto genera que ese título inicial pierda sentido, y pone en cuestionamiento la razón de ser de esta película.
La historia comienza cuando, luego de quedar varados en un planeta hostil, Buzz Lightyear junto a su compañera Alisha hacen lo posible por llevar a la tripulación de vuelta a casa. Con la ayuda de científicos logran desarrollar un combustible experimental que podría salvarlos, pero durante los experimentos descubren que Buzz Lightyear, piloteando la nave de prueba, experimenta el tiempo de manera diferente: lo que en esa nave son minutos, en la superficie del planeta son años. Sin embargo, Buzz es incapaz de rendirse, y lo sigue intentando durante años y años, durante los cuales sus amigos y colegas envejecen mientras él se mantiene de la misma edad. Todo cambia cuando, al volver de uno de estos ensayos, descubre que algo ha cambiado: el planeta ha sido invadido por robots alienígenas. Con la ayuda de Izzy, nieta de su compañera, Lightyear deberá enfrentarse a estos robots para salvar al planeta y tener una oportunidad para volver a casa.
La de “Lightyear” es una trama que, a pesar de tocar temáticas interesantes sobre el paso del tiempo y la culpa, a ratos se siente muy complicada, ya que pasa mucho antes de que la trama principal siquiera comience. Esto hace que los tópicos que la película tratará a lo largo de su conflicto principal queden un tanto sobreexplicadas durante la primera media hora, lo que genera una desconexión entre lo que los personajes experimentan versus lo que los espectadores entendemos. Cuando Buzz se da cuenta de qué es lo que debe aprender para resolver el conflicto, es algo que se ve venir desde el principio de la historia.
Si bien, esto puede hacer que la película se sienta algo predecible desde un punto de vista temático, desde una perspectiva narrativa funciona bastante bien como cinta de acción y aventura. El universo que construye es visualmente rico y bastante especial, y se beneficia de diversas ideas sobre física cuántica que han sido exploradas en gran cantidad por películas de ciencia ficción, particularmente desde el aspecto de viajes en el tiempo.
Es interesante además que, a diferencia de muchos otros productos de nostalgia actuales, “Lightyear” se ve obligada a construir un universo completamente nuevo, puesto que las referencias que existen en las películas de “Toy Story” son sumamente vagas y genéricas, y es un desafío que el equipo tras esta película logra cumplir de forma satisfactoria. Buzz Lightyear, como personaje, es complejo e interesante, alejándose lo suficiente del juguete de sus películas madre para sostenerse como protagonista, pero logrando mantener suficientes elementos para sentirse familiar. Después de todo, el juguete supuestamente está basado en este personaje.
Por cierto, es difícil alejarse de las películas de “Toy Story”, no sólo porque “Lightyear” sea supuestamente el origen del juguete, sino porque está llena de referencias a la saga. La sombra de la tetralogía lo toca todo, tanto así, que a ratos pareciera que esta película es más una historia fan-made sobre el juguete que el verdadero origen del personaje. Y esto se debe a que no se siente como un producto de la época que supuestamente existe junto a los juguetes en el universo de “Toy Story”, sino que, en muchos sentidos, se percibe supeditada a los juguetes, tanto en sus referencias como en, incluso, un giro cerca del final de la historia.
Lo que queda es una sensación algo agridulce, ya que, cuando se concentra en ser sólo una película de aventuras, “Lightyear” funciona bastante bien, con un universo interesante, personajes coloridos y tensas secuencias de acción, incluso si no llega a los niveles de profundidad temática y madurez emocional de otras películas de Pixar. Lo anterior hace que se sienta como una oportunidad perdida porque como referencia a “Toy Story” no funciona tan bien como parecían ser sus intenciones, pero cuando se aleja de ella la historia marcha mucho mejor y queda la sensación de que hubiera sido aún mejor sin ninguna referencia, sólo existiendo por sí misma.
Título Original: Lightyear
Director: Angus MacLane
Duración: 100 minutos
Año: 2022
Reparto: (voces) Chris Evans, Keke Palmer, Peter Sohn, Taika Waititi, Dale Soules, James Brolin, Uzo Aduba, Mary McDonald-Lewis, Isiah Whitlock Jr., Angus MacLane, Bill Hader