El género de thriller de espionaje siempre se ha caracterizado por generar una atmósfera de suspenso con personajes misteriosos e interesantes. Particularmente, las historias ambientadas durante la Guerra Fría tienen esta búsqueda, como “Tinker Tailor Soldier Spy” (2011) o la serie “The Americans” (2013-2018), con una atmósfera tensa, personajes complejos y tramas intrincadas y demandantes. “La Espía Roja” de Trevor Nunn se distancia de esta estética, y convierte la historia real de una de espía de la KGB en Inglaterra durante la Guerra Fría en un melodrama soso y mediocre, cambiando la intriga política por un pobre triángulo amoroso, y a la que podría haber sido una protagonista fascinante, en un personaje estereotípico y aburrido.
Joan Stanley (Judi Dench) es una anciana inglesa que un día, de imprevisto, es arrestada por traición. A través de su interrogatorio, conocemos sobre su pasado universitario pre Segunda Guerra Mundial en la Universidad de Cambridge y su asociación con un grupo de estudiantes socialistas simpatizantes del régimen soviético. En este contexto, la joven Joan (Sophie Cookson) comienza un romance con Leon (Tom Hughes), un joven y apasionado militante. Con el paso del tiempo, su relación con Leon, sumada a su nuevo trabajo en un sensible proyecto secreto del gobierno inglés, la harán cuestionar su lealtad a su nación.
Es una lástima que esta historia, inspirada en el caso real de Melita Norwood, quien fuera descubierta como una de las más importantes espías de la KGB en el Reino Unido durante la Guerra Fría, se termine transformando en una mediocre historia romántica con personajes sosos y desabridos. Todos son estereotipos con motivaciones básicas y aburridas, que, si bien resultan fáciles de entender, no logran ser interesantes.
Molesta particularmente que, en una trama que involucra espionaje en una época tan cargada políticamente, las motivaciones de Joan, la protagonista, resulten tan simplistas. En vez de ser un personaje multidimensional, cuyas creencias sobre el mundo y la sociedad la lleven a cometer actos de traición, Joan es una especie de científica ingenua e idealista, cuyas decisiones llegan a parecer simples caprichos. Es casi como si los realizadores hubieran evitado darle motivaciones políticas e ideológicas por temor a que una simpatía por la URSS la volvieran menos querible a ojos de la audiencia. Y dado que sus acciones terminan teniendo grandes repercusiones en la historia, todo el conflicto termina sintiéndose blando y sin motivaciones reales.
Visualmente la película es sumamente blanda. Si bien, la dirección de arte en las escenas ambientadas durante las décadas del 30 y 40 están bien ejecutadas visualmente y logran poner al espectador en esa época, las secuencias protagonizadas por Judi Dench cuando es arrestada se sienten falsas y sin identidad. La dirección de fotografía en ambas épocas es correcta, pero no logra elevar un filme que tampoco tiene mucho que ofrecer.
Las actuaciones, por su lado, tampoco funcionan. Aparte de que los personajes se sienten blandos por guion, sus interpretaciones no logran darles mayor profundidad. Esto se nota particularmente en el triángulo amoroso que termina motivando gran parte de la trama, en cuyas actuaciones no se alcanzan a sentir las emociones y la pasión que se intenta vender. En una película que se apoya tanto en el melodrama, esto resulta desastroso. Incluso la actuación de Judi Dench no alcanza a convencer, posiblemente por la falta de profundidad de su personaje, uno que está constantemente en la misma tecla de anciana desvalida, lo que llega a ser triste de ver viniendo de una actriz de su talla.
Si bien, la historia real que inspira el filme resulta fascinante en varios sentidos, “La Espía Roja”, en su intento por desradicalizar políticamente a sus protagonistas para hacerlos más empatizables, termina transformándolos en blandas y aburridas caricaturas, lo que, a su vez, afecta negativamente a la trama. Una película que pudo ser una íntima mirada a la forma en que personas comunes y corrientes pueden transformarse en importantes agentes de la historia, y una ventana al espionaje durante la Guerra Fría en un frente menos explorado como es el Reino Unido, “La Espía Roja” se transforma en un melodrama mediocre e irrelevante.
Título Original: Red Joan
Director: Trevor Nunn
Duración: 101 minutos
Año: 2018
Reparto: Sophie Cookson, Judi Dench, Tom Hughes, Stephen Campbell Moore, Tereza Srbova, Kevin Fuller, Laurence Spellman, Robin Soans, Simon Ludders, Steven Hillman, Phill Langhorne
La mayor trampa de un documental musical es caer en el éxito objetivo más que en la potencia de los fracasos subjetivos. De hecho, cuando aquello ocurre, se olvida la fuerza de lo documental y se queda la predominancia de la música, de la figura, pero más allá de cualquier cosa, un hálito a discurso oficial que, pese a ciertos bemoles, no se advierte en “Mystify: Michael Hutchence”. Y eso es vital para que el trabajo evite quedarse a medio camino entre el brillo de una estrella de la música popular australiana y las tormentas que pueden aquejar a alguien que elige el aislamiento por sobre la petición de ayuda a los cercanos.
La historia de Michael Hutchence podría ser pensada como la del ascenso y caída de INXS, conjunto clave para el pop-rock australiano, con una influencia mundial que se desvaneció más rápido de lo debido. Pero lo cierto es que la vida de Hutchence, y todo lo que la rodeaba, exigía un trabajo puntilloso y bien hilvanado. Eso es lo que el director Richard Lowenstein comprendió a la perfección, desde el armado estructural de la trama hasta la sensible decisión de que el relato fuera coral, sin entrevistas en cámara, sólo material de archivo y entrevistas en off, lo que puede mostrar ciertas incongruencias a nivel de guion, pero sin duda que permite mirar con diferentes ángulos la vida de Michael.
En vez de mostrar los hitos de INXS, como haría un documental clásico, por ejemplo, “Queen:Days Of Our Lives” (2011), lo que se va construyendo en “Mystify: Michael Hutchence” es cada parte de la persona detrás de la carismática, sensual y misteriosa figura del vocalista de la banda. Sus relaciones sentimentales, incluyendo testimonios de parejas históricas, como Michelle Bennett, Kylie Minogue o Helena Christensen, van dando a conocer no sólo los detalles de esos pasajes de la vida de Hutchence, sino también construyendo las certezas y dudas que él tenía consigo mismo, generando un puente entre sus historias en el presente narrado y su pasado, sus raíces familiares, y también sus intereses más allá de la música.
Algo que llama la atención es el nivel de extensión del archivo propio que tenía Michael Hutchence, incluso en su adolescencia, con material en video que mostraba lo que había detrás de las imágenes ya conocidas, permitiendo así que el retrato sea aún más fidedigno porque no hay necesidad en rellenar el documental con registros en vivo o entrevistados en pantalla. En vez de ello, la presencia del cantante es intoxicante, con pocos respiros, en un cúmulo de información que aprieta el pecho y dificulta la respiración, entregando parte de la experiencia que implicaba para el protagonista ser parte de su propia historia.
El punto más cercano a la creación de una historia oficial sobre Hutchence puede ser la forma cándida en la que se habla de drogas en el documental, algo que puede llevar a equívocos respecto a la influencia de este tipo de sustancias en la historia general o en sucesos específicos. Pero, fuera de ello, los roces creativos, administrativos, sentimentales o familiares se exponen con la suficiente imparcialidad como para entender que había una acumulación de experiencias más allá de las drogas, y que tenerlas lejos de la mira no era un acto de saneamiento, sino que de perspectiva para comprender cómo una vida puede recibir tantos estímulos externos e internos, como para que las drogas no parecieran ser tan fuertes.
El mayor problema en este trabajo audiovisual –que en lo técnico está claramente pensado para una sala de cine, desde la mezcla de sonido hasta la disposición de textos en pantalla– está en el guion, que cae en las trampas del relato coral y deja cojas algunas patas de la historia. “Mystify: Michael Hutchence” es exigente porque la cantidad de información, descripción y emoción dispuesta en pantalla es grande, y puede ser un tanto desconcertante para quien no sea conocedor de la historia de INXS o de su protagonista, pero también es parte de la experiencia, que en este caso, tal como el título de la obra, intenta engañar a quienes creían conocer al artista sólo por la altura de su figura, dando cuenta de todo lo auténtico que en verdad tenía un creador cuya pérdida más terrible no es la musical, sino la humana.
Título Original: Mystify: Michael Hutchence
Director: Richard Lowenstein
Duración: 102 minutos
Año: 2019
Reparto: Michael Hutchence, Patricia Hutchence, Kylie Minogue, Helena Christensen, Bob Geldof, Paula Yates, Lesley Lewis