Las diferentes visiones que pueden resultar tras reflexionar sobre el concepto de familia están puestas a disposición para ser analizadas y representadas en el cine. El proceso de adopción es un tema complejo por causa de un sistema que lo termina reduciendo a un enredado trámite burocrático y, aunque se trata de procurar el bienestar de los niños, se dejan a un lado las consecuencias emocionales que trae para todos los involucrados. La directora francesa Jeanne Herry explora con cuidado un camino que, lleno de obstáculos, sin duda cambia el curso de sus protagonistas.
Alice (Élodie Bouchez), una mujer que lleva casi diez años tratando de adoptar un hijo, ve cómo su deseo se concreta cuando recibe la noticia que es la posible candidata para adoptar a un bebé recién nacido. El grupo de profesionales que trabaja en el servicio de adopción se encargará de facilitar y reunir a Alice y el pequeño Theo.
“En Buenas Manos” va gestando su camino a través del sistema de adopción y las implicancias que este proceso requiere. Casi como si fuera un registro documental, la cinta abarca desde el inicio, con la madre biológica y su decisión de dar en adopción, hasta la etapa final, donde el trabajo del servicio de adopción se encuentra completo. De esta forma, se otorga una visión amplia y casi completa de un proceso que debe ser resguardado y tratado con sutileza. Afortunadamente, este amplio panorama permite observar con detalle cada uno de los componentes que forman parte de este proceso, concentrándose particularmente en el aspecto emocional de los involucrados.
Al abarcar un espectro más amplio en el lento y extenso proceso de adopción, la cinta toma dos caminos principales. Por una parte, Alice como potencial candidata a ser madre adoptiva y, por otra, la larga espera que ha debido experimentar. Para lograr esto se recurre a flashbacks para dibujar de manera clara cómo la serie de etapas y la espera ha afectado a la protagonista, quien, a pesar de ello, no ha decaído en su confianza y su lucha sigue intacta.
Si bien, el viaje central es el de Alice, también vemos cómo otros personajes involucrados en este trayecto forman un componente fundamental para el bienestar del niño en adopción. Visto como un solo organismo, el servicio de adopción cumple la función de reforzar la idea de que el bienestar de los niños es lo más importante y, siendo el puente entre estos y sus padres adoptivos, el vínculo emocional con su labor toma preponderancia en un relato de delicada naturaleza.
La dirección de Herry es consciente de la relevancia del tema que está trabajando y la apacibilidad con la que quiere retratar a sus protagonistas, por lo tanto, la película mantiene un tono de una cuidada intimidad, donde un tono cálido inunda imágenes que transmiten una particular familiaridad. Además, las interacciones entre sus personajes se limitan a diálogos entre no más de dos de ellos por escena, otorgando preponderancia a las reflexiones en torno a la maternidad, la crianza y un sistema fallido que pone en jaque el futuro de muchos niños que no logran dar con la familia que se cree adecuada. Por otro lado, el tema tratado podría caer en un melodrama, sin embargo, este nunca siente lástima por la situación de sus personajes; por el contrario, se caracteriza por ser un drama cálido y esperanzador.
“En Buenas Manos” es una película sencilla, correcta y entrañable. Aunque abarca un proceso complejo y extenso, no tiene grandes pretensiones más que visibilizar una problemática real y vigente. Su naturaleza honesta y prudente da como resultado una cinta de un drama contenido, pero con una particular sensibilidad.
La mayor trampa de un documental musical es caer en el éxito objetivo más que en la potencia de los fracasos subjetivos. De hecho, cuando aquello ocurre, se olvida la fuerza de lo documental y se queda la predominancia de la música, de la figura, pero más allá de cualquier cosa, un hálito a discurso oficial que, pese a ciertos bemoles, no se advierte en “Mystify: Michael Hutchence”. Y eso es vital para que el trabajo evite quedarse a medio camino entre el brillo de una estrella de la música popular australiana y las tormentas que pueden aquejar a alguien que elige el aislamiento por sobre la petición de ayuda a los cercanos.
La historia de Michael Hutchence podría ser pensada como la del ascenso y caída de INXS, conjunto clave para el pop-rock australiano, con una influencia mundial que se desvaneció más rápido de lo debido. Pero lo cierto es que la vida de Hutchence, y todo lo que la rodeaba, exigía un trabajo puntilloso y bien hilvanado. Eso es lo que el director Richard Lowenstein comprendió a la perfección, desde el armado estructural de la trama hasta la sensible decisión de que el relato fuera coral, sin entrevistas en cámara, sólo material de archivo y entrevistas en off, lo que puede mostrar ciertas incongruencias a nivel de guion, pero sin duda que permite mirar con diferentes ángulos la vida de Michael.
En vez de mostrar los hitos de INXS, como haría un documental clásico, por ejemplo, “Queen:Days Of Our Lives” (2011), lo que se va construyendo en “Mystify: Michael Hutchence” es cada parte de la persona detrás de la carismática, sensual y misteriosa figura del vocalista de la banda. Sus relaciones sentimentales, incluyendo testimonios de parejas históricas, como Michelle Bennett, Kylie Minogue o Helena Christensen, van dando a conocer no sólo los detalles de esos pasajes de la vida de Hutchence, sino también construyendo las certezas y dudas que él tenía consigo mismo, generando un puente entre sus historias en el presente narrado y su pasado, sus raíces familiares, y también sus intereses más allá de la música.
Algo que llama la atención es el nivel de extensión del archivo propio que tenía Michael Hutchence, incluso en su adolescencia, con material en video que mostraba lo que había detrás de las imágenes ya conocidas, permitiendo así que el retrato sea aún más fidedigno porque no hay necesidad en rellenar el documental con registros en vivo o entrevistados en pantalla. En vez de ello, la presencia del cantante es intoxicante, con pocos respiros, en un cúmulo de información que aprieta el pecho y dificulta la respiración, entregando parte de la experiencia que implicaba para el protagonista ser parte de su propia historia.
El punto más cercano a la creación de una historia oficial sobre Hutchence puede ser la forma cándida en la que se habla de drogas en el documental, algo que puede llevar a equívocos respecto a la influencia de este tipo de sustancias en la historia general o en sucesos específicos. Pero, fuera de ello, los roces creativos, administrativos, sentimentales o familiares se exponen con la suficiente imparcialidad como para entender que había una acumulación de experiencias más allá de las drogas, y que tenerlas lejos de la mira no era un acto de saneamiento, sino que de perspectiva para comprender cómo una vida puede recibir tantos estímulos externos e internos, como para que las drogas no parecieran ser tan fuertes.
El mayor problema en este trabajo audiovisual –que en lo técnico está claramente pensado para una sala de cine, desde la mezcla de sonido hasta la disposición de textos en pantalla– está en el guion, que cae en las trampas del relato coral y deja cojas algunas patas de la historia. “Mystify: Michael Hutchence” es exigente porque la cantidad de información, descripción y emoción dispuesta en pantalla es grande, y puede ser un tanto desconcertante para quien no sea conocedor de la historia de INXS o de su protagonista, pero también es parte de la experiencia, que en este caso, tal como el título de la obra, intenta engañar a quienes creían conocer al artista sólo por la altura de su figura, dando cuenta de todo lo auténtico que en verdad tenía un creador cuya pérdida más terrible no es la musical, sino la humana.
Título Original: Mystify: Michael Hutchence
Director: Richard Lowenstein
Duración: 102 minutos
Año: 2019
Reparto: Michael Hutchence, Patricia Hutchence, Kylie Minogue, Helena Christensen, Bob Geldof, Paula Yates, Lesley Lewis