El caso de “47 Ronin: La Leyenda del Samurái” corresponde a una esas pocas ocasiones en que una realización enorme no se hace íntegramente en Hollywood, pues son tres los países involucrados en la producción de esta película (EE.UU., Inglaterra y Hungría), un proyecto que demoró en concretarse casi tanto tiempo como en llegar al cine luego de finalizado el rodaje. Basada en la milenaria historia japonesa de los 47 Ronin, la película fue encargada al primerizo Carl Rinsch, en una de esas inexplicables jugadas que se dan más de lo ideal en la industria. El guión quedó en manos de Chris Morgan, escritor de las últimas tres entregas de “Fast & Furious”, y Hossein Amini, que las únicas veces que ha dado con el palo al gato ha sido en “The Wings Of the Dove” (1997) y “Drive” (2011). Exhibidos los pergaminos de los realizadores, no es de extrañar que la película sea tan mediocre.
Situada en el Japón feudal, la trama se centra en Kai (Keanu Reeves), un mestizo que fue encontrado cuando niño por Lord Asano (Min Tanaka), el gobernador de la aldea de Ako. Kai es cobijado por el anciano en su castillo, pero ha debido crecer bajo el rechazo de los samuráis por su origen y la imposibilidad de estar con su amada Mika (Ko Shibasaki). La vida de él y de todo el pueblo se verá convulsionada ante la acusación y pena que cae sobre Lord Asano, tras haber atacado a uno de sus huéspedes.
Una trama asentada en un espacio de atractivo, donde se abarcan amores imposibles, rechazos insondables, magia negra y grandes temas como el honor y la venganza. A muy grandes rasgos, la película no está mal, pero tiene al menos un gran problema, que se puede resumir en un nombre: Keanu Reeves. No directamente él –que hace lo que puede con lo que tiene a disposición-, sino con la inserción de su personaje, que es una de las adhesiones que sumaron los guionistas al relato original y que termina ocasionando que prácticamente sean dos películas en una. Quizás sea una exageración decir eso, pero es que la estructura que resulta es muy extraña, ya que sólo al final de la primera media hora hay algo que tiene que ver con la lucha que se dará después. Lo que viene luego, si bien está narrado expeditamente, es aún más confuso en términos de qué tan protagonista es Kai. A fin de cuentas, lo que sucede es que se nota en exceso el poco cuidado al agregar elementos a la milenaria historia nipona, dentro de los que se cuentan una especie de romance tan básico como cualquiera contenido en un culebrón de la tarde.
La otra debilidad que aflige a la narración es el tratamiento dado: todo es demasiado rutinario. Ningún vuelco asombroso, ningún aspecto del argumento rico en matices, ninguna salida de pauta. Habrá alguna secuencia que pueda dejar boquiabierto, pero el relato está marcado por el accionamiento del piloto automático, lo que deriva en que casi todo en esta película tenga el peso de un paquete de cabritas. Que se entienda: la manera elegida para abordar no es calamitosa, pero sí demasiado corriente. Eso también comprende a los personajes, que son presentados de cierta manera y finalizan de la misma. Salvo una excepción –situada justo después del quiebre-, los caracteres no sufren evolución. Por suerte, tampoco caen en conductas insólitas, lo que termina siendo un fiel relejo de lo que es la película a nivel global: poca personalidad, pero cierta astucia para no caer al precipicio.
No se puede negar que a su favor tiene una estructura medianamente cohesionada, puesto que mantiene una línea y es respetuosa de las pautas que va dejando. Pero, como se ha dicho, todo avanza de manera bastante plana y no hay sobresalto alguno en el desarrollo. Si bien no se podría asegurar que es un tedio –se puede ver y distrae en alguna medida-, se echa de menos alguna dosis de audacia, vísceras o algo que se salga del molde (lo único que es adicionado a la historia original no funciona). Aún sin ser funesto, es un producto leve y menor, que está apresado por los convencionalismos y, por lo mismo, no contiene nada muy valioso ni merecedor de entusiasmo.
Cada vez aparecen más detalles de la nueva serie de Sex Pistols, dirigida por Danny Boyle, basadas en las memorias del guitarrista Steve Jones, llamadas “Lonely Boy: Tales from a Sex Pistol” (2017). Entendiendo esto, finalmente, se dio a conocer la primera imagen de los cuatros ingleses de la producción audiovisual, con fecha de rodaje para el 7 marzo.
Recordemos que la serie de FX, la que tendrá seis capítulos, se encuentra conformada por Maisie Williams interpretando a Jordan, también conocida como Pamela Rooke, y Toby Wallace en el papel principal de Jones. Este trabajo contará también con la participación de Anson Boon, quien interpretará al vocalista John Lydon, Louis Partridge como el bajista Sid Vicious, Jacob Slater hará el papel del baterista Paul Cook y Fabien Frankel, quien actuará como Glen Matlock, que tiempo después sería reemplazado por Vicious.